Decía Diana Vreeland que “el estilo lo es todo. Es una manera de vivir. Sin él no eres nada”. Pero yo cada vez creo más firmemente que en realidad esta editora mítica, esta mujer que revolucionó las editoriales de moda, aunque usaba la palabra "estilo" en el fondo se estaba refiriendo a la "autoestima". La capacidad de valorarse a sí mismo y apreciar lo que uno es. Un bien más escaso de lo que debería. Y algo que, no sabemos muy bien por qué, no se enseña a reforzar desde que somos pequeños. ¿Por qué? ¿Y qué tenemos que hacer para conseguir una buena ración de autoestima? ¿Dónde se compra?
Vivimos en un momento histórico en el que es prácticamente imposible estar a la altura y no sentir la presión de la perfección física. O no juzgarnos a nosotros mismos sólo a partir de ese único criterio. No podemos hacer mucho caso de lo que nos dicta el sentido común,porque parece que lo común es el sinsentido.
Ser un guapo o una guapa al límite de lo imposible parece que es lo único que importa. Diana Vreeland no lo hubiera tenido fácil, pues ella nació con un rostro de lo más peculiar y hasta su propia madre contribuyó a intentar bajar su autoestima comparándola con su hermana, que era bellísima.
Sin embargo, Diana tenía eso de lo que muchos carecen: una sana autoestima. Y la creencia de que no hay nadie mejor que la versión óptima de uno mismo. Ah, y que las imperfecciones nos hacen más especiales… aún. Leyendo su biografía no puedes dejar de admirar a esta mujer que rompió barreras y se convirtió en un referente en un mundo marcado por la belleza física. Y sobre todo y en mi caso, preguntarme dónde puedo conseguir una ración de autoestima para lanzarme al mundo con la misma fé en mí misma que tenía ella.
Pero como está claro que tener una buena autoestima no es tan fácil como proponérselo, acudí al Centro Mapa Sistémico en el barrio de Moncloa (Madrid), donde dos expertos, Maribel Moreno, psicóloga clínica y psicoterapeuta sistémica y Francisco Herrera, médico y psicoterapeuta sistémico, me han dado una serie de pautas y consejos para conseguir ese kilo o kilo y cuarto de autoestima que necesito para salir al mundo.
Autoestima o cómo gustarnos a nosotros mismos
Podemos definir la autoestima como la capacidad que tiene una persona para valorarse, respetarse y aceptarse a sí misma tal y como es, con sus virtudes y defectos; es aceptarnos con lo que nos gusta y no nos gusta de nosotros mismos.
Maribel Moreno y Francisco Herrera me comentan que “una buena autoestima está relacionada con una mayor capacidad para afrontar retos y dificultades de la vida así como mayor facilidad para asumir nuestros propios errores y frustraciones. Por el contrario, una baja autoestima se asocia a una mayor limitación para ello y la presencia de ideas preconcebidas y percepciones de fracaso ante objetivos no alcanzados.”
Vale, a priori entiendo lo que me explican estos dos expertos, pero sigo teniendo una duda grandísima: ¿por qué unas personas tienen una buena autoestima y otras no? ¿Cómo puedo conseguirla? ¿Hay algún grado universitario o máster?
Los expertos del centro Mapa Sistémico me explican que la autoestima no es algo que se aprenda de la noche a la mañana sino que “va formándose a lo largo de todas las etapas de la vida. Nuestra genética nos puede dotar dotar de características que faciliten destacar socialmente (tener una bonita voz o un físico “que acompaña”). Además, durante los primeros años de la vida la persona va conformando su personalidad y concepto de sí misma".
Pero hay experiencias vitales que pueden influir en la construcción de la autoimagen, tanto en positivo (caer bien a la gente, éxito en las relaciones sentimentales, sentirse integrado en el grupo de pertenencia…) como en negativo (padecer una enfermedad o una lesión que dificulta el contacto social o deja secuelas en el aspecto físico). Vamos, que el azar o nuestras circunstancias personales tienen tanto o más peso que las cualidades con las que nacemos. Vaya lata si tienes mala suerte…
“Afortunadamente tenemos toda la vida para poder mejorar la visión que tenemos de nosotros mismos”. Maribel Moreno y Francisco Herrera de Mapa Sistémico.
¿Cómo sé que no tengo una buena autoestima?
Seguro que vosotros también os habéis fijado en esa gente que a priori no tiene nada fuera de lo común pero se siente cómoda en su propia piel, ya sea por la calle, en un restaurante, en la misma playa… Y llaman la atención precisamente por esa seguridad en sí mismos.
Pero tampoco hace falta ser así de seguro de sí mismo para pensar que no tienes autoestima. Como en todas las cosas, hay que buscar el equilibrio. Nuestros dos expertos, Maribel Moreno y Francisco Herrera, nos dan las pautas para saber cuándo hay que empezar a preocuparse por la falta de autoestima. En general cuando alguna de estas condiciones entra en escena:
A.- La pérdida automática de opciones.
Al ignorar su potencial, la persona tiene tan poca confianza en sus posibilidades que se inhibe ante determinados retos. Asimismo, al ignorar sus necesidades, la persona descuida el autocuidado, tanto físico como emocional. Esto provoca a su vez que cada vez se vean más mermadas en sus verdaderas posibilidades: es típico de la etapa adolescente que el/la joven descuida la alimentación o el deporte ignorando su potencial y apoyándose en elementos estéticos superficiales que cree que le dan más valor.
B.- El Autosabotaje.
No sólo no me cuido, sino que me descuido. Sería un “de perdidos al río”: un ejemplo clásico es el pensamiento siguiente: “como me siento gordo, me compro ropa que tape mi cuerpo sin pensar en la estética o ni siquiera me compro ropa.”
C.- Las (malditas) comparaciones.
En este caso, el pensamiento lleva a fijarnos y compararnos sólo con los que están por encima de nosotros en un aspecto concreto. Es un pensamiento polarizado en bueno-malo, sin claroscuros: el cuerpo de una modelo es el objetivo que hay que conseguir, es el rasero a partir del cual nos medimos el resto. Lo demás es sólo “premio de consolación”.
D.- El Victimismo.
La tendencia a culpar a los demás de lo que sucede, optar por la queja y no afrontar la responsabilidad de la situación y qué podría hacer yo para cambiarlo es otra característica: “Mis jefes no me valoran” pero yo no les presento ninguna propuesta de mejora en el trabajo que se me haya ocurrido pues supongo que la van a rechazar.
Y si tengo un problema con mi autoestima, ¿dónde puedo encontrarla?
Está claro: tú eres la persona que está siempre contigo, la que debería influir más en lo que piensas de ti mismo. Parece lógico que el origen de tu autoestima esté en tu interior.
Como también es la mar de lógico llevarte bien contigo mismo y ser tu mejor amigo. Enviarte mensajes que te hagan sentir mejor, de la misma manera que haces eso a diario con la gente a la que quieres. ¿Pero cómo deben ser esos mensajes?
Por supuesto, para Maribel Moreno y Francisco Herrera, los expertos a los que hemos consultado sobre este tema, no existe ninguna “fórmula mágica”, pero sí nos dan algunos consejos a seguir:
1) Envíate mensajes positivos sobre tus virtudes.
Si estás acostumbrado a centrar la atención en tus defectos no sólo estás siendo parcial e injusto contigo, sino que estás perdiendo la oportunidad de sacar a la luz tus mejores rasgos, impidiendo así que también los demás los vean y los valoren.
2) Ponte como objetivo el logro en vez de la perfección.
Un 5 es también un aprobado, aunque no sea el 10 que me habría gustado tener. Si sólo me acepto en la perfección tengo muchas posibilidades de no aceptarme nunca.
3) Considera los errores como oportunidades de aprendizaje.
Acepta que cometerás errores porque todo el mundo los comete. Los errores forman parte del aprendizaje. Recuerda que las aptitudes de una persona están en constante desarrollo, y que cada uno sobresale en cosas diferentes —es lo que hace interesante a la gente.
4) Arriésgate a nuevas experiencias.
Esto te permitirá conocer aspectos diferentes de ti mismo y poder descubrir aptitudes que quizá desconocías. Posteriormente felicítate no solo por lo descubierto sino por el hecho de haberte atrevido a algo nuevo.
5) Identifica lo que puedes cambiar y lo que no.
Algunos rasgos podemos trabajarlos: ser más hablador o más paciente; otros, sin embargo, jamás podremos hacerlo: no puedo cambiar mi estatura física una vez que soy adulto. Trabaja en lo primero y no pierdas el tiempo quejándote de lo segundo.
6) Atrévete a expresar tus opiniones.
Aprende y atrévete a defenderlas sin pensar que son peores que las del resto.
La baja autoestima, el origen de graves problemas
No sentirte bien contigo mismo no significa solo que te sientas mal en bañador o inseguro sobre tu cuerpo. Según nuestros expertos Maribel Moreno y Francisco Herrera, tener una baja autoestima puede conllevar dificultades en diversos ámbitos de la vida, como por ejemplo
Depresión: si mi mensaje sobre mí es siempre negativo o peor que el que hago de los demás, finalmente sufriré una insatisfacción crónica que puede conducirme a estados de tristeza permanente sin atisbo de esperanza en conseguir una vida mejor. Como veíamos antes, el autosabotaje me impedirá atreverme a conseguir metas deseadas, por lo que confirmaré mis peores augurios sobre mí mismo.
Dependencia emocional: mi baja autoestima me puede llevar a pensar que necesito a los demás más de lo que en realidad los necesito. Especialmente me acercaré a personas a las que yo considero admirables por alguna característica especial; ser su amigo o su pareja me dará la validez que creo que no tengo por mí mismo. Es frecuente pasar de una relación de pareja a otra ante la dificultad de estar solos, sin un criterio de elección adecuado. “Mejor mal acompañado que solo”.
Maltrato: como consecuencia de lo anterior, existe el riesgo de acercarme a personas aparentemente muy seguras que detecten mi inseguridad y abusen de mí, llegando incluso al maltrato psicológico o físico.
Conductas de riesgo: el ánimo triste, el acercamiento a personas “admirables” (los más atrevidos del grupo de amigos, por ejemplo) y nuestra necesidad de ser aceptados por ellos o el autosabotaje nos pueden conducir a conductas que nos hagan creer que valemos más o que nos permiten evadirnos de nuestros sentimientos negativos. Así, no es infrecuente el uso de drogas con el riesgo de crearnos una adicción u otras conductas autodestructivas que vayan incluso contra nuestros propios valores.
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Fotos | Pixabay, Unsplash
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