Cómo saber si padeces el síndrome de la impostora

Cómo saber si padeces el síndrome de la impostora

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Cómo saber si padeces el síndrome de la impostora

Hola, me llamo Olga y soy un fraude. Empecé la universidad con 16, pero no porque era superdotada o algo, fue una combinación de circunstancias. Nunca suspendí un examen, de hecho acabé con una media muy alta, 9,11 sobre 10. Pero fue porque tengo cara de persona inteligente y los profesores pensaban que sé más de lo que realmente sabía. He trabajado en tres países distintos y en todos me ha ido bastante bien, he tenido cierto éxito profesional. Pero simplemente conseguía caer bien a los jefes. Es un poco sorprendente, porque tengo pocas habilidades sociales, muchas veces soy torpe en la comunicación, tengo un sentido del humor extraño y paso por borde. De alguna manera consigo engañarlos a todos.

Ahora, por ejemplo, me han pedido que escriba un artículo sobre el síndrome del impostor, como si supiera de ello. He leído algunos artículos y los sesgos cognitivos, estos pequeños fallos de nuestra mente a los que pertenece este síndrome, me interesan mucho. Pero no soy una experta.

Qué es el síndrome del impostor

Según la definición generalmente aceptada, tienes el síndrome del impostor si eres incapaz de asumir que tus éxitos son tuyos. Siempre encuentras un “culpable” fuera: ha sido suerte, las preguntas eran fáciles, el jefe poco exigente, el público no se dio cuenta que en la diapositiva 28 había una errata.

Además, es algo así como un círculo vicioso: como sabes que no vales nada, te vuelves perfeccionista y te esfuerzas más, para que no te descubran. Eso hace que recibas más halagos por tu buen trabajo. Lo que lleva a una mayor preocupación por ser descubierta.

¿Por qué uso el femenino? Porque, según algunos estudios, las mujeres están más afectadas por este síndrome. Según otros, no hay diferencias por sexos. Pero parece ser que a los hombres les cuesta más reconocer sus vulnerabilidades. Así que al final hay más mujeres “impostoras” reconocidas.

El síndrome del impostor es bastante común. Los estudios llevados a cabo en los ‘80 encontraron que 2 de cada 5 personas de éxito lo tienen. Es más, el 70% de la población se ha sentido así en algún momento de la vida. Entre “impostores” famosos están Emma Watson, Sheryl Sandberg o incluso Albert Einstein, quien decía, hacía el final de su vida, que la excesiva consideración que la gente tiene por su trabajo le hace sentirse incómodo.

No se puede definir como un trastorno algo que tiene un 70% de la población, por tanto el síndrome del impostor no lo es. Tampoco es un rasgo de personalidad, aunque hay personas más propensas a sentirlo. Es más bien un patrón de comportamiento, una manera de reaccionar ante ciertas situaciones.

El síndrome del impostor es fascinante, te hace a la vez insegura y prepotente: “Soy una inútil, pero consigo engañarlos a todos”.

Qué hacer si te sientes una impostora

No voy a preguntar si te has sentido alguna vez como una impostora. Viendo los porcentajes, es muy probable que sí.

¿Pero hace falta hacer algo al respecto?..

El síndrome del impostor puede tener dos posibles consecuencias: el perfeccionismo o la dejadez. Lo primero hace que te esfuerces cada vez más y estés cada vez más frustrada, por el efecto del círculo vicioso del que ya hablamos. Lo segundo ocurre cuando te convences que la gente no es capaz de diferenciar un buen trabajo de uno malo y dejas de esforzarte. Tu trabajo empeora y consigues lo que buscabas: la prueba de que eres una inútil.

Vale, ¿y qué hacemos?

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Una de las recomendaciones habituales es escribir un diario sobre tus éxitos profesionales. Registrándolo todo por escrito consigues ordenar tus pensamientos y emociones, lo que te ayuda a ser más objetiva con lo que te pasa. Revisando el diario después de un tiempo, cuando la carga emocional de un evento ha desaparecido y tu éxito ha dejado de asustarte, te das cuenta que sabes y puedes mucho más de lo que crees.

Si no tienes diario y necesitas ayuda urgente con tu impostor interior, simplemente repasa y actualiza tu CV. No es lo mismo, pero a mí me funciona.

Otro buen consejo, fácil de aplicar y con resultados acumulativos, viene de una fuente inusual: una telenovela argentina. En ella una señora mayor, rica y con mucha clase, le enseñaba a su sirvienta, que luego resultó ser hija ilegítima de su hijo, o sea, su nieta (es una telenovela, he avisado), cómo aceptar cumplidos: “No digas que en realidad no estás guapa o que el vestido es un trapito. Simplemente di gracias”.

Cuando, al recibir un cumplido, en vez de disculparte empiezas a decir “gracias”, al principio tu mente sigue protestando y diciendo que no es para tanto. Pero poco a poco, en su esfuerzo de ser coherente con lo que dices, tu cerebro se acostumbrará a creer que te mereces cada halago que recibes.

Así que, la próxima vez que alguien te felicite por tu trabajo, haz un ejercicio de humildad. Acepta el cumplido. Querida impostora, simplemente di “gracias”.

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Fotos: Pixabay.com
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