Cuando empiezo a morderme las uñas ya no puedo dejar de hacerlo

Cuando empiezo a morderme las uñas ya no puedo dejar de hacerlo
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Morderse las uñas es un problema bastante común en la infancia, pero algunas personas lo podemos arrastrar hasta la vida adulta. Este comportamiento puede causar problemas como dolor, deformación de los dedos e incluso vergüenza en quienes se las muerden de manera compulsiva.

Si conocéis a alguien que se muerda las uñas de manera habitual - o si vosotros mismos lo hacéis - quizás nos hayáis escuchado alguna vez decir que les desagradan sus manos así y que les gustaría dejar de hacerlo, pero que al final son incapaces incluso aunque hayan probado varias cosas para evitarlo.

Si alguna vez os habéis mordido las uñas quizás hayáis vivido lo que nos pasa a muchos: empezamos a mordernos las uñas y no somos capaces de parar. Vamos viendo como las uñas cada vez están más feas, pero no paramos hasta que la uña llega al ras del dedo.

A qué se debe el hábito de mordernos las úñas

Este comportamiento también se le conoce como onicofagia y es un hábito bastante extendido, ya que cerca de un 30% de la población se muerde las uñas. Su incidencia es más habitual en niños que en adultos y puede deberse a una falta de control de impulsos. En 2012 la Asociación Americana de Psicología incluyó la onicofagia en el listado de trastornos obsesivos compulsivos cuando este comportamiento se da de manera repetitiva o en casos graves o extremos.

Sin embargo, todavía no existe un consenso claro sobre por qué nos mordemos las uñas. Algunas explicaciones clásicas, como las de Freud, creían que se debía a una fijación oral que vendría dada al detenerse el desarrollo psicosexual en la fase oral. Esta teoría no ha sido demostrada científicamente y está en desuso.

Investigaciones más recientes explicaban que el hecho de morderse las uñas podía ser el reflejo de un estado emocional ansioso o preocupado. Este tipo de comportamiento puede surgir como herramienta para manejar el estrés o la ansiedad a falta de una técnica más adecuada. Pero no solo eso, sino que también puede darse cuando estamos aburridos, o hambrientos o frustrados.

En ocasiones no aprendemos a manejar nuestras emociones - especialmente las negativas - y adquirimos herramientas no tan saludables ni adaptativas para canalizarlas o liberarlas. El caso de la onicofagía podría ser un ejemplo.

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Por qué no podemos dejar de mordernos las uñas

Aunque verse la uñas y los dedos deformados pueda resultar desagradable, las personas que tienen esta costumbre reciben ciertos beneficios al continuar con ella, lo que hace que les resulte muy difícil dejar de morderse las uñas.

Para empezar, puede resultar placentero y relajante, por lo que, aunque no sea el hábito más saludable y adecuado de todos, resulta difícil dejar de hacerlo. Si estamos nerviosos, no poseemos otras herramientas para manejar esos nervios o estrés, y mordernos las uñas nos relaja, seguiremos haciéndolo siempre que nos sintamos nerviosos. Por ello sería necesario adquirir herramientas más adecuadas para relajarnos.

Por otro lado, las personas especialmente perfeccionistas pueden sufrir de cierta irritación cuando las cosas no salen como ellos esperan. Para estas personas, morderse las uñas es un medio para manejar esa irritación. De nuevo, se trata de una situación emocional que no pueden manejar de otra manera, y acuden a la que les hace sentirse bien: acabar con todas sus uñas usando solo sus dientes.

Por qué dejar de hacerlo si es relajante

Mordernos las uñas puede derivar en problemas físicos de salud, pero también en problemas psicológicos añadidos

Es cierto, para algunas personas es relajante e incluso placentero. Entonces, ¿por qué dejar de hacerlo? Empecemos por lo que a salud física se refiere: en las uñas se acumula multitud de suciedad, por lo que cada vez que nos mordemos una uña estamos poniendo toda esa suciedad en nuestra boca con los riesgos para nuestra salud que esto conlleva.

Además de esto, mordernos las uñas hasta hacernos heridas puede derivar en infecciones y, como puede contaros casi cualquiera que se las muerda de manera habitual, en la deformación de los dedos.

A esto se le añade que resulta antiestético y, aunque en el momento produzca placer y relajación, el verse las manos así y no ser capaz de parar puede aumentar la ansiedad y la irritación de la persona que sufre onicofagia. No solo eso, sino que puede llevarles a sentir vergüenza o incluso problemas de autoestima y de autoeficacia por no ser capaces de controlarlo.

Más allá de eso, su principal motivo de existencia es el control de emociones negativas que la persona no es capaz de manejar de otra manera. Sin embargo, morderse las uñas no acaba con el problema subyacente, sino que lo disfraza durante un rato breve, pero el malestar volverá y por mucho que nos mordamos las uñas no vamos a conseguir hacer que desaparezca del todo.

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Cómo dejar de mordernos las uñas

El hábito de mordernos las uñas es tan automático que puede ser que no seamos conscientes de que lo estamos haciendo o de cuántas veces al día y en qué momentos nos las mordemos. Por ello, algunas investigaciones sugieren que los tratamientos que nos hagan ser conscientes de nuestro comportamiento pueden ser efectivos. Dentro de estos tratamientos encontraríamos el uso de pintauñas o gotas con mal sabor, que al llevarnos los dedos a la boca nos hagan darnos cuenta de que lo estamos haciendo.

Otras técnicas incluyen el hacer un análisis funcional de las causas onicofagia. Conocer en qué casos surge y qué función cumple este hábito en la persona que lo lleva a cabo podría ayudar al terapeuta o médico a escoger el tratamiento que sea más adecuado para esa persona en concreto.

Si nuestro hábito viene dado por necesidad de manejar la ansiedad o el estrés, lo ideal es que aprendamos o adquiramos otras técnicas más saludables y adaptativas de relajación. O incluso que trabajemos en conocer nuestro problema y a canalizarlo de manera adecuada. Lo que parece claro es que utilizar los castigos como técnica para que alguien deje de morderse las uñas no funciona y por eso mismo no debería utilizarse en estos casos.

Algunas personas consiguen evitar morderse las uñas al no poder alcanzarlas y, sobre todo, al verse las manos bonitas. Por ello, algunas personas consiguen dejar de morderse sus uñas poniéndose uñas de gel o acrílicas.

Nuestra mejor opción, si tenemos dudas sobre cómo conseguir dejar de mordernos las uñas, es acudir a nuestro médico o a un profesional de la salud mental que pueda asesorarnos sobre cuáles son nuestras mejores opciones.

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