Acabas de ver un anuncio de empleo interesante. Te encaja. Te ves en ese puesto. Piensas en que tu CV necesitaría un pequeño retoque para mostrar mejor tu experiencia y preparación para ese trabajo. Aún así, lo envías sin retocar. “A ver si hay suerte”, te dices.
Ese chico tan majo que vive en el sexto. Es bastante guapo. Vale, es muy guapo. Hace triatlon. Toca en un grupo de jazz. Siempre te hace reír cuando coincides con él en el ascensor. Anoche te invitó a tomar algo. A ti. A la que le sobran siete kilos, tiene el pelo encrespado y acaba de suspender el examen de conducir por sexta vez. Le dices que no puedes. “Es demasiado bueno para mi. Si salimos, seguro que me las arreglo para decir alguna estupidez y meter la pata”, te repites.
Te acabas de mudar a la ciudad. Es mucho más grande que tu pueblo. Te sientes un poco perdida. Menos mal que tienes aquí a tu amiga de la infancia. De hecho hoy monta una pequeña fiesta en su casa, así puedes conocer su grupo de gente. Pero… No te apetece ir. Te imaginas allí, metida en un rincón, con todo el mundo hablando de sus cosas, pasando de ti… Te pones el pijama y te metes en la cama. Mandas un whatsapp: “Muchas gracias por todo, pero no puedo ir, me ha entrado dolor de cabeza, otra vez será”. Y apagas el móvil.
Por si no lo sabías, el autoboicot es esto.
Todo el mundo ha hecho algo así en un momento u otro de su vida. Sin embargo hay personas para las que se trata de un patrón habitual de comportamiento. Si todo te va mal, quizás tu problema sea precisamente este.
Por qué nos boicoteamos
El autoboicot es un fenómeno que no encaja en la imagen racional del ser humano, el que decide qué quiere conseguir, luego planifica sus pasos para alcanzar el resultado deseado y después ejecuta, en orden de prioridades, los pasos definidos. Sería fácil, genial y aburrido si fuera así.
En realidad los humanos somos capaces de cosas tan extrañas como las que descubrió un estudio realizado en 1978. En él un grupo de estudiantes tenía que resolver un problema matemático. A todos se les decía que habían acertado. Antes de pasar al segundo problema, podían tomar, si querían, una sustancia que afectaba su capacidad cognitiva. ¿Lo sorprendente? Muchos elegían tomarla. ¿Por qué? Para tener una justificación si fracasaban en el segundo intento.
Las cosas extrañas que hacemos los humanos siempre tienen un sentido, aunque a primera vista parezcan absurdas. El autoboicot nos permite evitar una experiencia desagradable o estresante en el corto plazo (no ser seleccionada para un trabajo, sentirte torpe en una cita, encontrarte sola en una fiesta) a cambio de no conseguir nunca las cosas con las que soñamos (un buen puesto, una pareja, amistades).
Una de las explicaciones del autoboicot, de la que habla Edward A. Shelby en Psychology Today, es que la consecuencia negativa aparece a largo plazo, mientras el alivio del sufrimiento es instantáneo. Por eso nos cuesta relacionar el efecto negativo con lo que lo ha provocado.
Un apunte más sobre las causas del autoboicot viene de Susan David quien, en su artículo publicado en Harward Business Review, dice que el autosabotaje se suele producir cuando nos fijamos objetivos influidos por los demás, por ejemplo, cuando decidimos estudiar una carrera determinada porque nuestra familia lo espera de nosotros. Sin embargo, cuando nuestra motivación es intrínseca, cuando hacemos lo que realmente nos gusta, los fracasos son menos dañinos.
Cómo superar el autoboicot
En el mismo artículo, David recomenda fijarse en los síntomas, para empezar: si dejas de esforzarte, si empiezas a poner excusas, si recurres a todo tipo de distracciones, quizás te estés saboteando.
Otra manera de diagnosticar el autoboicot, mencionada en el artículo de Edward A. Shelby, es analizar tus aspiraciones a largo plazo y ver si tu comportamento actual es coherente con estas aspiraciones. Si tu sueño es tener más amigos, pero rechazas todas las invitaciones a salir, es evidente que algo no encaja.
Si tienes claro que te estás saboteando, Susan David recomienda usar la interminable lista de excusas que pones para transformarlas en elementos de tu éxito: extrae de ella lo que está bajo tu control y úsalo para prepararte. ¿No buscas un nuevo trabajo porque no se te dan bien las entrevistas? Practíca. ¿Tú inglés no es muy bueno? Busca un profesor. ¿Crees que no mereces salir con ese chico porque tienes sobrepeso? Falso, pero usa este argumento para ponerte en forma.
El autoboicot es un síntoma
Aunque llamativo, el autoboicot no es más que un síntoma del verdadero problema: algo no está bien en tu vida.
Puede que no tengas claros tus objetivos y asumes los que te imponen los demás. No es de extrañar que desistas con la primera dificultad encontrada.
O puede que tus experiencias anteriores han hecho que te sea difícil enfrentarte a un posible fracaso, incluso cuando deseas con todas tus fuerzas el objetivo que te has fijado.
Como cualquier síntoma, el autoboicot tiene un aspecto positivo: es una señal de alarma. Tómatelo como una un regalo. No es que seas vaga, no es que seas inútil. Cambia de objetivos, si los que persigues no son tuyos. Busca ayuda si te sientes incapaz de enfrentarte a otro fracaso, por muy pequeño que sea. Haz algo y hazlo ya. No estamos aquí para pasar nuestras vidas en pijama.
Foto: Unsplash
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