Si buscas el bienestar y que la felicidad llegue a tu vida, no deberías preocuparte por haber fracasado en lo que tu yo de los 20 pensaba que ocurriría al cumplir años
Es habitual que con 20 años nos planteemos el futuro. Un trabajo al estilo de Carrie Bradshaw. Una casa con perro y cuatro gatos. Dos hijos, Alicia y Héctor. Un buen marido, porque casarse mola. Ahora, pasados los 30 de largo, miro a esa chica y me pregunto quién era. ¿Porque pensaba que el bienestar tenía que ir mano a mano con el capitalismo?
Con 20 pensábamos que con 30 deberíamos tener resuelta la casa, la pareja y el trabajo. Y la realidad con 30 es que deberíamos tener resueltas otras cosas para conseguir ese bienestar que tanto nos esmeramos por conseguir. Y si alguna aún no la has conseguido, no te preocupes, aún tienes tiempo de sobra para ponerte en marcha.
Saber decir que “no”
Mi mejor amiga y yo nos conocimos en el trabajo, pero nos hicimos amigas cuando descubrimos que a ambas nos costaba muchísimo decir que no. Ese pensamiento de decir que no porque simplemente no quiero hacer un plan, era algo de lo que ninguna de las dos nos veíamos capaces. “Es egoísta”, pensaba mi cerebro. Pero la treintena me ha regalado el conocimiento suficiente para saber que ponerte por delante y que tus necesidades sean las primeras de la lista no es egoísmo, es salud mental.
"La única forma de tener éxito es aprender a decir que no". Son palabras de Bruce Tulgan, experto en liderazgo que ha creado Rainmaker Thinking, pero no solo es clave para tu trabajo. Es clave para tu vida y para todas las relaciones. Tanto que debería enseñarse en la escuela. Si aún no sabes decir que “no” de una forma asertiva, con confianza y sin culpa, te dejo por aquí tres trucos para conseguirlo.
Dejar de pensar que todo depende de ti
Entramos en terreno pantanoso porque voy a hablar de todo este mensaje a lo Mr. Wonderful te culpabiliza a ti si no consigues lo que te propones. Sin embargo, saber que existen hechos limitantes que no dependen de ti es tranquilizador y nos ayuda a poner el foco en lo que sí podemos cambiar y dejar de frustrarnos por todo aquello que no depende de nosotras. “A los 20 no era consciente de todos los factores externos a mi que me limitaban”, asegura María Yuste.
No es dejar que la vida pase porque no tenemos impacto en ella, sino cambiar la idea de que todo depende de nosotros por una visión más realista que evitará que nos frustremos. Es el positivismo bien entendido y alejado del positivismo tóxico que asegura que “tú puedes con todo”.
Aprender a soltar
De la misma manera, soltar lo que no nos hace bien nos hace más felices. Piensa en una pareja narcisista, tóxica, que te tiene como un complemento más en su vida. Soltar esa relación y dejar que se aleje de tu vida es una oda al amor propio con resultados que ni imaginas. Y también es aplicable a amigas, familia y cualquier persona que sea un vampiro emocional. Si esa relación no te aporta felicidad, aprende a soltarla.
Abrazar la tranquilidad
Iria asegura que “aunque tengas las cosas que creías que querías tener llegada cierta edad, no sientes nunca que hayas alcanzado lo que querías. Estoy casada, tengo un hijo, tengo una casa, tengo un trabajo con responsabilidad, todo lo que me veía teniendo en la vida y, aún así, no siento que haya alcanzado la vida que quería. Siempre hay algo más. Las expectativas van cambiando y sumándose y acabamos queriendo cosas inalcanzables por muchos motivos”. La culpa es del capitalismo que nos hace querer siempre más, sin embargo con los años descubrirás que quieres una vida tranquila. Dejar de correr una carrera en la que la meta se va moviendo todo el rato
Por ejemplo, pasar el domingo metida en la cama, leyendo, tumbada, abrazada a tu mascota o a tu pareja. Sin más. Nos venden ese plan como uno terrible en el que no hacemos nada porque la productividad nos persigue como un asesino en serie dispuesto a matarnos si nos quedamos quietas. Nada más lejos de la realidad. No hacer nada es bueno para nuestra creatividad y nuestra salud mental, lo dice la ciencia.
Dejar de pensar que tener pareja es imprescindible para ser feliz
Yuste nos asegura que a los 20 pensaba que la felicidad era vincularse con otros, tener pareja. “Ahora mi perro me ha enseñado lo que es el amor de verdad”, asegura. Cristina Sobrino siempre pensó que el patrón que le haría feliz sería terminar con la pareja de toda la vida. “Ahora estoy un poco abierta a todo, cuando quizás lo lógico habría sido a la inversa: verlo todo con mayor amplitud de miras a los 20 y más cerrado a los 30”.
A medida que pasan los años y vamos acumulando diferentes tipos de relaciones nos damos cuenta de que solo necesitamos unas pocas personas en nuestra vida para ser realmente felices, como explicaba la Universidad de Harvard. Y no tienen porqué ser parejas. Como nos explicaba Pepa “tengo las amigas más alucinantes y he depositado en ellas más tiempo, amor y peso vital que en parejas como hacía a los 20”.
Intentar conocerte
Tendemos a pensar en que nos conocemos. En mi caso creía a los 20 creía que me conocía al dedillo. Ahora me acerco peligrosamente a los 40 y me alegra saber que no me conozco del todo. Ese trabajo de autoconocimiento y autoconciencia es diario y pequeño, pero pensar que sabemos cómo somos nos impide cambiar, algo normal con el paso del tiempo y además muy recomendable. Esta es una de las más complicadas de llevar a cabo, pero no imposible, y podemos cultivar esa autoconciencia con ayuda de un journaling, por ejemplo.
“Ahora es cuando más segura de mi misma estoy porque he tomado conciencia de mí misma y me valoro más. Aún queda mucho por recorrer y tengo momentos, pero la Cristina de 20 años creo que estaría orgullosa de todo lo que he conseguido en ese sentido”, asegura Cristina, que es el vivo ejemplo de cómo conocernos, mejora nuestra autoestima.
Saber dejar ir aquello que no controlas
A colación de lo anterior está esto que la psicóloga y directora de Trendencias, Iria Reguera, afirma que es una de las cosas que ha resuelto y más le han cambiado la vida para bien: “no puedes controlarlo todo, y eso está bien”. De hecho esto es una de las reglas de oro para conseguir el Ikagai japonés, una filosofía que persigue el bienestar emocional para sumar años de vida.
“Siempre me dio mucha tranquilidad pensar que mi vida estaba muy guiada, muy centrada, a esa edad”, aseguraba Cristina. Pero en un giro loco de los acontecimientos se ha dado cuenta de que ha aprendido a convivir con la incertidumbre. “Aunque no es que esté como pez en el agua, pero también me gusta no tenerlo todo superatado. Me ilusiona ver qué giritos de guión se van desentrañando”, explica.
Dejar ir todo aquello que no podemos controlar implica reducir el número de preocupaciones y nos permite centrarnos en aquello que sí es modificable por nosotras mismas. Es tranquilizador. Por ejemplo, no puedo controlar lo que otros piensan de mí pero sí está en mi mano vivir cada día de acuerdo a mis valores, lo que hace que sea más auténtica y por lo tanto, más feliz.
Saber poner límites
Mi yo del 20 diría “¿límites?, ¿eso qué es?”. Pepa López asegura que “no sabía ni que existía el concepto de poner límites. Fui educada en ser indulgente con todo el mundo siempre y en ponerte a ti al final por el bien de los demás siempre”. Ahora todo ha cambiado. Poner límites nos ayuda a darnos el lugar que merecemos, aumenta nuestra autoestima y nos ayuda a no pasar por cosas que no queremos pasar.
Cristina asegura que ella siempre ha sido una persona que no se ha puesto a sí misma como prioridad y cuando era más joven, menos aún. “Ahora, con mucho trabajo, me ha llevado a conocerme más”, y sí, a poner límites para respetar eso que nos incomoda.
Huir del trabajocentrismo
Nos han vendido que el éxito está en trabajar, pero el verdadero éxito está en vivir. Una amiga me comentaba que a los 20 era la persona más corporativa del mundo. Predicaba que había que estar a tope con la empresa, arrimar el hombro. ¿Cómo no vas a colaborar en todas las actividades? Si están genial... Y ahora esa amiga piensa que la vida es mucho más que el trabajo y disfruta más de la vida que tiene fuera de las ocho horas de jornada.
Tener una serie favorita
Puede ser una serie, una película, un libro… Lo que quiero decirte es que necesitas un “espacio seguro” en el que sentirte bien aunque las cosas vayan mal. Algo que te haga sentir cómoda y a lo que puedas acudir en cualquier momento.
Nos gusta que plataformas como Netflix añadan en su catálogo películas y series que nos transporten a la adolescencia y a la amistad porque nuestra memoria es clave para tener una vida agradable gracias a los recuerdos. Pero además, este tipo de contenidos cómodos y que representan para muchas de nosotras un lugar feliz al que acudir, es una herramienta maravillosa para desconectar. Piensa en cuál es el tuyo y podrás acudir a él siempre que quieras.
Cuidarte para tu futuro y no para que otros te vean bien
El Imperio Romano femenino es el peso, pero cuando aprendemos que la comida nos sirve de sustento y para vivir todas esas cosas maravillosas que vivimos, cambia la película. Llevar una vida saludable es bueno para ti, y para tu yo del futuro, pero desde la conciencia de que nos alimentamos para cuidar de nuestra salud y no para que otros vean lo estupendas que estamos.
Lo mismo ocurre con el deporte. Cristina asegura que “físicamente, estoy mucho más contenta ahora, pero no por lo que salte o no a la vista, sino porque por fin creo que he encontrado un punto de equilibrio en el que de verdad disfruto de lo que hago, del deporte que hago, y veo resultados”. Es decir, nos cuidamos para estar bien para nosotras mismas, sin importar el resto.
Es un proceso largo y en el que la ayuda psicológica es una gran aliada, pero se consigue porque como dice Yuste, “creo que todas cada año que pasa nos sentimos mejor”. Y se trata de eso, sentirnos mejor.
Buscar dónde eres realmente feliz
Salir de la ciudad y vivir en la naturaleza, es una de las mejores decisiones que ha tomado Pepa en su vida. Imaginaba que viviría siempre en el centro de Madrid, en un piso cerca del metro y con todo el bullicio de la ciudad. Ahora se ha dado cuenta de lo feliz que es en Fuerteventura, rodeada de naturaleza y disfrutando de grandes espacios.
Tendemos a pensar en que el sitio donde hemos crecido será nuestro hogar para siempre, pero puede que un viaje tonto te descubra que tu verdadera felicidad está junto al mar, en mitad de una montaña o en Tailandia, quién sabe. Piensa en cómo te sientes donde estás ahora y si no es el sitio en el que te gustaría estar. Ya tienes un propósito para perseguir en la vida.
Tener rutinas de autocuidado
Sí, hemos añadido el autocuidado y lo hacemos en todas sus formas. Desde cuidarnos la piel hasta aprender a descansar porque con 20 dormir 4 horas era viable y guay, pero con 30 eso de no dormir 8 horas no es factible.
Y no solo autocuidado como cuidado corporal, también mejorar nuestro cuidado es hacer cosas que nos gusten, las que sean. En mi caso es la cerámica, pero en el tuyo puede ser cualquier cosa que te haga sentir bien y con la que puedas aprender algo nuevo cada vez que lo practiques para mantener en forma tu cerebro.
Saber que tus gustos no te hacen menos cool
“Aceptar que no me gusta salir hasta las seis de la mañana y que eso no me hace menos cool ha sido un logro”, asegura Yuste. Toda actividad que te dé alegría, por pequeña y superficial que parezca la actividad, merece cada minuto que le dedicas y no es motivo de vergüenza. Es lo que algunos llaman los "girl hobbies" y lo que a nosotras nos gusta llamar libertad de expresión.
Aunque sientas que no tienes la vida que esperabas, párate a pensar bien en todo lo bueno que tienes cada día. Aunque sientas que has fracasado en algunas cosas, estás a tiempo de poner en práctica todos los consejos que te hemos dado que te aseguro, afectarán positivamente a tu bienestar. Palabra de treintañera.
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