Las personas con apego seguro son capaces de repetirlas a diario sin dudar, y eso influye positivamente en su autoestima y bienestar
Muchos de los desafíos y las dificultades que experimentamos como adultos tienen su raíz en patrones que aprendimos en la primera infancia y en los estilos de apego que desarrollamos como resultado de esas vivencias. Cuando el estilo de apego que desarrollamos es seguro, no solo mejora la imagen que tenemos de nosotros mismos, también conseguimos que la validación externa no nos importe tanto como la nuestra propia, y conseguimos construir relaciones más saludables con los demás y también con nosotros mismos.
Es posible que nosotros seamos personas con un apego seguro, exploradores conectados, término que la Dra. Judy Ho, neuropsicóloga clínica y forense certificada, describe en sus libros. Como explica en la CNBC la Dra. Judy Ho, existen cuatro frases que estas personas se dicen a sí mismos con regularidad y que les ayuda a tener más autoestima, construir relaciones más sanas y ser más felices. Si eres capaz de decirlas con sinceridad, estás de enhorabuena. Y si no es así no te preocupes, el apego es algo que podemos trabajar con ayuda psicológica para que cambie.
“Puedo manejar lo que se me presente”
Cuando tenemos un apego seguro es más probable que también contemos con una habilidad tremendamente útil ante los desafíos: la resiliencia. Esa flexibilidad psicológica les permite afrontar, aceptar y adaptarse mejor a las situaciones difíciles, porque saben que pueden salir reforzados de ellas. Además poseen la capacidad de “cambiar el guión”, lo que les permite “dejar de obsesionarse con un resultado determinado, adaptar sus estrategias de afrontamiento y encontrar soluciones y caminos diferentes para alcanzar sus metas” como asegura Ho. De esta forma cuando se enfrentan a algo desafiante, son capaces de controlar los niveles de estrés y ansiedad porque confían en sus capacidades y en que cuentan con las herramientas para superarlos, y si no las tienen, saben que pueden aprenderlas.
“Creo en mí mismo y me quiero”
Una persona con apego seguro tiene una alta autoestima. Confían en sí mismas y como explica Ho, “es más probable que tengan sentimientos positivos constantes sobre sí mismas, sus habilidades y su percepción de aceptación por parte de los demás”. Son personas que no se avergüenzan ni de quienes son ni de lo que hacen, aunque cometan errores o fracasen. Esto se debe a que de niños, “la confianza, el apoyo y el cuidado que recibieron les proporciona una especie de protección contra la sensación generalizada de que hay algo defectuoso o incorrecto en ellos.”, añade la experta.
“Puedo conseguir resultados positivos”
Los exploradores conectados de los que habla Ho, tienen un gran autocontrol y confianza, de nuevo fruto de la crianza “Sus cuidadores estuvieron disponibles, fueron sensibles a sus necesidades y respondieron a sus señales emocionales”, explica la experta. Por eso fueron aprendieron a tomar decisiones y a afrontar las consecuencias de las mismas, buenas y malas. Esto es algo que busca el estilo de crianza de los “padres faro", que el niño tenga libertad para desarrollarse, aunque tenga el soporte de los adultos que le cuidan.
Cuando tienes un apego seguro sabes que no todo está bajo tu control y, que existan cosas que no dependan de ti no te angustia. Además, estas personas “creen que, la mayoría de las veces, si se esfuerzan, podrán lograr lo que se propongan”, afirma Ho, lo que es vital para crear una sensación de estabilidad y para creer que eres capaz de conseguir tus objetivos. Y algo vital a la hora de relacionarse, quienes tienen un apego seguro y experimentan conflictos o desafíos, “tienen una gran tolerancia a la frustración, pueden comunicarse de manera eficaz y utilizan habilidades de resolución de problemas para llegar a una solución”, como indica la neuropsicóloga.
“Puedo ser independiente y confiar en los demás”
No somos menos fuertes e independientes por estar más solos. Al contrario. Los seres humanos somos seres sociales y necesitamos conexión, pero a la vez también necesitamos autonomía. Lo saludable es encontrar un equilibrio entre ambas que en psicología se conoce como interdependencia. Se trata de valorar las relaciones, pero sin dejar que estas consuman su propio espacio personal. Saben dónde terminan ellos y dónde comienzan los demás y son capaces de valorar tanto el tiempo compartido como el tiempo en soledad. Pueden pedir ayuda, pero también se sienten cómodos enfrentándose a los desafíos a solas. Además, y como explica la experta, en las relaciones románticas mantienen sus propios intereses alentando a su pareja a que haga lo mismo y no experimenten tanta ansiedad, miedo o dudas en sus relaciones.
Fotos | Giorgio Trovato en Unsplash, Amie Roussel en Unsplash
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