No hace falta escuchar música clásica, ir al teatro y saberte al dedillo ‘El quijote’ para ser realmente culto, porque es más bien una cuestión de perspectivas y desarrollo personal
Si te pidiera ahora mismo que pensaras en alguien que crees que es culto, de tu entorno, ¿podrías decirme un nombre? Para muchos ser culto puede significar ir al teatro, entender de vinos, escuchar música clásica o esa persona que puede mantener una conversación sobre literatura en la que hasta Arturo Pérez Reverte se perdería, a pesar de ser tan listo como piensa que es.
Ser culto y ser inteligente puede parecer lo mismo, pero en realidad hay diferencias. Nicholas Lezard publicó en The Guardian un artículo sobre la diferencia usando ‘Esperando a Godot’, de Samuel Beckett para el proceso, pero no quiero ponerme intensa y lo simplificaré diciendo que ser culto tiene que ver con la exposición a diferentes ideas y perspectivas y tradiciones, y tiene más que ver con las experiencias y el desarrollo personal que vivimos con ellas, que con los títulos que tengas. Como bien explica Lachlan Brown, experto en desarrollo personal, es una cuestión de perspectiva sobre la riqueza de tu vida. De hecho, es probable que seas más culto de lo crees si has tenido estas experiencias.
Has vivido en el extranjero
Aunque nos guste viajar, algo que como ya decía Mark Twain ”es fatal para los prejuicios, la intolerancia y la estrechez de miras”, la cosa cambia cuando has vivido en un país diferente al tuyo. Es una experiencia realmente transformadora por muchos motivos. Según United Studies, el 75% de los estudiantes que viven fuera, consiguen un aumento significativo en su comprensión cultural y tolerancia. Cuando vives en el extranjero dejas de ver el país desde la barrera del turista y pasas a sumergirte de lleno en él y en su cultura, participando de forma mucho más activa.
Aprendes sobre sus costumbres, observas cómo viven otros y eso fomenta la comprensión, la empatía y la adaptabilidad. Una persona realmente culta es flexible en sus perspectivas porque ha visto y vivido más y sabe que existen tantas opiniones como personas hay en el mundo.
Lees mucho, y lecturas de todo tipo
En ‘Cien años de soledad’ de Gabriel García Márquez, podemos ver la esencia del realismo mágico, un estilo literario muy arraigado en la cultura latinoamericana. Mezclando realidad y ficción cuenta la vida de una familia en el pueblo donde descubrimos mitos, tradiciones y supersticiones. Cuando leemos a Haruki Murakami, podemos descubrir Japón sin movernos del sitio y cuando leemos ‘Mujercitas’, descubrir la América de Louisa May Alcott.
Leer aumenta nuestra inteligencia emocional pero también potencia nuestra cultura general, nos hace más empáticos y favorece funciones ejecutivas como la memoria, la planificación, la capacidad de atención o el autocontrol. Los libros nos hacen más humildes intelectualmente y mejoran nuestra toma de decisiones, además de ser un hábito que fomenta la creatividad en los niños. Y cuanto más, y más variado, sea lo que leemos, más apertura de mente tendremos y más cultos seremos.
Has participado en un intercambio cultural
No hace falta coger un avión para vivir esto en primera persona. Mi sobrina mayor tiene una amiga cuyos padres son chinos y no celebran las fiestas navideñas como hacemos los occidentales. La primera vez que fue a casa a celebrar la nochevieja y el año nuevo, participó en un intercambio cultural, igual que la primera vez que otra de sus amigas, esta vez italiana, vino a casa de mis padres a comer cocido. Desde mi punto de vista, alrededor de una mesa y compartiendo comida que es culturalmente diferente a la nuestra, es como más fácil podemos aprender de otros. Pero hablando también se aprende. Que otros nos expliquen sus tradiciones y contestemos con un “cuéntame más”, nos da la oportunidad de aprender. Y sí, ser culto también es tener voluntad para aprender de otros.
Has estado en fiestas culturales fuera de tu comunidad
Nos referimos a fiestas de todo tipo, desde el carnaval de Las Palmas hasta el Holi en La India, pasando por el el Mardi Gras de Nueva Orleans, los encierros de Pamplona o la Tomatina de Buñol, que no hace falta salir de España para impregnarnos de otra cultura. Hasta la Semana Santa de Sevilla es una oportunidad única para conocer algo diferente. Cada una de estas fiestas es una vibrante muestra de las tradiciones, el patrimonio y la cultura de una comunidad que no tiene por qué ser la tuya. Puedes probar la gastronomía típica, conocer las creencias, bailar los bailes típicos, descubrir mitos y leyendas y un sinfín de experiencias. Cuando las vives, especialmente aquellas que no pertenecen a tu propia cultura, aprecias la diversidad y consigues tener una comprensión más amplia del mundo, señal inequívoca de que eres una persona culta.
Has probado diferentes cocinas
La comida es un lenguaje universal, pero también es el reflejo de la historia, las tradiciones y hasta de la geografía de un lugar concreto. Probar diferentes cocinas es como un viaje culinario alrededor del mundo y eso es cultura en sí mismo. La suerte es que no te hace falta viajar para recorrer el mundo. Con la increíble oferta gastronómica que existe hoy en día, cualquiera puede probar una musaka increíble sin tener que viajar a Grecia.
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