Me he alejado de la infelicidad con un solo ejercicio. Es tan fácil que solo necesitas 5 minutos al día

A veces necesitamos comportarnos como personas felices si realmente queremos serlo. Así, aumentar nuestra sensibilidad a la recompensa puede ser un aliado para encontrar el bienestar

Hace unos meses la felicidad abandonó mi cuerpo sin motivo aparente. Comencé achacándolo a la astenia primaveral, que dejaba mi cuerpo cansado. Pero la primavera quedó lejos y la sensación seguía ahí. Era desidia. La desidia es, una de sus definiciones, el abandono de una oportunidad. Puede ser por pereza, por desmotivación, por apatía, por desgana… había perdido mi impulso por buscar la felicidad y mi capacidad para disfrutar de las experiencias hasta cuando me he ido de vacaciones.

Así es como di con lo que los psicólogos llaman sensibilidad a la recompensa, algo que casi todo el mundo puede aprender a entrenar, para disfrutar de sus emociones positivas aunque se sientan cansados o estresados. A todos nos cuesta sentir placer a veces, pero potenciar la alegría es el verdadero camino hacia el bienestar. Es más, a veces necesitamos comportarnos como personas felices si realmente queremos serlo. Yo quería ser feliz y la clave estaba en entrenar mi sensibilidad a la recompensa.

Cómo aumentar la sensibilidad a la recompensa para aumentar el bienestar

La sensibilidad a la recompensa se engloba en la teoría de la sensibilidad al reforzamiento (TSR) del psicólogo Jeffrey Alan Gray, un modelo neuropsicológico sobre la emoción, motivación y aprendizaje y sobre la influencia que tienen determinadas circunstancias sobre nosotros. Según Gray existen tres sistemas que forman parte de este proceso, pero te hablaremos del que nos interesa hoy, el sistema de aproximación conductual (SAC o BAS). Este es un sistema de feedback positivo que se encarga de predecir la sensibilidad a la recompensa de cada persona, ya que actúa ante estímulos positivos. Genera activación y orientación hacia la recompensa y se relaciona con el optimismo, la impulsividad y la tendencia a correr riesgos.

Según aseguraba al NY Times Jenny Taitz, psicóloga clínica y profesora clínica adjunta de psiquiatría en la Universidad de California en Los Ángeles, podemos hacer un ejercicio diario para entrenar esa sensibilidad a la recompensa y aumentarla, aumentando también así nuestro bienestar sin darnos ni cuenta. Vamos a comenzar planificando a diario y durante al menos una semana,” una actividad que nos haga felices o nos dé una sensación de logro” para intentar reeducar a nuestro cerebro y que en el futuro sea menos probable que pospongamos las experiencias positivas por desidia. No hace falta que sean grandes cosas, puede hacerte feliz comerte unas croquetas y como experiencia positiva te valdría. Pero piensa (y haz) al menos una cada día durante una semana. Esfuérzate en hacerla aunque no te apetezca. Insisto, es más importante hacerla que la magnitud que tenga. Puede ser desde dar un paseo hasta leer, llamar a una amiga o visitar a tus padres.

El segundo paso es que, después de experimentar ese momento, cierres los ojos y digas en voz alta y en tiempo presente dónde y cuándo experimentaste la mayor alegría ese día. Como si estuvieras escribiendo un journaling, pero hablándote en voz alta y sin saltarte detalles. Entre los detalles piensa en las sensaciones físicas, cualquiera que sean. Por ejemplo, si has leído un capítulo de un libro en un banco del parque piensa en la brisa, en el sol sobre tu piel, en el olor de la hierba. En si una frase te puso la piel de gallina. “La idea no es solo recordar cómo te sentiste, sino amplificarlo y revivirlo”, asegura la experta, así que esmérate en esa descripción.

Lo que estamos haciendo es “savoring”, un proceso en el que identificamos las emociones positivas y nos sumergimos en ellas para alargar ese momento de alegría. Con ello, y aunque parezca una locura, estamos aumentando su recuerdo y con ello, incrementando la motivación para buscarlas en el futuro. Saborear esas emociones positivas nos ayuda a contrarrestar la tendencia a enfocarnos y recordar solo los aspectos negativos de algo.

Mejorar las emociones positivas puede ser más prioritario para los pacientes con ansiedad y depresión que contener sus síntomas. Es decir, potenciar el bienestar por encima de reducir el dolor. Este estudio de 2023 descubrió que cuando los adultos que sufrían depresión o ansiedad y participaban en una terapia enfocada en potenciar las emociones positivas, afirmaban sentir una mayor mejoría que aquellos cuya terapia se centraba en reducir las emociones negativas. Lo que estaban haciendo era aumentar su sensibilidad a la recompensa.

Aunque podemos sentirnos incómodos o vulnerables cuando nos permitimos sentirnos bien, especialmente en momentos complicados de nuestra vida como podría ser superar una ruptura de pareja, lo cierto es que al prepararnos constantemente para el desastre y para que todo vaya mal o no esté bien, nos perdemos la felicidad que tenemos ante nosotros en este momento.

Fotos | Cedidas por el fotógrafo David López

En Trendencias | Cómo ser más atractivo. Las 17 claves que harán que se fijen en ti

En Trendencias | Swingers: qué son, dónde practicarlo y cómo empezar este tipo de relación si quieres dejar la monogamia

Ver todos los comentarios en https://www.trendencias.com

VER 0 Comentario

Portada de Trendencias