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Williams Stern, hace más de un siglo, desarrolló el concepto de “cociente intelectual" (CI) con el fin de medir la inteligencia humana en base a una serie de test estandarizados. En 1983 Howard Gardner expuso su teoría de las inteligencias múltiples, pero el concepto de CI sigue en uso. Sin embargo, y como nos explicaba la psicóloga Iria Reguera, “la inteligencia no deja de ser un constructo y no está bien definida. ¿Qué es la inteligencia? No es algo tangible ni realmente bien medible.”
Realmente no existe un consenso para la definición de inteligencia. Puede ser la capacidad de aprender, de innovar y de dar respuestas originales a los problemas cotidianos, pero para otros es la habilidad para aplicar los conocimientos. Para otros tantos tiene que ver con la velocidad de procesamiento del cerebro, es decir, con la capacidad de la persona para explorar, ordenar o discriminar información visual de forma rápida y eficaz. Y para otros es la habilidad de regular y coordinar los procesos mentales de base de manera que pueda aumentar la posibilidad de solucionar problemas de orden superior.
El CI no es un dato inamovible y la ciencia ya ha demostrado que un modo de aumentar nuestra inteligencia es trabajando la creatividad, la flexibilidad mental y la resolución de problemas. Y aunque existe un condicionante genético, la inteligencia es entrenable como cualquier otra habilidad, y de una forma mucho más sencilla de lo que parece: añadiendo algunos hábitos a nuestro día a día.
Aprende un idioma
Se sabe que aprender un nuevo idioma tiene efectos directos en nuestro cerebro. A nivel cerebral es uno de los ejercicios cognitivos más completos. La Academia Americana de Neurología afirma que hablar más de un idioma aumenta las vías nerviosas del cerebro y según la University College de Londres mejora la plasticidad cerebral, y potencia el aprendizaje y la memoria.
Toca un instrumento
Según una investigación de la Universidad de Zúrich, tocar un instrumento musical es una forma de aumentar nuestra inteligencia en cualquier edad. El neuropsicólogo y autor del estudio Lutz Jäncke afirmaba a la INC. que “incluso las personas con más de 65 años sufren fuertes cambios en su cerebro tras cuatro o cinco meses practicando con un instrumento durante una hora a la semana”.
Por ejemplo, el neurólogo de Harvard Gottfried Schlaug, demostró que el cerebro de los intérpretes de música solía presentar más materia gris que la de aquellos para los que la música no contaba entre sus aficiones. El experto asegura también que aumenta la conectividad en la red cerebral. Además, existe una conexión directa entre el entrenamiento musical y el desarrollo de la función ejecutiva cerebral, es decir la música tiene una habilidad única para utilizar canales alternativos y conectar distintas secciones del cerebro.
Lee. Lo que sea
Leas lo que leas, los beneficios de la lectura son los mismos: aumenta nuestra inteligencia emocional, mejora nuestro vocabulario, nuestra capacidad de resolver problemas y nuestra comprensión y habilidades de gestión. Un hábito de lectura regular está directamente relacionado con una inteligencia general más desarrollada.
Medita
En el artículo ‘Buddha's Brain: Neuroplasticity and Meditation’, los científicos Richard Davidson y Antoine Lutz afirmaron que prestar atención es una habilidad que se puede aprender como un idioma, y la meditación entrena tu capacidad de prestar atención. Pero hay más estudios que reafirman el efecto a nivel cerebral de la meditación. Este de Brefczynski-Lewis et al, afirma que los meditadores expertos tienen más actividad eléctrica en sus cerebros que los novatos pero el efecto es de “u” y disminuye con el tiempo como ocurre con el aprendizaje de un idioma.
Haz ejercicio físico
La frase “Mens sana in corpore sano” no iba desencaminada ya en el siglo II cuando apareció en las Sátiras de Juvenal. El ejercicio físico es capaz de oxigenar el cerebro y mejorar su funcionamiento. De hecho, a nivel cerebral practicar cualquier tipo de deporte tiene numerosos beneficios en las funciones cognitivas.
Los juegos mentales también ayudan
Los sudokus, rompecabezas, acertijos, juegos de mesa, videojuegos, juegos de cartas y actividades similares aumentan la neuroplasticidad del cerebro. Por ejemplo, aunque sean juegos de mesa sencillos, pasar unas horas jugando contribuye al desarrollo de nuestro cerebro según el grupo de Neuropsicología, genes y ambiente de la Universidad de Lleida.
Con introducir estos hábitos en nuestra vida estaremos ejercitando nuestro cerebro y alimentando nuestra inteligencia, así que toma buena nota.
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