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Las personas sin clase ni educación usan estas ocho frases a menudo sin saber que son groseras

La comunicación dice mucho más de lo que creemos de quiénes somos. Desde nuestra inteligencia emocional hasta nuestro estatus

El lenguaje nos permite expresar nuestras emociones, opiniones y pensamientos, y posibilita la comunicación entre las personas, por lo que es una herramienta fundamental en las relaciones interpersonales. Precisamente por lo primero, se convierte en un claro indicador no solo de quienes somos, sino que puede llegar a revelar nuestra posición social y nivel educativo. John Bowe, autor del libro’ I Have Something to Say: Mastering the Art of Public Speaking in an Age of Disconnection’ y experto en oratoria, asegura que hay frases con las que demostramos respeto a nuestro interlocutor y que son una muestra de “buenos modales”. De la misma forma, existen algunas frases que nos delatan como una persona a la que le falta clase y educación.

Sin ánimo de ofender, pero…

Cuando nos referimos a personas sin clase no lo hacemos a su forma de vestir, sino más bien aquellas que ignoran los sentimientos de los demás al expresar sus pensamientos, aquellas que no tienen respeto al hablar con otras. Pocas frases muestran menos respeto al comunicarnos que una que empieza con “sin ánimo de ofender”, porque con ella está claro que quien la dice, va a ofendernos, pero lo dice igual. Es como poner una señal de advertencia antes del comentario que ellos piensan que les exime de culpa, pero que consigue el efecto contrario porque hace que suene más despectiva y menos considerada de lo que les parece. De hecho muestra una incapacidad para comunicar comentarios o críticas de manera respetuosa.

Si sientes la necesidad de empezar tu frase con un “sin ánimo de ofender”, tal vez sea una señal para que pienses mejor lo que vas a decir antes de decirlo porque seguro que existe una forma más constructiva y menos crítica de hacerlo. Las personas consideradas y con clase evitan las advertencias y se concentran en comunicarse mejor y con asertividad, pero sin dañar de forma deliberada y completamente gratuita los sentimientos de otro.

Es lo que hay

Según explicaba John Bowe a la CNBC, esta frase se suele utilizar como abreviatura de “no te quejes”. No solo muestra una increíble falta de empatía, especialmente cuando alguien nos cuenta algo que le preocupa y contestamos con ella, sino que también es una forma velada de decirle que no nos interesa y una muestra de falta de inteligencia emocional.

Lo que sea…

¿Lo notas? Eso que percibes al leerlo es falta de respeto hacia los demás. La frase “lo que sea” muestra una falta de interés por lo que dice la otra persona. No es neutra y transmite indiferencia, especialmente en un contexto como el de una discusión, porque quien la escucha lo que oye en realidad es “esto me está sobrando, acabemos de una vez”. Imagina que estás discutiendo con tu pareja. Le ofreces tu punto de vista y cuando esperas su respuesta, lo que obtienes es alguien que se encoge de hombros y dice “lo que sea”.  No solo es de mala educación, sino que también demuestra una falta de voluntad para participar en una conversación significativa. No le interesa comprender, entenderte o expresar su punto de vista. Prefiere ignorarte y seguir con su vida.

Sólo estoy siendo honesto

Ser honesto y sincero no es sinónimo de ser irrespetuoso. Y no te hablo de sincericidio, sino de que cuando decimos “solo estoy siendo honesto” nos pasa algo similar a lo que ocurría con la primera frase: quien lo escucha percibe lo contrario. Usar la supuesta “honestidad” como carta blanca para decir todo lo que se nos pasa por la cabeza es demostrar que no somos empáticos ni tenemos inteligencia emocional. Y sí, es posible equilibrar honestidad con consideración, porque podemos decir lo que pensamos comunicándonos de una forma  que genere confianza y no al revés.

No es mi problema

Si queremos eludir responsabilidades usando solo una frase, aquí la tenemos. Si estamos hablando de una conversación en la que nos cuentan algo que les preocupa y les respondemos “no es mi problema”, lo que tenemos delante es a alguien mostrando una gran falta de empatía hacia los demás. Quien la escucha sabe que su interlocutor no va a contribuir a solucionar el problema, sea el que sea. De suena suena como si nos cerraran la puerta en las narices. Según la psicología, las personas que utilizan esta frase con frecuencia pueden estar mostrando una falta de inteligencia emocional y en algunos casos, convertirse en un signo de narcisismo.

Priorizan sus propias preocupaciones y desestiman los problemas de los demás. Incluso si realmente no puedes hacer nada, esas palabras no dejan mucho espacio para la comprensión o la conexión y podemos decirlo de otra forma como espero que encuentres una solución” o “me gustaría poder ayudar, pero no puedo hacerlo ahora”. de esta forma demostramos empatía y mantenemos intactos nuestros límites.

Te lo dije

Con esta frase es como si echáramos sal en la herida. Lo único que conseguimos es que la otra persona se sienta peor, y que tú parezcas moralista y un listillo. Y aunque sea verdad que te diste cuenta antes, no aporta absolutamente nada que lo digas ahora. Las personas educadas y con clase entienden que los errores son parte del aprendizaje y no los usan como oportunidades para humillar a otros y hacerles sentir mal.

Eres tan sensible

Suena inofensiva, pero esta frase, en según qué contextos, es un arma arrojadiza a la otra persona. Con ella, invalidamos sus emociones y restamos importancia a sus sentimientos como ocurriría con la frase “qué exagerada eres” que es un clásico de los expertos en invalidar emociones. Cuando usamos la frase de la sensibilidad, estamos quitando el foco de lo que sea que nos están contando, minimizando sus emociones y haciendo que la otra persona se ponga a la defensiva. Las personas con clase y empatía saben que cada persona procesa sus emociones de forma distinta, y aunque la tuya y la suya no coincidan, saben que eso no hace que tu reacción no sea válida.

No soy un genio, pero…

Las personas competentes suelen subestimar sus capacidades, mientras que las incompetentes las sobreestiman, lo que se conoce como el efecto Dunning-Kruger. Esta frase, usada para restarle importancia a la propia inteligencia o para poner una excusa por no entender algo complejo, es una muestra de la falta de confianza en las propias capacidades intelectuales. Si quieres sonar como alguien con clase y educado, la eliminarás de tu vocabulario, porque no comprender algo es una oportunidad para aprender, no una ocasión para autodespreciarse que haga sentir incómodo a quien nos escucha.

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