Felicidad. Del lat. felicĭtas, -ātis. Estado de grata satisfacción espiritual y física.
La RAE lo tiene claro, pero lo cierto es que llegar a ese estado es complicado. Mucho. La vida nos pasa en muchas ocasiones por encima, llegando incluso a quitarnos la ilusión hasta de irnos de vacaciones.
Pero hay ciertos trucos, o siendo más realistas, ciertas técnicas para construir esa felicidad. Porque la felicidad no llega sin más, lo vimos con el koselig, el método noruego para reducir el estrés y ser más felices que requiere esfuerzo para conseguir resultados.
Con esa premisa vamos a hablarte de Tal Ben-Shahar, profesor de Psicología Positiva en la Universidad de Harvard. Es el autor de Más feliz, a pesar de todo. Cultivar la esperanza, la resiliencia y el propósito en tiempos difíciles, un libro que indaga en el poder que cada uno de nosotros tenemos sobre nuestra propia felicidad.
Más feliz, a pesar de todo: Cultivar la esperanza, la resiliencia y el propósito en tiempos difíciles (Alienta)
En su libro asegura que “nuestra felicidad es fruto de una combinación de cinco componentes esenciales: el bienestar espiritual, el físico, el intelectual, el relacional y el emocional.” Y no lo hace con humo, sino con base científica, algo esencial si hablamos de desarrollo personal y psicología positiva.
Vamos a contarte hoy uno de esos cinco componentes: el bienestar intelectual. El desarrollo intelectual y su relación con la felicidad, tal y como lo explica el profesor de la asignatura que cuenta con más solicitudes de inscripción por parte de los estudiantes de Harvard. Si ellos pueden aprenderlo, nosotras también.
Qué es el bienestar intelectual
Cuando hablamos de bienestar intelectual lo hacemos de un deseo por expandir los conocimientos y las habilidades por medio del aprendizaje. Ser curiosa, querer aprender.
Según el Center for Wellness and Health Promotion de la Universidad de Harvard, el bienestar intelectual tiene numerosos beneficios como una mejor cognición, concentración y memoria, un desarrollo del razonamiento más claro y también, nos permite experimentar una vida más estimulante y ser por lo tanto, un poquito más felices.
Potenciar tu desarrollo intelectual a través de la curiosidad para ser más feliz
Para Ben-Shahar potenciar el desarrollo intelectual, empieza por fomentar la curiosidad innata que todos tenemos por aprender. Según las Naciones Unidas, las personas curiosas aprenden mejor y más rápido, mejoran su memoria y el desarrollo de su cerebro y tienen mejores interacciones sociales. Y añaden algo que nos encanta: “La curiosidad es clave para el crecimiento personal, el pensamiento crítico, la toma de decisiones eficaz y la felicidad, incluida la vida social e íntima.”
Cuando somos curiosos aprendemos casi sin darnos cuenta. Y aprendiendo algo nuevo, activamos partes del cerebro asociadas a la activación del sistema de recompensa del cerebro y se produce una movilización de la dopamina, neurotransmisor que además de con el amor se asocia con la motivación que nos conduce a perseguir y alcanzar objetivos tal y como explican investigaciones publicadas en la revista científica Neuron.
Pero digo más, si tu cerebro aprende algo nuevo el placer que recibe es mayor al de probar un bombón de chocolate, según comprobó Emrah Düzel, del Instituto de Neurociencia Cognitiva del University College de Londres (UCL), en este experimento para evaluar si el cerebro prefiere nuevos estímulos o familiares.
Y dentro del aprendizaje tenemos todas las posibilidades del mundo. A mí por ejemplo me fascina aprender sobre psicología, cocina y cerámica. A mi madre, sobre crochet. A mi padre, sobre botánica. A mi sobrina mayor, sobre feminismo y política, y a mi sobrino, sobre fútbol. A ti puede que te motive la música. No tienes que aprender sobre algo en concreto, sino buscar de qué quieres aprender.
Según Ben-Shahar, “lo que deberías preguntarte no es si te gusta aprender, sino qué y cómo te gustaría aprender.” Y anima a “dejar a un lado la falsa creencia de que tal vez tu llama de la curiosidad se haya extinguido”. Sigue ahí, porque está en todos los seres humanos en mayor o menor medida.
Una vez identificado qué nos motiva y de qué queremos saber más, nos zambullimos de lleno en el tema, practicando lo que él llama el aprendizaje profundo. Ben-Shahar dice que curiosidad y aprendizaje profundo van de la mano y nutren nuestro bienestar intelectual. Te pongo un ejemplo de aprendizaje profundo. Mi pareja actual es una de esas personas curiosas por naturaleza y hace no mucho le llamó la atención cómo funcionaban las piscinas de sal. Pasó una tarde entera investigando sobre ello. Ahondó en el tema por puro placer.
Aceptar que nos equivocamos y nos equivocaremos
Pero además de reavivar ese amor por el aprendizaje, el experto asegura que es vital estar abiertos a cometer errores. “Cuando aprendemos a aceptar los errores y los reconocemos como algo vital en lugar de algo que hay que temer, estamos listos para alcanzar nuevas cotas”. Y va más allá porque asegura que cuanto más cultivamos el bienestar intelectual usando la curiosidad como manera para desarrollarlo y potenciarlo, más nos equivocaremos.
Acepta esas equivocaciones porque los fracasos son clave para el éxito, pero también para ser felices.
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