La gente de mente fuerte nunca tiene estos siete hábitos. Deshacerte de ellos es clave para envejecer mejor

Todos buscamos envejecer bien y poder disfrutar de una mente lúcida, con memoria y a pleno rendimiento cuando nos hacemos mayores. Tenemos que eliminar estos comportamientos si queremos conseguirlo

Para mantener la mente fuerte a lo largo de los años no basta con ejercitar nuestra memoria, resolver sudokus o leer mucho. Ayuda, evidentemente, pero si hacemos caso a los expertos en envejecimiento y psicología, detrás de una mente fuerte se esconde mucho más y en muchos casos depende más de lo que no hacemos que de lo que hacemos. Hay ciertos hábitos que sin darnos cuenta socavan nuestra concentración y dificultan que mantengamos claridad mental a medida que cumplimos años. Te los contamos.

Depender excesivamente de la tecnología

Está claro que la tecnología bien entendida es una herramienta útil, pero hace poco comentaba con amigas de otras generaciones que usarlas para todo puede tener consecuencias negativas. Te pongo un ejemplo sencillo: agendar en el móvil todo. Cumpleaños, citas médicas, reuniones… Cuando dejamos que sea nuestro teléfono el que recuerde por nosotros, corremos el riesgo de que nuestro cerebro se vuelva algo perezoso.

Existen investigaciones que aseguran que depender de forma habitual de la tecnología puede debilitar capacidades cognitivas como la memoria, nuestra capacidad de resolución de problemas e incluso mermar habilidades de inteligencia espacial que nos permiten imaginar, visualizar y distinguir distintos objetos, y nos ayuda a entender, manipular y modificar datos complejos y transformar esos conceptos en ideas concretas.

Consumir mucho azúcar

Comerse un dulce de vez en cuando no es algo malo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el consumo de azúcar debe ser del 5 % de la ingesta calórica diaria, unos 25 gramos. La OMS afirma que "gran parte de los azúcares que se consumen están escondidos en alimentos elaborados que generalmente no se consideran dulces". El problema llega cuando hay un exceso en su consumo según explica Andrea Valenzuela, nutricionista de Clínica Alemana. “En personas sanas, el consumo de azúcar diario no debe sobrepasar los 25 gramos al día, pero en personas con diabetes, obesidad, hígado graso o sobrepeso, se debe evitar al máximo el consumo de azúcar”, afirma la nutricionista, porque su consumo se ha relacionado con problemas de salud como obesidad y las enfermedades cardíacas.

Además de que influye en nuestra salud física, se ha encontrado una correlación entre las dietas ricas en azúcar y el deterioro de la función cerebral, incluidos déficits de memoria y aprendizaje. También hay evidencias que sugieren que el consumo elevado de azúcar podría aumentar el riesgo de desarrollar trastornos neurodegenerativos como la enfermedad de Alzheimer.

Tener una vida sedentaria

“Mens sana in corpore sano” es una cita clásica del latín que proviene de las Sátiras de Juvenal.  El concepto asocia tener una mente sana con un cuerpo sano, y se popularizó años más tarde cuando Pierre de Coubertin recuperó los Juegos Olímpicos. Y es que aunque no lo parezca, el sedentarismo tiene un efecto no solo en nuestro cuerpo, también en nuestra mente. Según el Hospital Clinic Barcelona, ​​la actividad física mejora la función cognitiva, la memoria, la eficiencia y la atención. El ejercicio previene el deterioro cognitivo y puede incluso estimular el crecimiento de nuevas células cerebrales. Si quieres envejecer con la mente lúcida, el sedentarismo no puede formar parte de tu vida.

Dormir poco

Dormir mantiene el equilibrio energético y molecular, así como también la función intelectual, el estado de alerta y el humor, como explica el Dr. Merrill Mitler, experto en sueño y neurocientífico del NIH. La pérdida de sueño daña los niveles superiores de razonamiento, resolución de problemas y atención a los detalles, y un buen sueño diario es crucial para el aprendizaje y la recuperación de la memoria. Además, la falta crónica de sueño se ha relacionado con trastornos del estado de ánimo a largo plazo, como la depresión y la ansiedad y puede provocar un deterioro cognitivo en el tiempo.

La soledad

Hay estudios que muestran que la soledad y el aislamiento social están asociados con mayores riesgos de tener problemas de salud, como enfermedades cardíacas, depresión, y deterioro cognitivo. Las personas mayores son especialmente vulnerables a la soledad y al aislamiento social, lo que puede afectar la salud y bienestar. Pero nunca es demasiado tarde para conocer gente nueva o reencontrarte con viejos amigos, especialmente si pensamos que las relaciones interpersonales son la clave de una vida feliz y saludable según Harvard.

Evitar las experiencias nuevas

Aunque las rutinas son reconfortantes, apegarse en exceso a ellas y dejar de hacer cosas nuevas puede llegar a tener un efecto negativo en nuestro cerebro. En cambio vivir nuevas experiencias y aprender algo como un idioma, activa una extensa red neuronal como bien explicaba el doctor Michael Mosley en su programa de BBC Radio 4 ‘Just One Thing’.

Si analizamos el proceso de aprendizaje desde el punto de vista de la neurociencia, la capacidad que tiene el cerebro de crear conexiones nuevas entre neuronas, la plasticidad cerebral, es algo que se mantiene durante toda nuestra vida, también en la vejez. Las nuevas experiencias estimulan la producción de nuevas células cerebrales y fortalecen las conexiones entre ellas gracias a dicha plasticidad, por lo que nunca es tarde para aprender algo nuevo.

Siguiendo la línea anterior, empezar un nuevo hobby o leer un libro sobre un tema del que no sabes nada nos puede ayudar a mantener nuestro cerebro activo y en forma. Como bien explicaban en el Instituto para el Futuro de la Educación “el edadismo, además de ser la forma de discriminación más aceptada del mundo, es un grave obstáculo para el aprendizaje continuo de los adultos mayores”. Un aprendizaje permanente promueve la salud cerebral y mejora la flexibilidad mental, lo que puede ayudar a frenar el deterioro cognitivo e incluso reducir el riesgo de desarrollar demencia.

El estrés crónico

De manera aislada, el estrés es una herramienta eficaz. El llamado eustrés o estrés positivo puede ser beneficioso, mejorando nuestro rendimiento y facilitando que nos adaptemos a las posibles nuevas situaciones y mejorando nuestra creatividad.“Tanto el estrés, como la ansiedad, no tienen porqué ser mecanismos o emociones negativas por sí mismas”, como explicaba Iria Reguera, psicóloga y directora de Trendencias. El problema llega cuando existe un estrés constante o este se cronifica.

Varias investigaciones han señalado que el estrés constante puede cambiar el cerebro, afectar la memoria y aumentar el riesgo de desarrollar demencias. Además, los niveles de cortisol en el cuerpo de una persona aumentan continuamente después de la mediana edad y este aumento del estrés relacionado con la edad. Es más, se habla incluso de que el estrés y la ansiedad reconfiguran el cerebro de maneras que pueden afectar la memoria, la toma de decisiones y el estado de ánimo.

Si crees que cambiar algunos hábitos diarios no cambiará nada, no puedes estar más equivocado según datos de un estudio del NIH con 3.000 participantes. Solo con hacer 150 minutos de actividad física de intensidad moderada por semana, evitar el alcohol y el tabaco, seguir una dieta saludable y participar en actividades mentalmente estimulantes el riesgo de padecer Alzheimer disminuye en un 60% en aquellos que tiene al menos cuatro de estos comportamientos. El momento de empezar es ahora.

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