Hay muchas razones para que los impuntuales lo sean, y algunas de ellas están relacionadas con nuestro cerebro, el aprendizaje o la psicología
Existen dos tipos de personas: aquellas que llegan a tiempo y aquellas que siempre llegan tarde. Pertenezco al segundo grupo y aunque estoy esforzándome por cambiarlo, lo cierto es que no es fácil. “Aunque hay quienes disfrutan haciendo esperar a los demás, si eres una persona normal no te gusta llegar tarde”, escribía Diana DeLonzor en su libro ‘Never Be Late Again'. Pero como si de una película de superhéroes se tratase, la impuntualidad sigue siendo mi némesis.
La gente que llega tarde no tiene por qué ser grosera, perezona o poco organizada. “Es fácil percibirlos como desorganizados, caóticos, maleducados y carentes de consideración hacia los demás”, afirmaba a la BBC la psicóloga Harriet Mellotte. Pero, ¿existen algunos rasgos comunes a aquellos que somos impuntuales? La psicología afirma que sí, y no siempre tienen que ver con el egoísmo. Evidentemente no todos los impuntuales tenemos todos ni todos los que tienen estas características son impuntuales, pero es un mapa interesante a tener en cuenta.
Optimismo
La Universidad de Harvard afirma en este estudio que las personas impuntuales tienden a estar más relajadas que aquellos que se organizan para llegar en hora. La procrastinación y la mala gestión del tiempo influyen en nuestro estado de ánimo y tendemos a ser más optimistas. Somos irrazonablemente optimistas sobre cuántas cosas pueden hacer y cuánto tiempo nos llevará.
Perciben el tiempo de otra manera
Cuando llegamos tarde el resto puede percibir de nosotros “falta de inteligencia , planificación, autoconocimiento, fuerza de voluntad o empatía”, según afirma en Psychology Today el Doctor Neel Burton, pero puede ser que la persona que llega tarde se haya marcado metas poco realistas, haya sobrecargado su agenda, subestimado el tiempo que tardaba o incluso que no perciba el tiempo como tú. No es que sea irrespetuosa o que no piense en los demás, es que hay cerebros más preparados para la puntualidad que otros. Lo que para mí son 60 segundos, en realidad son 77.
Según un experimento realizado en el año 2006 existe una diferencia abismal sobre la concepción del tiempo. El experimento halló que aquellos que tendemos a llegar tarde a los sitios tenemos la sensación de que un minuto dura más. Nuestro cerebro impuntual lo marca como 77 segundos. El experimento llegó a la conclusión de que los impuntuales sienten que el tiempo les pasa más despacio.
Tal y como explicaba Judit Castellà, investigadora de la UAB especializada en memoria, atención y percepción, al periódico La Vanguardia, el tiempo se procesa de forma subjetiva y “hay muchas variables internas y externas que modulan esa percepción subjetiva. Desde la edad, la personalidad, el estado de ánimo, los fármacos, la temperatura o los desórdenes psiquiátricos hasta la complejidad de la tarea que hacemos, la cantidad de información y estímulos que recibimos, la familiaridad o si recibimos estímulos auditivos o visuales". Por eso cada persona tiene un tempo interno relacionado con factores medioambientales, fisiológicos y sociales que se relaciona con su estilo de vida y tiene efecto en la puntualidad o la impuntualidad.
Autoengaño
La Dra. Linda Sapadin, psicóloga de Nueva York, explica en su libro ‘How to Beat Procrastination in the Digital Age (Cómo vencer la procrastinación en la era digital)', que cierta impuntualidad persistente proviene de “un problema de pensamiento obsesivo”. El procrastinador se centra en el miedo asociado al evento pero no en cómo superarlo y lo que hace es usar ese miedo como excusa generalmente expresado con un pero. “Quería llegar a tiempo pero no sabía qué ponerme”. Nos autoengañamos para no afrontar ese miedo.
Necesidad de atención
Neel Burton afirma que “una persona puede llegar tarde porque se siente inferior o poco importante, y llegar tarde es una forma de atraer la máxima atención e incluso tomar el control de los acontecimientos”, por eso se disculpan reiteradamente.
Autosabotaje por una baja autoestima
Según afirmaba en The Guardian la psicoterapeuta Philippa Perry, “probablemente haya tantas razones para la impuntualidad como personas que llegan tarde”. Pero hay una que es justo lo opuesto a lo que piensan las personas puntuales que creen que quienes llegan tarde son pasivo-agresivos y que su tiempo es más valioso que el de aquellos que los esperan. Según Perry podría ser justo al contrario y que no se valoren lo suficiente, que estemos ante una baja autoestima y esa culpa por llegar tarde refuerce esa teoría de que no son suficientes. Una especie de autosabotaje según la experta.
Lo han aprendido
Según afirmaba Pau Obiol, psicólogo especialista en bienestar emocional, a La Vanguardia que hay impuntuales que lo son por aprendizaje “porque sus padres siempre llegaban tarde, han aprendido esa conducta, se les ha reforzado a lo largo del tiempo, se han acostumbrado a que los demás les esperen y si un día han llegado pronto no recibieron halagos por ello y vuelven a llegar tarde".
TDAH
Por último queremos señalar la relación que se ha demostrado que existe entre los trastornos de déficit de atención y el hábito de la impuntualidad. Al menos la mitad de las personas que los padecen tienen un deterioro de algunas funciones cerebrales que se encargan de la organización, el control o la planificación y eso puede provocar una anomalía en la gestión del tiempo.
Fotos | Florian Marette en Unsplash, Martin Adams en Unsplash, Malvestida en Unsplash, Jon Tyson en Unsplash
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