Una cosa es recordar los momentos que nos hicieron felices y aprender de un pasado triste pero, otra bien distinta, es vivir en él. Esto es algo que, muchas veces, hacemos sin darnos cuenta y suele estar relacionado con una resolución no satisfactoria de un hecho, en cierto grado, traumático. Además, nos pasa factura porque nos impide vivir con plenitud y disfrutar del aquí y ahora. Sobre todo, teniendo en cuenta que el presente es la única realidad que tenemos a nuestro alcance. Si crees que puede ser tu caso, te contamos qué rasgos comunes comparten estas personas.
Romantizas el pasado y sientes nostalgia
¿Eres de los que opina que cualquier tiempo pasado siempre fue mejor? Si a menudo dices cosas como "los buenos viejos tiempos" o piensas que antes las cosas eran más sencillas o más satisfactorias, es señal de que podrías estar romantizando el pasado. Además, te interesará saber que se ha comprobado que la memoria del ser humano tiende a filtrar y retener lo mejor, dejando de lado los aspectos negativos o difíciles que también formaron parte de una determinada época. De este modo, es fácil concluir de forma distorsionada que el pasado fue mejor.
Te resistes al cambio
Más allá del miedo y la incertidumbre que a todos nos produce un cambio, un excesivo apego al pasado puede provocar que nos resistamos al cambio y acabemos dejando pasar oportunidades que hubieran sido positivas y beneficiosas para nosotros. Además de dificultarnos el romper con patrones y hábitos que no nos hacen bien.
Te aferras al rencor y te cuesta perdonar
El perdón es un proceso que puede ser muy largo dependiendo del daño y de las personas implicadas en la ofensa. Sin embargo, si normalmente te cuesta cerrar heridas y pasar página, podría ser síntoma de que vives excesivamente apegado al pasado. Sobre todo porque el perdón tiene que ver más con uno mismo que con la otra persona. El perdón es liberador y, de hecho, hay estudios que demuestran que el perdón puede ayudar a una mejor salud física y mental.
Evitas correr riesgos
Reponerse de los fracasos y las decepciones a las que uno va enfrentando en la vida no es fácil y pueden dejarnos secuelas que nos lleven a la desconfianza y a las reticencias a la hora de atrevernos y probar cosas nuevas. Salirnos de lo seguro y de la zona de confort da miedo pero, si este nos paraliza, nos perderemos experiencias y oportunidades de crecimiento y aprendizaje.
Te cuesta formar nuevas relaciones
Incluso si anhelas nuevos vínculos, cuando uno vive aferrándose a una o varias relaciones pasadas, es muy difícil poder abrirse a otras personas y dejarlas entrar. Además, esto no solo aplica a las relaciones románticas sino que también puede afectar a amistades y conexiones familiares.
Comparas tu presente con tu pasado
Tan negativo puede ser compararse con los demás como contigo misma en un pasado y pensar que ahora no estás a la altura de lo que fuiste. Tanto en lo referente a éxitos, como relaciones o aventuras vitales. Este es un comportamiento que lo único que hará es impedirte ver las cosas buenas del presente.
Te da miedo el futuro
El futuro es cambio e incertidumbre. Cuando vivimos atrapados en el pasado, nos sentimos cómodos con lo que conocemos y lo desconocido puede resultar intimidante.
Fotos | Eternal Sunshine of The Spotless Mind
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