Si siempre has sido pragmática, realista y honesta, te verás reflejada en todos estos rasgos. Y si no, siempre es un buen momento para que se conviertan en una meta de desarrollo personal
"Tienes la cabeza en las nubes", me decía mi madre cuando era una niña. Y es que soy una soñadora que en muchos momentos de mi vida debería tener más los pies en la tierra. Pero ¿qué significa tener los pies en la tierra? Aquellas personas con una actitud sensata y práctica ante la vida, lo que sin duda se refleja en su forma de actuar y también en su manera de comunicarse.
Una persona con los pies en la tierra es honesta, sincera, realista y pragmática. Y es una cualidad que muchos deseamos y pocos tienen, porque tener los pies en la tierra les ayuda a afrontar el estrés y a lidiar con los diferentes problemas de la vida. Si te reconoces en los siguientes hábitos, es posible que tú seas una de esas personas con los pies en la tierra. Y si no lo haces, tal vez pueden convertirse en las áreas a mejorar de aquí en adelante.
No pierden la calma
Quiero a mi lado alguien que nunca pierda la calma, que sea capaz de afrontar una crisis, ya sea en el trabajo, en mis relaciones o en una emergencia, que consiga frenar el estrés y que nunca pierda la calma. Una persona con los pies en la tierra es justo así, calmada, y lo mejor es que ese hábito no solo les ayuda a ellos, también al resto porque trabajar a su lado es una demostración de que, pase lo que pase, no es el fin del mundo.
No toman decisiones a la ligera
Soy tremendamente impulsiva, como mi madre. En cambio mi padre siempre pone en la balanza los pros y los contras de las decisiones que toma. Analiza, medita y después, elige. Aún cuando hablamos de sueños, es capaz de ser realista y discernir lo que es posible y lo que no.
Las personas con los pies en la tierra consiguen tomar decisiones meditadas, aunque tarden más tiempo en hacerlo. Ixi Ávila, coach de Inteligencia Emocional y profesora del curso SatisfACTION nos explicaba que para aprender a tomar mejores decisiones es imprescindible anotarlo todo, escribirlo como haríamos con el journaling. “Es muy importante poner las decisiones en papel para no entrar en bucles de pensamiento. La idea es no tomar decisiones permanentes basadas en emociones temporales. Escribir te ayudará a ganar claridad.”
Son moralmente firmes
Alguien con los pies en la tierra parece que tienen una brújula moral que siempre le indica lo que está bien y mal en la vida. Y lo mejor de todo es que viven su vida respetando esa moralidad. Siempre. Son personas con escrúpulos cuyos valores y creencias son importantes y siempre se mantienen fieles a ellos. Por ejemplo, diciendo la verdad aunque no sea fácil o defendiendo lo que creen justo.
Integridad, respeto, justicia, honestidad… son algunos de los valores comunes para estas personas y siempre sirven de guía para sus actos, ayudándoles a mantenerse fieles a sí mismos y a que exista coherencia entre lo que piensan y lo que hacen.
Son auténticas
Alguien con los pies en la tierra suele ser también alguien auténtico que no se preocupa por el juicio que el resto pueda emitir sobre ellos. A pesar de que sentir rechazo es para nuestro cerebro, según las investigaciones, muy similar al dolor físico, para estas personas ser fiel a sí mismas es fundamental e innegociable, igual que ocurre con su moralidad.
Generan confianza
Siguiendo con el punto anterior, alguien con los pies en la tierra es confiable porque es auténtico. No te pone excusas, te explica lo que ha pasado. Este hábito o más bien, rasgo, es especialmente práctico si hablamos de compañeros de trabajo porque sabrás que estará cuando y donde debe estar.
Viven el momento, lo que les hace muy pragmáticas
Las personas con los pies en la tierra tienen algo en común: son pragmáticas. Por eso saben que no sirve de nada vivir en el pasado ni adelantarse al futuro, porque lo único controlable en el tiempo es el presente. Eso no significa que no piensen en los futuros posibles, especialmente cuando se encuentran ante un conflicto, significa que se centran en lo que pueden hacer en ese momento.
Se concentran en tomar buenas decisiones en el presente siendo coherentes consigo mismos, y eso les aporta una calma que aquellas personas que vivimos encadenadas a los pensamientos en bucle admiramos. Huyen de la rumiación mental y se dedican a lo que tienen entre manos, como si vivieran siempre con atención plena.
Son humildes
Igual que ocurre con las buenas personas, la humildad es un rasgo característico de alguien con los pies en la tierra. No se creen mejor que nadie a pesar de las habilidades y talentos que tengan, que son conscientes de que tienen, pero no necesitan transmitirlos constantemente al resto ni buscan reconocimiento. Nunca creen que lo saben todo porque tienen una mentalidad de crecimiento que mantiene la curiosidad por aprender.
Bill Taylor afirmaba en Harvard Business Review que la humildad y la ambición no tienen porqué estar reñidas. “La humildad al servicio de la ambición es la mentalidad más eficaz y sostenible para los líderes”. Es más, se acuñó un término llamado el factor H que está presente según los expertos en los líderes más eficaces y que definían como “una parte de humildad y una parte de ambición”.
Tienen una gran autoconciencia y trabajan a diario en ella
Practicar la autoconciencia es un hábito clave de las personas con los pies en la tierra, se conocen a sí mismos y saben cuáles son sus fortalezas y debilidades. Cuando hablamos de autoconciencia lo hacemos de identificar y saber procesar nuestras emociones, algo que sin duda es también un rasgo de inteligencia emocional.
Tienen confianza en sí mismas
Que tengan una gran autoconciencia está directamente relacionado con que sean personas con confianza pero también indica que se sienten cómodos con quienes son. Al no estar enfocados en la validación externa, no temen aprender ni expresar que están intentando mejorar en algo. Como no intentan impresionar, siempre son como los ves, sin dobleces. Y un extra, existe una correlación significativa entre la autoconciencia e inteligencia emocional y la autoeficacia, que demuestra que tienen más confianza en sí mismos y autoestima, y eso les hace más eficaces.
Son resilientes
Del mismo modo que la autoconciencia ayuda a la confianza y la autoestima, también ayuda a la resiliencia. Alguien con los pies en la tierra, y si hacemos caso a los rasgos anteriores, es capaz de afrontan los problemas con calma y sabiendo que puede aprender algo de ellos. Son personas realistas y por eso tratan de buscar soluciones para arreglar el problema en lugar de centrarse en el problema en sí.
Esa fortaleza mental que les caracteriza es de nuevo culpa de conocerse tan bien, y de saber en todo momento que pueden fortalecerse con los problemas del día a día.
Dicen lo que piensan, pero con respeto
Si hay algo de lo que puede presumir alguien con los pies en la tierra es de ser auténtico y honesto. Mi pareja, por ejemplo, es directa y dice lo que piensa desde el respeto, sin herir a nadie. No tiene miedo de la sinceridad, para bien o para mal, lo cual es no solo refrescante en un mundo en el que la información se filtra por miedo o por temor.
Actuar de una forma transparente es, a la larga, la mejor forma de generar confianza en los demás porque siempre sabrán que dirás lo que piensas de forma sincera. No hay que confundir esta sinceridad con sincericidio, porque no se trata de no tener filtros y soltar lo primero que se te ocurre sin pensar en los sentimientos de otra persona.
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