La mayor parte de nosotros usamos redes sociales. Y una gran mayoría (me incluyo) publica dónde está casi en cada una de sus fotos de Instagram. Pero ¿qué ocurre cuando es un influencer el que muestra dónde está? Que su tirón puede llevar a ese lugar a una masificación que no puede soportar, como ya ocurre con el bosque de secuoyas Redwood en California o el Blue Hole en el estado de Nueva York. El riesgo de que parajes naturales sean vistos por miles de seguidores y se pongan de moda, es que esa moda no siempre puede ser gestionada por el lugar visitado. Así que nos acabamos preguntando, ¿puede un influencer ser un peligro para el medio ambiente?
El influencer: quién es y cómo nos afecta
El ser humano tiende a imitar a otros. “No es que exista una predisposición a ser influenciables exactamente, si no que los humanos buscamos ser parte de grupos sociales para sentirnos identificados con otros, especialmente en la adolescencia, que es cuando estamos creando quiénes somos”, apunta Iria Reguera, psicóloga. “Ahora mismo los influencers son figuras muy accesibles y es fácil que esta identificación se dé con ellos.”
Iria además añade que “los humanos aprendemos conductas en parte por modelaje: encontramos gente con la que nos sentimos identificados porque se parecen a nosotros o porque son cómo queremos llegar a ser en algún momento y copiamos algunos comportamientos o gustos porque son una forma de expresión de lo que somos.”
Según Javier, experto en social media y marketing online de Wild Wild Web, un influencer es “una persona que, partiendo de una base anónima o de cierta relevancia social, cuenta con la credibilidad suficiente como para influenciar en redes sociales a miles de personas sobre un tema en concreto, llegando a convertirse en prescriptor de marcas, lugares o actividades. Tanto para bien como para mal.”
Así que por un lado tenemos a alguien con poder "influenciador" y por otra a miles de seguidores de sus movimientos que buscan, de alguna manera ser como ellos. ¿Y en qué momento supone esta relación un peligro para el medio ambiente?
Seamos sinceros, no todos los lugares del mundo están preparados para una masificación que nace como consecuencia de las modas que generan los influencers. Islandia, por ejemplo. Tras la visita de numerosos instagramers, se fue convirtiendo en un destino turístico a tener en cuenta pero, detrás del boom turístico que en un principio parece beneficioso, hay mucho más.
Según Salome Hallfredsdottir, presidente de la Asociación del Medioambiente de Islandia, hay un peligro grave. “Las zonas montañosas altas, son la única zona salvaje que se encuentra intacta en toda Europa y este boom turístico podría destruirlas", según declaró para la BBC.
La geolocalización, el mayor peligro de zonas vírgenes
¿Qué ocurre cuando tu influencia sobre otros les arrastra a zonas vírgenes? Pues que éstas, dejan de serlo. Tú ves a una maravillosa Nataly Osmann en Bali y quieres estar ahí.
Pero luego te presentas allí y lo que realmente ves es esto:
Y lo que empezó siendo una zona virgen, sin apenas turismo, con cero masificación y sin problemas en su ecosistema, se transforma en un problema medioambiental con una solución muy complicada. Un paraíso ahogado en plástico por un exceso de personas en un paraje natural.
Antes de las redes sociales, las fotos las veías en los catálogos de viajes, o eran las que te enseñaba tu tía de su luna de miel. Desde el nacimiento de las redes sociales (recordemos que Instagram, la red social de fotografía por excelencia, apenas tiene 8 años), ver paisajes protegidos o zonas naturales (antes) vírgenes es muchísimo más sencillo.
Pero es peor desde hace dos años, cuando Instagram habilitó la localización visible de las fotos. Con ella, cualquier persona puede subir una instantánea y decirnos dónde está con exactitud. Ahora podemos saber dónde está el influencer, sea una zona virgen, protegida o la ciudad más poblada del planeta. Y lo malo de esto es que, si lo sabemos, deja de ser un lugar oculto y se convierte en un secreto a voces.
Dulceida, ¿ejemplo de mala praxis?
¿Hasta qué punto es moralmente aceptable darte un baño en tu hotel de cinco estrellas en uno de los países con más riesgo de sequía del mundo y colgar una foto en tu instagram de ello? Dulceida, con 2 millones y medio de seguidores, conoce bien esto. Tanto que llegó a borrar parte de su viaje a su Ciudad del Cabo, una ciudad que ha tenido 3 años de sequía.
¿Por qué? Su mujer, Alba Paul Ferrer (casi un millón de seguidores) y ella, colgaron una foto de su baño de espuma y las redes ardieron. Además, se criticó que usaran la pobreza de unos niños para hacer promoción de unas gafas de sol, aunque no se comprobó que fuera un ad, sino lo que más bien parecía una metedura de pata.
Hola, soy la influencer Dulceida. He venido a un poblado en África donde en días se quedarán sin agua y me he pegado un baño antes de que unos nativos me pongan el desayuno. Pero les he puesto unas gafas para hacerme propaganda y me siento bien. pic.twitter.com/jRu0bN6FkW
— Jesús Arroyo (@GenteQueLucha) 2 de abril de 2018
Esta persona se ha marcado un viaje a un poblado donde las reservas de agua se están agotando para subir fotitos suyas bañándose y regalarles a estos niños unas gafas de sol de su propia marca, subirlo a instagram y cobrar por ello.
— Giannina (@hostiaunmapache) 1 de abril de 2018
Eres repugnante, Dulceida. pic.twitter.com/XjtMLTn6m4
Y tanta fue la polémica generada, que borraron su rastro en lo que muchos calificaron como un ataque para el medio ambiente.
Los vecinos de la Muralla Roja en Calpe al límite
El pasado mes de agosto saltaba la noticia: los vecinos de la Muralla Roja en Calpe, no pueden más. Este lugar, uno de los más instagrameables de España, es también una comunidad de vecinos. ¿Imaginas que al despertarte y asomarte a tu ventana para ver el maravilloso paisaje, te encuentras con la bulla que está formando un grupo de personas haciéndose fotos? Pues ellos sí se lo imaginan. Y lo sufren.
Decenas de instagramers se cuelan a diario en la propiedad privada para conseguir la mejor foto, sin pensar en el sueño de los vecinos o en la intimidad que cualquier persona busca para su propio hogar.
La playa de Leonardo DiCaprio, el último damnificado de las redes sociales
No solo son influencers los instagramers de viajes. Durante años nos hemos dejado llevar por el mundo del cine, por ejemplo, que creaba modas como la que generó la película de La Playa de Leonardo Dicaprio. Durante más de 20 años, esta playa de Thailandia, Maya Bay, ha sufrido un acoso y derribo por parte de todos los turistas que querían hacerse un selfie en el escenario paradisíaco de una película de Hollywood. Y la naturaleza no ha podido más.
Por eso las autoridades locales han cerrado esta icónica playa al público de forma indefinida, en un intento por recuperar la barrera de coral que parece haberse destruido tras las visitas de 6.000 turistas diarios.
La responsabilidad de ser influencer
De alguna manera, el influencer puede ser, en parte, responsable de muchos desastres medioambientales que ocurren sin que apenas nos demos cuenta. Al final no solo crean moda, sino que su influencia provoca lo que hemos podido ver. Además, sus fotos no siempre muestran la verdadera realidad de los países que visitan porque es cierto que todos estamos más preocupados por conseguir una buena foto que por conservar esos maravillosos lugares que el mundo nos brinda.
Esa visión idílica parece provocar un ansia de viajar en todos los seres humanos que seguimos sus cuentas y, a pesar de que cuando viajamos allí lo vemos con nuestros propios ojos, seguimos ignorando esos desastres porque continuamos con ese círculo vicioso: solo queremos una foto igual de maravillosa que ellos.
Pero tranquilo, no todo está perdido, porque si recordamos lo que hemos apuntado al principio del artículo, ellos influencian para bien y para mal. ¿Por qué no hacerlo para bien? ¿Por qué no mostrar las playas de Maldivas tal y como son, con kilos y kilos de plástico en sus costas? O hablar de ya hay países que están tomando medidas para evitar este tipo de “decadencia” en sus paisajes, como la Isla de Pascua y sus restricciones a los turistas.
Está más que claro que salvar el planeta es una responsabilidad de todos, seamos instagramers, famosos, viajemos o no. Por eso ya existen plataformas dedicadas a la concienciación de que el ser humano debe cuidar su paso por la naturaleza como Leave No Trace Center for Outdoor Ethics (LNT), plataforma que ha creado una Guía de Impacto Mínimo, o como Hikers for an 8th Leave No Trace Principle, un colectivo que ha conseguido que LNT añada una guía sobre el correcto uso de las redes sociales en la naturaleza.
Pero también es cierto que será mucho sencillo que aquellos con poder para cambiar las opiniones de los demás, se pongan manos a la obra y den voz a los problemas del medio ambiente, en lugar de ocultarlos tras instantáneas cargadas de glamour que solo buscan el like.
Foto| Unsplash
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