Beber agua es muy saludable, pero esta es la temperatura perfecta a la que consumirla

El agua está presente en nuestro día a día. Forma parte de nuestra dieta y apostamos por ella de forma recurrente a lo largo de la jornada para mantenernos hidratados, especialmente en verano. La idea de un consumo alto de la misma ha llevado a que permanezca en nuestro subconsciente que deberían de rondar los 8 vasos o en su defecto los 2 litros diarios de agua. Lo cierto, es que no existen estudios científicos que corroboren al 100% dicha afirmación, pero si debemos de priorizar su consumo frente al de otras bebidas en nuestras comidas.

Una de las dudas que quizás se nos plantean a la hora de consumir agua, especialmente en los días de calor, es si es mejor beberla fría, templada o caliente. Y es que, cuando optamos por su versión más fría, ésta nos ayuda a reducir la temperatura corporal, ya sea mientras hacemos ejercicio o durante la época estival. Además podría ayudar a mejorar nuestro rendimiento físico, ya que el cuerpo no necesitaría gastar energía adicional para enfriar el agua ingerida.

Esta relación entre el desempeño físico en función de la temperatura de agua se ha notificado en un estudio científico que ha indagado sobre la materia, además de otros que explican la ciencia del agua y la hidratación. Por otra parte, el agua caliente, que se suele encontrar a una temperatura de entre 50 y 60 grados, también podría tener varios beneficios. Y es que según informaciones de Harvard Health Publishing, podría ayudar a la digestión, especialmente después de las comidas, así como aliviar la congestión nasal y mejorar la circulación sanguínea.

Otra de las opciones que no podemos pasar por alto, y sin duda la que más consumimos a lo largo de año, es el agua templada. Esta opción es una de las más aplaudidas, puesto que no provoca un choque térmico en nuestro organismo y nos hidrata igual que las dos anteriores, algo que se explica en algunas informaciones de Harvard Health Publishing, donde también se indica que los posibles beneficios de los cambios de temperatura del agua son, en términos generales, pocos.

Es evidente que mantenerse hidratado es esencial para disfrutar de una buena salud, siempre sin obsesionarse con cumplir un número de litros o vasos diarios, así como no obcecarse en una temperatura concreta de la misma. Y es que tanto el agua fría como la caliente o la templada, tienen sus propios beneficios, y lo ideal es optar por unas u otras en función de nuestras necesidades.

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