Poco a poco hemos ido haciendo hueco en nuestras clásicas recetas de arroz blanco a otro tipo de opciones más saludables como el arroz integral o pseducereales como la quinoa, que se integran con facilidad hasta en los platos más clásicos de la cocina española. Estas alternativas son un must en nuestra dieta, pero resulta que hay una especialmente conocida en Italia que a penas consumimos en nuestro país, ya que es un poco difícil de encontrar, un grano ancestral que se ha cultivado durante milenios y cuyo origen se remonta a Egipto, más conocido como el farro.
El farro es un tipo de trigo antiguo que posee muchas proteínas y fibra en cantidades bastante similares a las de la quinoa, según explica la nutricionista Gabriela Gottau en un artículo de Vitónica. En concreto, si nos centramos en su valor nutricional, el farro superaría los 15 gramos de proteínas por cada 100 gramos, presenta entre un 7% y 10% de fibra, su contenido en hidratos está alrededor de un 65% y su contenido en grasas es muy reducido, ya que apenas alcanza el 3%.
Está claro que este alimento ha ido perdiendo bastante fama con el tiempo, viéndose remplazado por el trigo con el paso de los siglos, pero lo cierto, es que el farro aporta muchas más proteínas y fibra y es por tanto más saciante. Una opción perfecta para aquellas que está buscando bajar de peso, porque ayuda a estar más llenas e evitar el picoteo entre horas.
En un estudio científico se observó otra de las cualidades más aplaudidas del farro, su capacidad para reducir el azúcar en sangre. En la investigación se comparó este cereal con varios tipos de trigo y se notificó como el farro presentaba el contenido fenólico total soluble más alto, así como las propiedades antioxidantes y antihiperglucémicas asociadas al antes y después de la molienda del grano más importantes. De hecho, se señaló al farro como una opción perfecta para formar parte de una dieta contra la hiperglucemia crónica, que está muy asociada con las primeras etapas de la diabetes de tipo 2, según indica el estudio.
¿Cómo podemos añadir el farro a nuestra dieta?
Sus propiedades son sin duda una razón más que contundente para animarnos a incluir este cereal en nuestras comidas, pero, ¿cómo podemos incluirlo en nuestros platos? Muy sencillo, sustituyéndolo en nuestras recetas por el arroz o la quinoa y cocinarlo como si se tratase de estos cereales. Eso sí, debemos de tener en cuenta que el farro desgranado se cocina en sólo 15-20 minutos, mientras que, si se trata de farro semidesgranado, el tiempo de cocinado podría ser de unos 30 minutos. Desde Vitónica recomiendan decantarnos por un farro largo a mediano, ya que son los que poseen más nutrientes. Una vez que lo tenemos, dejamos reposar la cantidad que vamos a utilizar durante toda la noche en agua, para que su cocción sea mucho más rápida.
A esta base almidonada tan saciante podemos añadirle verduras, carne, pescado o legumbres para conseguir un plato muy equilibrado, ideal tanto para nuestras comidas como cenas. Y es que, aunque quizás no tiene la fama que se merece en nuestro país, sus beneficios hablan por sí solos. Nosotras nos sumamos a la moda del farro dispuestas a hacerle un hueco en nuestra cocina.
Fotos | Trista Chen en Pexels, Cats Coming en Pexels
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