No solo se da en las relaciones de pareja, podemos sufrirlo también en el trabajo y te ayudamos a identificar este comportamiento tóxico
Hace un par de meses salieron a la luz unos mensajes entre Jonah Hill y Sarah Brady, la surfista profesional que era su pareja. En las capturas de pantalla pudimos ver algo que nos sorprendió y es que el actor usaba un tono calmado y casi terapéutico para ejercer manipulación sobre ella. Usaba una falsa “inteligencia emocional” para manipular a su víctima.
En el caso de Jonah, los mensajes vistos desde fuera son claramente una manipulación, pero no siempre es así, y puede que nos encontremos al lobo misógino disfrazado de corderito a las puertas de nuestra casa y sin darnos cuenta.
Algo así vemos en la agresión pasiva, una técnica de manipulación que usa la misma premisa, se disfraza de inteligencia emocional cuando en realidad, es algo muy diferente. Un comportamiento tóxico que poco o nada tiene que ver con la responsabilidad afectiva y al que todos, antes o después, tendremos que enfrentarnos en nuestra vida en diferentes ámbitos interpersonales. Puede que incluso tú lo estés haciendo sin darte cuenta.
Qué es la agresión pasiva
La agresión pasiva es una forma de manipulación en la que se expresan sentimientos negativos, hostilidad o frustración, pero haciéndolo desde la pasividad para confundir a la víctima. Esto provoca que exista una desconexión entre lo que la persona que presenta la conducta dice y lo que hace.
En lugar de enfadarse y mostrar ese enfado, la persona expresa su hostilidad de maneras pasivo-agresivas diseñadas para herir y confundir. El comportamiento pasivo-agresivo puede ser culpar a otros o excusarse, o incluso hacer la ley del hielo. Pero hay otras formas de agresión pasiva como la disminución del contacto visual o ignorar a otra persona durante una conversación de grupo, por ejemplo.
Ejemplos de agresión pasiva para aprender a identificarla
Para que entiendas mejor de lo que hablamos, te pondré un ejemplo que seguro que entiendes. Le preguntamos a nuestra pareja que le pasa. “No me pasa nada”, contesta, pero en realidad sí le pasa y al cabo de un rato se enfadará porque no hemos adivinado lo que ocurría. Lo que su boca dice no se corresponde con su comportamiento.
Otro ejemplo, insultar con un tono de voz completamente calmado o usando la excusa de “era una broma”. Parece que no está pasando nada, pero hay una falta de respeto velada que se esconde en el “humor” o en la calma. Cuando la víctima expresa su desacuerdo con esta actitud, la persona que manipula usa el “estás exagerando” clásico, elude la responsabilidad de sus actos y por ende, normaliza es falta de respeto.
Un ejemplo más de agresión pasiva es algo que en mi anterior relación hacía: alejarme del conflicto con la excusa de necesitar “espacio” o “tiempo”, pero dejando a la otra persona con la palabra en la boca. En mi cabeza, eso era inteligencia emocional, alejarme del conflicto, pero lo cierto es que lo sería si después se hablase de ese conflicto. Era normal que le dijera la típica frase de “no quiero seguir hablando para no hacer más daño”, coger la puerta y largarme.
No era capaz de abordar el conflicto y era un todo o nada. Si me quedaba, la liaba, y si me iba, creía que estaba evitando un mal mayor pero luego no hablaba de lo que había pasado. Ese comportamiento es una espina que se queda en la piel de la persona que no huye. Lo sé, está fatal y es horrible, pero por suerte he aprendido de mis errores y no es algo que haga en mi relación de pareja actual.
Qué hacer si sufro una agresión pasiva
Aunque en cualquier caso la prioridad en estos casos eres tú, lo cierto es que es diferente si la persona que manipula sabe que lo está haciendo o si es ignorante de que eso que hace es un tipo de manipulación, como ocurría en mi caso. Si es el primer caso, es una bandera roja tan grande que la solución es alejarnos de esa relación, sea la que sea.
Si es el segundo caso, lo ideal sería hablarlo con esa persona, que buscara ayuda para solucionar el problema y que el comportamiento cambiase. Eso no significa que tengas que que quedarte sí o sí a su lado, sobre todo si tu salud mental se ve afectada por el comportamiento de tu pareja. La decisión en este caso, es solo tuya.
Fotos | Priscilla Du Preez 🇨🇦, Peter Conlan y Filip Mroz en Unsplash
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