Cuando pensamos en la liberación sexual femenina es muy probable que evoquemos imágenes de mujeres americanas y hippies, quemando sujetadores, bailando semi desnudas y practicando el “amor libre” sin descanso. Nos encanta simplificar las cosas, aunque en el fondo sabemos que fueron mucho más complejas, al igual que ahora intentan vendernos que ha llegado una nueva revolución sexual porque ha salido una mal llamada “viagra” que promete aumentarnos la líbido, mientras la auténtica rebelión va avanzando por otros caminos, necesarios y diversos. Pero, ¿no estamos ya más que liberadas? esto… ejem, mejor sigamos.
Lo que heredamos de finales de los 60
El movimiento juvenil poliamoroso y libertador que tuvo lugar a finales de 1960 y principios de 1970, a pesar de sufrir un parón importante una década después con la aparición del SIDA, supuso una apertura a otro tipo de relaciones más allá de las maritales, al control de la natalidad y a una cada vez mayor aceptación de la homosexualidad y la transexualidad.
Con la píldora anticonceptiva, que no fue legalizada en España hasta 1978, la mujer obtuvo la tranquilidad de eliminar los posibles riesgos de embarazo en sus relaciones sexuales, además de pasar a decidir plenamente cuándo y con quién deseaba tener hijos. Aunque esto a la larga se ha visto reflejado más en un descenso de la natalidad y una mayor facilidad de incorporación al trabajo, que en una transformación cualitativa de la sexualidad femenina.
Del matrimonio para toda la vida como única opción, se fue virando a las relaciones monógamas encadenadas, mientras la tolerancia a otras alternativas amorosas y sexuales se iba ampliando a cada vez más generaciones y sectores. Pero lo que en un momento parecía una explosión que iba a acabar con todo lo establecido, con el tiempo ha quedado más como una pequeña semilla, que poco a poco nos va dando cada vez más frutos.
Internet: información, placer y punto de encuentro
Si antes las dudas y los deseos se quedaban siempre en un petit comité de amigos muy íntimos o compañeros de “perversiones”, actualmente gracias a la red no solo podemos informarnos de todo lo que queramos, también es más mucho más fácil acceder a todo tipo de contenidos (porno, libros, manuales...) y encontrar gente con la que compartir gustos y experiencias, o incluso simplemente comprobar que no somos tan raras como pensábamos.
Esto ha tenido consecuencias tan cándidas como la resurrección de la literatura erótica, pero también ha supuesto que muchas mujeres puedan atreverse a buscar las personas adecuadas para hacer realidad fantasías de todo tipo; exhibicionismo, dominación, sumisión, tríos, citas en lugares públicos… Lo que antes estaba reservado para unas pocas, hoy está al alcance de muchas y el éxito de redes sociales como Fetlife, que cuenta con casi cuatro millones y medio de usuarios, demuestra que cuestiones como el sadomasoquismo o el fetichismo, que hasta hace poco se consideraban “anomalías”, se han convertido en formas cada vez más comunes de expresar y disfrutar la sexualidad.
Es época de siglas, palabras compuestas y nombres en inglés; BDSM, Queer, poliamor, LGTB, swinger, kink… Pueden parecer vocablos vacíos, o que siguen una moda, pero en realidad son puertas (¡pincha los enlaces!) que nos muestran otras formas de relacionarnos, de entender tanto nuestro género como nuestro sexo, y en definitiva, de despojarnos poco a poco de lo que ya no nos sirve y abrazar aquello que concuerda con nuestra identidad y nos hace sentirnos bien. Nosotras decidimos si queremos abrirlas o no, pero nunca como ahora hemos tenido tantas oportunidades de lanzarnos a satisfacer nuestra curiosidad… o lo que surja.
Masturbarse no es pecado, ¡aleluya!
La masturbación es nuestra fuente más segura de orgasmos, pero ha sido un tema tabú para la mayoría de las mujeres incluso años después de la supuesta liberación de los 60. Hoy en día no solo ha dejado de ser una vergüenza (al menos para gran parte de las féminas), sino que supone una manera excelente y placentera de conocer nuestro cuerpo, mejorar nuestra autoestima, no reducir la sexualidad al coito y por supuesto pasárnoslo en grande.
Fenómenos como los tuper-sex, las tiendas eróticas y los juguetes sexuales, unidos a páginas como Desmontando a la Pili o Me Toca Tocarme pensadas para, además de vender, educar y concienciar, nos dan la oportunidad de querernos más y mejor, en todos los sentidos. A la revolución sexual, sin duda, también se llega por el clítoris, ¡y sin complejos!
Que nadie se quede fuera
Homosexuales, bisexuales, transgénero, bicuriosas, heterosexuales… Una liberación sexual en la que no quepamos todas no tiene sentido y no está de más recordar que no ha sido hasta 1990 cuando la OMS (Organización Mundial de la Salud) ha dejado de considerar la homosexualidad como una enfermedad mental, algo que todavía no ha hecho con la transexualidad, aunque esta ya no aparece en la última edición del DSM (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales).
Proyectos como Yes, we fuck! abordan también la sexualidad de las personas con diversidad funcional y aunque la realización corre a cargo de dos hombres, en este documental participan un buen número de mujeres valientes como Andrea Bardají, que sufre parálisis cerebral desde su nacimiento, y nos cuenta su experiencia en este ámbito.
Todos los cuerpos son válidos para disfrutar del sexo, no importa si pesamos más o menos, cuántos años hace ya que llegamos al mundo, si nos depilamos o nos dejamos bigote, hoy la mujer es por fin dueña de sus orgasmos, aunque paradójicamente quizá también es más esclava que nunca de los cánones estéticos impuestos desde los medios y la moda.
Y es que no está todo hecho (ni de lejos)
Esta no es una lucha terminada, al contrario, no ha hecho más que empezar, porque no estará completa hasta que todas podamos disfrutar del sexo como nos apetezca, sin culpabilidad, sin reproches por parte de nuestro entorno, pero también sin sufrir por no parecernos a esa mujer perfecta, sexy y siempre dispuesta a complacer a su pareja con lo último en lencería y los consejos tipo “cómo volverle loco, domesticable y predecible” que desde finales de los 60 aparecen en un gran número de revistas “femeninas”.
Tampoco hay que olvidar que no estamos solas en el mundo, y que muchas mujeres no solo no tienen la suerte de poder disfrutar de su sexualidad, sino que están obligadas a reprimirla, anularla o directamente se les extirpa poniendo en peligro su vida. Según datos de la OMS de 2014, más de 125 millones de mujeres y niñas vivas actualmente han sido objeto de la mutilación genital femenina.
Por otra parte, aunque hemos mejorado mucho en el control de natalidad, casi 1 millón de niñas menores de 15 años dan a luz cada año, la mayoría en países de ingresos bajos y medianos. En España más de dos millones de mujeres en edad fértil se arriesgan a un embarazo no deseado por practicar sexo sin protección o por mal uso de los anticonceptivos, además de exponerse al contagio de alguna ETS (enfermedades de transmisión sexual), otro campo que requiere más medidas de prevención, educación y promoción del preservativo.
Así que ya ves, tenemos motivos de sobra para pensar que la verdadera revolución sexual no solo está sucediendo ahora, sino que es indispensable. Al fin y al cabo, esta es la época que nos ha tocado vivir y la única en la que tendremos la oportunidad de contribuir y poner nuestro granito de arena, tanto en nuestra liberación personal, como en todo lo que podamos apoyar a otras mujeres.
Si no es ahora, ¡¿cuándo?! Y la pregunta más importante, ¿te apuntas?
Fotos | The Road is Home, Becky Plus Size Model, Terre des Femmes En Trendencias | FEMEN: ¿Se puede defender la igualdad de la mujer enseñando los pechos?
Ver 8 comentarios