Ser honestos con nuestras emociones es imprescindible si queremos que los conflictos no se enquisten y terminen con nuestra relación de pareja
A pesar de que la generación Z haya puesto de moda, o mejor dicho haya visibilizado que está bien no estar bien, aún nos cuesta expresar emociones complicadas. Hasta con nuestro grupo de amigos o en entornos familiares en los que tenemos suficiente confianza, somos muchos los que afirmamos “está bien” o “no pasa nada” cuando otra persona nos dice que lo siente. Puede ser cuando nos preguntan por una ruptura de pareja o ante la pérdida de nuestra mascota por ponerte un par de ejemplos, pero también cuando nuestra pareja reconoce un error, sobrepasa nuestros límites o nos hiere. Pensamos que al decir “está bien” evitaremos un enfrentamiento y lo cierto es que es peor el remedio que la enfermedad porque estás reprimiendo tus sentimientos en lugar de ser honesto.
Para evitarlo y poder aclarar nuestros sentimientos, establecer límites o pedir ayuda, podemos cambiar ese sencillo “está bien” por alguna de estas frases que demuestran que tenemos inteligencia emocional y somos capaces de gestionar los conflictos de la mejor forma posible en nuestras relaciones.
“Esto ha herido mis sentimientos”
Alguien te ofende, se disculpa y a ti te sale solo un “está bien”. Pero no está bien. Si piensas en cómo te sientes seguro que bien no es la palabra que más se aproxima. Cuando en lugar de está bien decimos que eso o aquello nos ha hecho daño o ha herido nuestros sentimientos, no solo expresamos lo que nos pasa, lo que demuestra que tenemos inteligencia emocional, sino que también establece una especie de límite con la otra persona: esto me dolió.
La Dra. Lisa Marie Bobby, psicóloga y fundadora de Growing Self Counseling & Coaching, nos explicaba la importancia de usar la primera persona cuando discutimos. En lugar de acusar a tu pareja y decirle lo que está haciendo mal, dile lo que estás sintiendo y experimentando usando declaraciones en primera persona. Expresar lo que sentimos nosotros, y no hacer suposiciones sobre por qué esa persona ha hecho lo que ha hecho ni acusaciones, abre la puerta a hablar del conflicto y a negociar posibles cambios.
“Ahora no me veo con fuerzas para hablar de esto”
Existe la posibilidad de que en ese momento (o con esa persona) no te apetezca hablar en profundidad de lo que te pasa, pero si hablamos de relaciones de pareja, en lugar de decir “está bien” puedes aplazar la conversación para cuando te veas con más ganas. Un “ahora no me veo con fuerzas para hablar de esto, pero si te parece bien, profundizaremos en el tema cuando esté preparada”. De esta forma no dejamos pasar el tema, sino que simplemente lo aplazamos.
“He tenido un día difícil”
Esta sencilla frase es una mano extendida que indica a la otra persona que podrías necesitar su apoyo. De esta forma puedes controlar cuánta información deseas compartir en ese momento. Si lo que quieres es ayuda, añade al final un “me preguntaba si podríamos hablar de ello”. A veces la otra persona no sabe cómo preguntarte y usando esta frase das pie a una conversación sincera sobre lo que te ocurre.
“Me siento…”
Tal y como explica Daniel Goleman, el famoso psicólogo autor de ‘Inteligencia emocional’, con un doctorado en psicología y desarrollo de la personalidad de la Universidad de Harvard, alguien con inteligencia emocional es una persona capaz de identificar de forma precisa la emoción que está sintiendo en este momento. Es lo que se conoce como “granuralidad emocional”. Si identificamos y aceptamos lo que sentimos, no tendremos miedo a comunicar esas emociones abiertamente porque sabemos que todas las emociones son válidas.
Cuando comunicamos a otra persona cómo nos sentimos, damos la oportunidad de que quien nos escucha hablar de nuestras emociones intente comprenderlas y empatizar con ellas. Y ya hemos dicho que la honestidad es mejor que esconder nuestras emociones en un cajón, porque cuando evitamos nuestras emociones negativas, según un estudio de la Universidad de Texas, en realidad las fortalecemos y hasta aumenta nuestra agresividad. Es más, reprimir las emociones impacta en el cuerpo y la mente.
Las razones por las que decimos “está bien” cuando en realidad no lo está
Según la psicóloga clínica Isabelle Lanser, podemos usar esta frase porque “a veces no es el entorno adecuado para hablar sobre lo que realmente está sucediendo en tu vida o es posible que no te sientas cómodo con la persona con la que estás hablando”, explicaba a Parade. Puede que simplemente no te apetezca hablarlo o que “no confiemos en que los demás puedan manejar nuestras emociones o ofrecernos algún comentario útil cuando las cosas no están bien", como aseguraba en el mismo medio la Dra. Kennedy, Directora de Psicología en Driftwood Recovery. Incluso puede que no queramos arriesgarnos a que otras personas nos rechacen si establecemos un límite o si decimos que algo no está bien, pero como asegura Lancer, “las personas pueden sorprenderse por la cantidad de apoyo que recibirían si les dieran a otros la oportunidad de estar ahí para ellas”. No decir nada puede hacernos sentir más aislados porque “las personas no saben que necesitamos apoyo y, por lo tanto, no lo ofrecen”, añade.
Fingir que todo está bien puede llegar a ser una regla social implícita y podemos sentir la presión de ser positivo todo el tiempo, la positividad tóxica. Podemos sentir que es más fácil decir "está bien", en lugar de profundizar en por qué las cosas no están bien. Sin embargo nos sorprenderíamos si cambiamos esta sencilla frase por cualquiera de las alternativas de las que te hablábamos, porque nos permite solucionar un problema, desahogarnos o simplemente al verbalizarlo, verlo todo con otra perspectiva.
Como explicaba Becky Diamond en Psychology Today, “se necesita fuerza para hablar sobre sentimientos y experiencias que podrían percibirse como negativas o débiles, pero es más saludable comunicar y compartir nuestros miedos y frustraciones que mantenerlos reprimidos”. Nos puede llegar a provocar ansiedad y estrés, además de tener consecuencias en nuestra salud cardiovascular o en nuestro sistema digestivo. Es hora de dejar de decir “está bien” cuando no lo está. Por ti y por quienes te rodean.
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