La explicación psicológica de que en ‘La isla de las tentaciones’ lloren por su pareja y a los cinco minutos sean infieles

David tiene 21 años y Elena 23. Se conocieron a través de Instagram y ahora son pareja. O lo eran. O quizá aún lo son, no lo tengo claro, porque participan en La isla de las tentaciones y ya han protagonizado el “momento Estefanía” de esta edición con un desmayo en plena hoguera.

David ha sido infiel (muy infiel) a Elena y aunque van ya muchos artículos en los que te hablamos de la infidelidad y te hemos contado en qué país son menos infieles e incluso la implicación que los genes tienen en la infidelidad (excusa que fijo que alguno de la isla usaría si la conociera), aún no sabemos cómo es posible que alguien llore por su novia a las 8 de la tarde y a las 8 y media ya esté comiéndose la boca (y lo que no es la boca) con otra mujer.

Por qué somos infieles después de haber estado llorando por nuestra pareja

Las lágrimas de David por Elena que no le impiden acostarse con María. Otra vez. Hay quien podría pensar que son lágrimas de cocodrilo, de arrepentimiento o hasta de vergüenza, pero lo cierto es que la psicología parece tener el secreto de este comportamiento en el que durante el día nos sentimos culpables pero por la noche ponemos los cuernos, y tiene que ver con la dinámica previa de la pareja.

Antes de que se produzca la infidelidad como tal en La isla de las tentaciones podemos escuchar las mismas frases en todas las parejas participantes: es el amor de mi vida,  vamos a salir reforzados, vengo aquí para saber si puedo confiar en él/ella. Obviamente no sale bien casi nunca. De hecho podríamos contar con los dedos de una mano a las parejas que entran y salen juntas del programa.

En el caso de David y Elena, ella desconfía de él antes de entrar. Le prohíbe salir, le controla y le mantiene en una especie de cárcel que en realidad es “un maltrato psicológico con control y aislamiento social”, tal y como nos explica Iria Reguera, psicóloga y redactora jefe de Trendencias. Una relación tóxica y nada saludable antes incluso de que haya infidelidad ninguna. Evidentemente la infidelidad no es excusable por este motivo, pero este tipo de relaciones son el caldo de cultivo perfecto para favorecer que se produzcan.

Vale, estamos en una relación tóxica y aparece alguien con quien conectamos, bien sea física o emocionalmente. Sentirnos atraídos por otras personas no es un problema, es lo más normal del mundo y algo inherente al ser humano, pero cuando se perpetúa el mito del amor romántico y se idealizan las relaciones se pronuncian frases que son el trampolín (o la excusa) para la futura infidelidad, como que “si realmente estuviera enamorado, no me atraería otra persona”.

La relación con la tercera persona comienza a ponerse más intensa, y ahora es el momento del “ en realidad no estamos bien”. David comienza a decirlo durante el programa cuando aún no ha pasado nada con María (si entendemos por pasar algo a comerse la boca o acostarse juntos, aunque ya ha habido microinfidelidades con la tentadora).

Ahora sí que sí: David cae en la tentación y ya tenemos liada en La isla de las tentaciones. Elena se desmaya y David comienza a ver su “nueva relación” como la relación perfecta, pero pronto cae en la cuenta de que haber sido infiel tiene consecuencias como provocar una ruptura con su pareja, así que del éxtasis pasa al llanto en un bucle que a nosotras se nos empieza a antojar infinito.

De ahí la montaña rusa tan intensita que viven David, Álex o Marina en La isla de las tentaciones, y que a nosotras nos tiene locas cada lunes.

Fotos | La isla de las tentaciones

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