Se ha convertido en tendencia en TikTok porque al parecer, tenemos todas muchos traumas con las relaciones de pareja
Haciendo scroll en el sofá por la tarde, en un rato muerto que me quedaba en el día, me salió en TikTok un vídeo que me enganchó desde el primer segundo. Un grupo de chicas, Generación Z, hablaban a cámara con una copa en la mano. Cada una de ellas contaba una historia que terminaba con un “y aún así me quedé”. No eran historias inventadas, eran experiencias que habían vivido en sus relaciones del tipo “se lió con mi prima menor y aún así me quedé” o “tonteaba con otras por Instagram y aún así me quedé” o una de mis favoritas: “se enfadó porque salí un miércoles y aún así me quedé”.
El refranero español dice que mal de muchos consuelo de tontos, pero confieso que escuchar lo que otros ex hicieron me hizo sentirme identificada, pero también me hizo reír y me hizo darme cuenta de dos cosas: todo lo que ha pasado nos convierte en quien somos ahora (bueno y malo) y no entendemos demasiado cómo funciona el amor saludable. O al menos no lo entendíamos.
La Generación Z es más dada a hablar de salud mental y a expresar aquello que siente, piensa o aquello por lo que ha pasado. Su visión de la salud mental, mucho más holística dentro de su salud que la de generaciones anteriores, considera la atención sanitaria como un autocuidado, según los datos de encuestas e investigaciones demográficas mundiales recopiladas por el Oliver Wyman Forum. No es de extrañar entonces que usen herramientas a su alcance, como pueden ser las redes sociales, para poner el foco en algo que les preocupa. En este caso, para poner el foco en experiencias que les dolieron en sus relaciones de pareja.
La explicación psicológica de por qué se ha viralizado el “y aún así me quedé”
El hecho de decir en público y en alto lo que nos hicieron en el pasado, no es que tenga un efecto positivo per sé, sino más bien, y como nos explica Iria Reguera, psicóloga y directora de Trendencias, “posiblemente, ayude a nombrar la situación y, por tanto, reconocerla, reconocer que te ha dolido y quizás facilitar poder trabajar en ella”. Es decir, en ocasiones y en nuestras relaciones pasamos cosas por alto, algo que se demuestra con este trend, y llegamos a fingir que no nos han afectado tanto o que quizá no son para tanto y no las trabajamos. “Mencionarlas y reconocerlas puede ayudar a empezar a trabajarlas. No todo el mundo lo hará, pero puede ser un comienzo”, explica Reguera. Además, añade que “nos ayuda a encontrar otras personas que han pasado por lo mismo y facilita que nos sintamos acompañadas y queramos hablarlo más y, por tanto, también facilitar el que lo trabajemos”.
¿Usamos el humor para lidiar con traumas? Puede. Como bien nos explica Reguera, “el humor es, en muchos casos, una herramienta para lidiar con el trauma, pero no tiene por qué ser una herramienta que nos funcione”. Hay gente que lo usa para quitarle hierro al asunto, para tapar lo mucho que nos ha afectado o para fingir que no es tan importante. Lo disfrazamos de humor y parece que así duele menos, pero Reguera insiste en que “el hablarlo, el mencionarlo, puede ser una herramienta facilitadora para que se comience, al menos, un proceso de trabajo. Luego, habrá muchas otras variables que entrarán en juego en si las personas siguen con ese trabajo, pero al menos, puede ser iniciador”.
Es curioso lo rápido que se está viralizando, aunque nos deja una lectura clarísima y es que la gran mayoría tiene al menos un "y aún así me quedé”, de mayor o menor gravedad. Y no solo mujeres. Ellas son mayoría en este trend y gran parte de ellas pertenecen a la Generación Z. Algunas cuentan entre risas y con sus amigas algunas de las experiencias sentimentales más dolorosas que han vivido y otras lo hacen a solas. Pero podemos encontrar algún hombre por ahí, como estos tres chicos. Uno de ellos afirma “me dijo que estaba conmigo mientras se enamoraba de otro y aún así me quedé”:
O estos dos amigos que confiesan ante la cámara cosas que ni se habían contado el uno al otro, como que encontró un tanga que no era suyo y aún así se quedó. La cara del amigo es un poema que refleja su incredulidad y llega a preguntar “¿esto es real?”.
Hay vídeos dentro de este trend que son demoledores. Por ejemplo este en el que una chica explica que su ex le obligaba a tener sexo con ella a diario porque los canales de YouTube de Alpha Male que seguía (por ejemplo, Amadeo Lladós) le decían que no tenía que masturbarse. Terrible.
Lo peor: “y aún as me quedé” nos ha pasado a todas
El mensaje más triste de este trend es que estamos menos solas que nunca porque nos ha pasado a todas, y seguramente a todos. La peor realidad de esto es que todas tenemos al menos un "y aún así me quedé” en nuestras vidas, a pesar de que en estos tiempos a todos se nos llena la boca con la responsabilidad afectiva y con la necesidad de que pongamos límites, algo que es evidente que hablamos, pero que no practicamos. Para que entendamos todos que esto no es algo aislado ni exclusivo de la Generación Z y que aunque nos lo tomemos con humor, no podemos normalizarlo, voy a contarte no una sino varias muestras que he recogido en apenas un par de minutos en la redacción. Son experiencias reales de diferentes compañeras. Para algunas recordarlo es darse cuenta de que “por suerte ya estoy olvidando muchas cosas”. Para otras es una herida abierta que ni sabían que tenían y para otras es un trauma en el que ya se está trabajando.
"Le dijo a amigos en común que solo estuvo conmigo por el sexo y aún así me quedé" y una que no solo se aplica a una relación sino a dos, "me dejó porque no quería una relación conmigo, pero cuando le interesaba nos liábamos y aún así me quedé". También tenemos un "le pillé mirándome el móvil y aún así me quedé", que claramente rompe con un límite en torno a la intimidad, o momentos que parece irreales como “me abandonó durante toda una fiesta en la que prácticamente no conocía a nadie porque no le gustaba el vestido que llevaba puesto y aun así me quedé”.
Tenemos algunas que hablan de infidelidades como “le pillé liándose con otra en nuestra propia casa, conmigo durmiendo en la habitación de al lado, y aún así me quedé” y otras que hablan de maltrato psicológico como la ley de hielo como “se pasó diez días sin hablarme mientras convivíamos bajo el mismo techo y aun así me quedé”. Las hay que hablan hasta de salud mental porque otra compañera afirma que “me dijo que era difícil de querer por mis tendencias depresivas y aún así me quedé”, o de relaciones como "Me ocultaba de sus amigos, no quería que nadie supiera que estábamos juntos y yo no se lo podía contar a casi nadie y aún así me quedé".
El más fuerte de todos es el de una compañera que asegura “me forzó cuando yo no quería chuscar esa noche y aún así me quedé”. Una violación que no denunció dentro de una relación que mantuvo en el tiempo y que pasa más de lo que nos gustaría admitir, porque según el Ministerio de Igualdad se estima que en España, las mujeres entre 16 y 74 años el 6,7% ha sufrido violencia sexual en el ámbito de la pareja, en algún momento de su vida. Y el porcentaje de las mujeres que han sido violadas alguna vez en su vida por parejas o exparejas es del 5,8%.
Dos mías: "me dijo que no le ponía porque llevaba ropa demasiado ancha y aún así me quedé" y “me dijo que llevaba condones en su bolsa de un viaje de trabajo -yo tomaba la píldora- porque se habían quedado pegados al neceser. Y aún así me quedé”. Las más fuertes me las guardo para mí porque no sé si estoy preparada para sacarlas a la luz e iniciar el proceso sanador que podría suponer publicarlas. Lo que sí sé es que la Generación Z vuelve a demostrar una vez más que, a pesar de lo que muchos digan, son valientes como ninguna otra generación y están dispuestos a romper con todo lo establecido. Incluido el dejar de guardarnos las experiencias más traumáticas dentro de un cajón en el fondo de nuestro corazón. Quizá la mejor manera de hacer hueco para todo lo bueno que está por venir sea sacarlo todo y los zetas lo saben.
Fotos | TikTok @santobelen_ y @carmenbaldrees2.0
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