Me excito viendo escenas de sexo de otras mujeres (y no soy lesbiana)

Casi todos los grandes descubrimientos de la vida llegan de forma casual. Este también. Un día como otro cualquiera mi portátil decidió hacer huelga de brazos caídos sin previo aviso. Y, con varios temas que repasar (y la cabeza a punto de estallar), decidí utilizar el de mi pareja...

Tras una dura tarde de trabajo, llegó el momento de desconectar. De repente, la vista se me fue a una carpeta con el siguiente enunciado: 'Pelis y series'. Aburrida, la abrí esperando ver una recopilación de los hits de HBO y Netflix... pero no, un archivo me sorprendió, quizá por lo inesperado del título: 'Dos mujeres y un destino'.

Como fiel seguidora de las andanzas de 'Butch Cassidy and the Sundance Kid', la curiosidad me pudo. Doble click y a ver la película. Los títulos de crédito ya dejaban bien claro que esto no era un western al uso.

Rápidamente, las dos protagonistas de la cinta dejaban aparcadas alforjas, pistoleras y camperas para, en menos que se vacía un cargador, lucir en su estado más natural.

Mi primera reacción fue, por supuesto, de sorpresa pero, a medida que las escenas se sucedían, me sentí extrañamente atraída por lo que sucedía en la pequeña pantalla del ordenador. A partir de ese momento, mi nueva filmoteca privada. No sé si fantaseé con el hecho de imaginar a mi pareja excitada con estas imágenes o era simplemente atracción propia. La realidad es que nunca me he sentido atraída por las mujeres, pero, de repente, mis cinco sentidos quedaron atrapados en una trama tan previsible como, sorprendentemente para mí, cautivadora.

A partir de entonces me aficioné a las cintas prohibidas del portátil de mi novio. Deseaba que se fuera de casa para sentarme a ver un nuevo 'clásico'. Obviaré los titulos porque son demasiado penosos. Vacuos juegos de palabras.

Había llegado el momento de investigar sobre mi renovada afición por el séptimo arte. Estudios realizados por la Universidad de Boise (Idaho) y Arizona (EE UU) entre varias de sus alumnas, los datos se mostraban tan contundes como irrefutables: un 45% había besado a otra mujer y más de la mitad confesaba que era común imaginar una escena sexual con otra mujer a pesar de que el 70% de las encuestadas reconocía ser "exclusivamente heterosexual”.

Supongo que mi nuevo 'secreto', como expone la psicóloga y psicoterapeuta Maribel Maestre Pérez, viene determinado porque "nos guste imaginar un sexo más completo y variado (más allá de la genitalidad pura y dura) y a veces se cruza con la fantasía lésbica, aunque sintamos que en nuestra realidad predomine la heterosexualidad".

Maestre Pérez, experta del centro de psicoterapia Anankhé, añade: "La fantasía, sea cual sea, está al servicio del disfrute físico. Las fantasías, o los estímulos excitatorios, no tienen por qué convertirse en realidad, sino contribuir a que la realidad sea más satisfactoria. También muchas mujeres ayudan a su excitación con otras imágenes, como antiguas parejas, actores famosos o figuras que actúan, en el imaginario de cada una, como acelerantes de su excitación. Con ello las mujeres no son infieles, ni sus parejas son deficitarias. Solo es un elemento más en el complicado mundo de las relaciones íntimas".

La realidad, al menos la mía, es que he descubierto una parte de mí que no conocía, una parte tan real como las demás. Una parte que me ha hecho abrir la mente y ver las cosas con mayor y mejor perspectiva. Nada como que un día cualquiera tu portátil diga basta para aprender un mundo nuevo.

Fotos | 'Carol' (2015)|'Dos hombres y un destino' (1969)

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