En todo cuento contemporáneo acerca de las relaciones que se precie, el papel de "la mala" suele estar ostentado por la (o él) ex: no termina de desconectar, se entromete en la vida de su ex... y en su nueva relación. Pero, ¿qué pasa cuando eres tú esa ex omnipresente que no para de intervenir? Si no has superado que tu ex tenga una nueva relación, si te has obsesionado un poquito y ya no sabes cómo manejarlo, sigue leyendo.
Todo iba bien hasta que empezó una nueva relación
Todo parecía ir bien, dentro de lo dolorosa que es siempre una ruptura, pero entonces te enteraste de que tu ex tiene una nueva relación.
Para muchas personas este cambio de situación puede suponer un maremoto difícil de gestionar, ya que aviva, magnifica y descontrola ciertos sentimientos.
Y entonces puede aparecer pensamientos y sentimientos como estos:
- Replantearte la situación. ¿Y si en realidad sí que quiero estar con mi ex? De pronto tu ex se torna en una opción maravillosa, y la idea de no tenerle es devastadora.
- Dedicas mucho tiempo a pensar en tu relación, e imaginas cómo sería todo si no se hubiera acabado.
- Dudas y autocrítica: ¿por qué no quiere estar conmigo? ¿Qué tengo de malo?
Y puede que hagas cosas como estas:
- Stalkear tanto a tu ex como a su nueva pareja. Sus redes sociales son el BOE que consultas religiosamente todos los días... o varias veces al día.
- Analizar a su nueva pareja: su forma de vestir, gustos, aficiones... Como si conocerla, saber más de ella, fuera a calmar tu malestar o a ayudar en algo.
- Compararte con ella.
Qué está pasando en realidad
- Puede que sigas enamorada y quieras volver con tu ex.
- Puede que tus expectativas fueran otras: si pensabas que rápidamente encontrarías a alguien, si estabas segura de que como tú, ninguna, pero resulta que tu ex tiene una nueva relación y tú no paras de “jugar a Tinder” sin topar con nadie decente, es posible que esta nueva relación de tu ex te haya hecho tambalear.
- Puede que tengas ganas de una relación, y al no haber aparecido nadie que te mueva, estés tirando de ex: emocionalmente es un recurso, pero uno que no nos conviene, es el clavo ardiendo al que no debemos agarrarnos. Al mirar atrás tendemos a idealizar, a dulcificar el pasado. Es un recurso la mar de lógico y adaptativo: si recordáramos todo lo malo que nos pasa en la vida no tendríamos ánimo para levantarnos cada mañana de la cama. Con los ex sucede esto, especialmente cuando tenemos un “roto” que cubrir: minimizamos lo malo, relativizamos lo que no iba bien o empezamos a justificarlo... y todo para que nuestra cabeza no proteste cuando nos pillemos pensando “en lo bien que estaríamos juntos en realidad”.
Preocuparnos, obsesionarnos, con la nueva pareja de nuestro ex puede ser la vía que hemos encontrado para no tener que afrontar eso que tanto nos duele: el hecho de que nuestra relación de verdad, de la buena, se ha acabado, que ya no hay “otra oportunidad”.
De esta manera nos preocupamos por algo que nos genera malestar, ella, “la nueva”, pero no tanto malestar, no tanto dolor, como el que genera la idea del fin.
No lo hagas
No te compares con su nueva pareja
Encontrar las diferencias o semejanzas entre vosotras no te ayuda en absolutamente nada. No vas a encontrar ahí las respuestas a tus dudas ni los porqués de vuestra ruptura.
“¿Qué le está dando ella que yo no pude darle/que yo no tengo?” es un pensamiento demoledor, porque te lleva a evaluarte, a examinarte bajo unos parámetros sobre los que no tienes control... y solo sirve para hacerte daño.
Proyectamos nuestras inseguridades en la nueva pareja, buscamos en qué fallamos, qué nos faltaba, olvidando que nada de eso posiblemente sea la causa de la ruptura: a veces el amor se acaba, o la relación no funciona, y ya está, tú eres estupenda, deja de machacarte.
Que nuestra ex-pareja inicie una relación es equivalente a la sensación de que nos ha dejado definitivamente (aunque en principio rompiéramos nosotros), y eso afecta a nuestra autoestima, estado de ánimo, etc.
No la culpabilices
Esto, que parece de total lógica, no siempre lo aplicamos, ¿verdad?
Buscar un chivo expiatorio para nuestro malestar, uno con nombre y apellidos, es más sencillo que reflexionar acerca de los motivos reales de que esa relación no funcionara, pero... Es más sencillo, pero no más sano, ni más adaptativo, ni nada que te siente bien.
Qué hacer para no enloquecer
Vamos a intentar cerrar sanamente esta etapa para poder recuperarte, sin fantasmas, sin dolor innecesario.
Redes sociales... con límite
Las nuevas tecnologías son una maravilla para muchísimas cosas, pero para esto de superar relaciones pasadas que no hemos terminado de cerrar no ayudan especialmente.
Si eres de las que miran las redes de tu ex, si analizas las fotos en plan CSI ex-novia, si te sabes qué ha desayunado su nueva pareja porque su cuenta de Instagram es la que más visitas, es el momento de ponerte límite, por ti, por tu salud mental y emocional.
Ponte límites, marca una franja al día en la que mirar esto, pero nada más. Esas dinámicas de andar cada dos por tres mirando el móvil, buscando información sobre ellos o entrando en sus perfiles en redes sociales es como abrir, una y otra vez, tus heridas. Ya basta.
Busca distracción, cuídate
Distráete, haz cosas que te resulten agradables, que te hagan sentir bien, haz planes... ¡vive!
Un estudio de la Univeridad de Arizona señala la importancia del autocuidado, del automimo, para superar una ruptura.
Nuestro estado de ánimo se alimenta, entre otras cosas, de lo que hacemos y de lo que pensamos: si tenemos mucho tiempo para pensar en cosas “negativas”, si nos regodeamos en ellas, nos acabaremos sintiendo peor.
Sin embargo si hacemos cosas que nos agradan (desde quedar con amigos a hacer deporte o tu hobby favorito) tenemos un doble beneficio: por un lado, el tiempo que estamos realizando esa actividad estamos entretenidas, de manera que la atención está en eso (y no en eso otro que nos preocupa y nos hace sentir mal), y por otro al tratarse de una actividad que nos gusta nos proporciona placer, nos hace sentir útiles, eficaces, queridas... ¡y eso sienta taaaan bien!
Cuidado con las proyecciones
Cuando estamos dolidos tendemos a proyectar “realidades alternativas”, como si viviéramos en Regreso al futuro.
Mirar las redes de su nueva pareja, esa necesidad de saber de ella y su vida, nos lleva constantemente a un “podría ser yo”, a un “esa vida podría ser la mía”.
Olvidamos por qué nuestra relación no funcionó y nos quedamos con eso tan dañino que es “lo que pudo ser”.
Lo negativo no ha desaparecido.
Escribe los motivos reales de la ruptura con tu ex, lo que no funcionaba, lo que no iba bien en vuestra relación. Con esto neutralizamos ese sesgo a la hora de recordar solo lo bueno.
Un estudio publicado en 2016 señala que si tenemos en mente lo que no nos gustaba de nuestro ex, si ponemos sobre la mesa lo negativo, en lugar de centrarnos en esos dulcificados recuerdos fruto de la añoranza, reduciremos nuestro malestar emocional.
¿Temes a la soledad?
El miedo a estar soltera-sola se relaciona, de acuerdo con un estudio de la Universidad de Toronto, con pensar más en el ex, con dedicarle más tiempo... con obsesionarnos con él. Y claro, así no hay quien supere nada.
A menudo confundimos estar soltera con estar sola, y estar sola con estar aislada, pero en realidad no es así, ¡para nada!
Revisa tu idea de soltería, de soledad, porque puede que estén boicoteando tu avance. La soledad, que no el aislamiento, no solo no es negativa, sino que es deseable, sana y estupenda.
Estar bien con una misma es fundamental para el bienestar general, incluso en el marco de una relación de pareja. Sola no es aislada, sola es "bien", es tener tiempo para ti, para hacer cosas por ti... ¡disfrútalo!
La mejor medicina para el vacío y el dolor que genera una relación pasada que aún escuece es tomar el control de nuestra vida, cuidarnos, mimarnos, querernos.
Cambia el foco de atención de eso que duele, de ella, de él, de su nueva relación, a eso que te enriquece, que te hace feliz: pon tu atención en ti, en tu vida. Saldrás ganando. ¡Ánimo!
Fotos: Unsplash.com
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