Os conocisteis y las chispas saltaron. Los primeros encuentros fueron memorables. Pero... ahora esos encuentros, las chispas y las ganas son cada vez menos. Y no es que no estés bien con tu pareja, es que... ya no disfrutas como antes con el sexo, ya no te apetece como antes. Estos son los motivos que pueden estar haciendo que tu deseo esté famélico y qué puedes hacer para volver a disfrutar.
Placer y deseo
Tendemos a pensar que el deseo es algo que está como flotando en el ambiente, algo que, con solo levantar la mano, podemos atrapar. Pero no, el deseo es algo “vivo”, necesita que lo alimentemos, que lo mimemos... o hace las maletas y se marcha (y esto nos pasa a mujeres... y a hombres, claro).
¿Por qué hablo de deseo cuando el título se centraba en satisfacción sexual? Porque ambos conceptos están relacionados: el deseo nos lleva a una mayor excitación, a querer probar, a querer más... y por tanto a disfrutar más. Si "Sin Smint no había beso", sin deseo no hay verbena.
Cuando llegamos al encuentro sexual con bajo deseo (o nulo) es posible que en algún momento, bien porque nuestra pareja nos guste, bien porque hagamos el esfuerzo (esto, que puede parecer un poco duro es algo que escucho en consulta a menudo), nos pongamos un poco a tono.
Pero, ¿qué pasa? Que no es suficiente, que asociamos sexo no a placer de principio a fin, sino a esfuerzo, a imposición (aunque sea autoimposición), y no hay nada menos bonito con lo que relacionar el sexo.
Motivos por los que puede que estés disfrutando menos
No te sientes cómoda con tu cuerpo
Si piensas que tienes kilos de más, o de menos, si tu pecho no es como te gustaría... si no te sientes atractiva, si te centras en lo que no te gusta de ti lo más probable es que tu deseo entre en coma y tu placer se esfume.
Cuando durante el encuentro sexual estamos más pendientes de si se nos ve esto o aquello, de qué pensará el otro sobre nuestro culete o barriga, no estamos en lo que tenemos que estar, y claro, así es complicado mantener la excitación.
Y no es que se trate de engañarse o evitar ciertos temas o partes de tu cuerpo, se trata de mirarte y tratarte con bondad, con primor. Vale que tu pecho no es como idealmente te gustaría, pero… Míralo en el espejo, prueba desde otro ángulo, tócalo, mira cómo cambia tu pezón al ponerse erecto… Tu pecho es estupendo, amiga.
Y así con todo. Redirige la mirada y cambia el discurso, en lugar de centrarte en lo “que no”, fíjate en lo que sí, y en lo que “podría ser que sí”. Pisa morena, pisa con garbo.
No conoces tu cuerpo
Es complicado que otra persona de con el sitio, el movimiento, la velocidad y la intensidad exactos para que rocemos la gloria... si nosotras mismas no sabemos llevarnos hasta allí.
Necesitamos conocer nuestro cuerpo, probar y jugar con él para saber dónde y cómo nos gusta más. Y eso pasa por mirarse al espejo, cuerpo y genitales, claro, y por tocarse: tu cuerpo te va a dar grandes alegrías, ya verás.
Mala comunicación con la pareja
Esperar que el otro sepa, como decía, qué es lo que queremos y cuándo lo queremos es ser bastante injustas con nuestra pareja (y viceversa, claro).
A menudo veo en consulta parejas que llevan juntos diez o doce años que jamás han hablado de sexo, que nunca se han dicho si eso que han hecho les ha gustado más o menos que aquello otro...
No es que según terminemos de hacerlo tengamos que montar una charla-coloquio o un simposio, pero hablar de sexo, de nuestro sexo como pareja, es de las cosas más sanas y productivas que podemos hacer.
Hay a quien le da corte o quien piensa que esto no hay que hacerlo porque “el otro ya nos conoce y no hace falta”, pero la realidad es que la falta de comunicación en este sentido lleva a una menor satisfacción sexual, lo veo constantemente.
Menos hablar de la compra y más de la cama.
Tienes la cabeza en otra parte
La declaración, que está sin hacer, la nevera, que está tan vacía que el bote de salsa de soja hace eco cada vez que abres la puerta, solo te quedan las bragas de regla y la faja de Bridget Jones limpias... pero, ¿de verdad es momento de pensar en ello mientras tu pareja está… "bajándose al pilón" (gracias, Sexo en Nueva York por este concepto)?
No, no lo es. Es verdad que son muchas cosas las que tienes en mente todos los días, mucho que organizar, mucho que hacer, pero para, date un ratito, este ratito. Si notas que tu cabeza se va a otra parte recuérdate que no es el momento de pensar en eso y focaliza tu atención en lo que estás haciendo, en el cuerpo de tu pareja, en su olor, en dónde te toca...
Depresión, ansiedad, estrés, cansancio…
Todos estos son verdaderos aniquiladores del deseo, del placer. Los trastornos del estado de ánimo, o el simple hecho de tener una mala racha emocional, puede hacer que nuestro disfrute se resienta (y mucho).
En cuanto al cansancio, ay, sí que tiene efectos moduladores: por mucho que tengamos ganas hay veces que el cuerpo dice “Mira, maja, hoy yo ya” y no hay más que hablar, ya pueda venir el mismísimo George Clooney (sin café) o el Brad Pitt de “El Club de la lucha” que nada, cero, piiiiiiiiii, tu deseo ha sido declarado muerto.
Tienes problemas de pareja
En ocasiones un problema a nivel sexual puede ser la punta del iceberg de un conflicto más amplio en la pareja.
A menudo en consulta cuando indagamos en qué puede haber detrás de esa poca apetencia o de ese sexo “no espectacular”, nos encontramos con quejas y recriminaciones referentes a la relación.
Ojo, maticemos: hay parejas que pueden estar al borde de la ruptura y aún así tener sexo, del mejor, tres veces al día. Pero también hay parejas, muchas, para las que un bache en la relación o un conflicto puntual puede afectar en cuánto nos apetece el sexo... o si estamos de humor siquiera para planteárnoslo.
Reflexiona sobre si tu pérdida de ganas o de disfrute se debe no a algo meramente sexual, piensa en tu relación, en qué te gusta y en qué no. ¿Hay algo ahí? Si es así, ahora que lo sabes, intenta abordarlo con tu pareja y juntos buscad soluciones.
Y por último el que a nadie le gusta escuchar, el que más cuesta aceptar ante la pareja, el que más nervios causa cuando lo comentamos en consulta:
No te gusta el sexo… con tu pareja
Puede que tu pareja no sea un gran amante, puede que lo sea pero que como no habláis de sexo (como decía antes) no sepa qué hacer ni dónde hacerlo para que disfrutes más... y también puede ser que tengáis gustos y preferencias diferentes (a veces diametralmente).
Lo que para uno es una buena sesión de sexo para el otro puede haber sido un trámite, agradable, sí, pero trámite.
Si te aburre, si no te gusta "su técnica", insisto, habla con tu pareja.
¿Cómo recuperar el placer?
La receta es corta, pero no por ello sencilla: responsabilízate de tu placer. Es tu cuerpo, es tu disfrute. Eres tú la que se está perdiendo momentos de gozo.
Reflexiona acerca de los motivos que he mencionado antes, ¿hay alguno con el que te sientas identificada? Si es así ponte manos a la obra, traza un plan para hacerle frente: plantéate cómo hablar más con tu pareja, prueba a masturbarte en distintas posturas, con distintos estímulos para conocer tu cuerpo, plantéale a tu pareja la necesidad de resolver los conflictos que tenéis, reflexiona acerca de las creencias que tienes sobre el sexo, cuestiónalas, fantasea, planifica, prueba...
Si es el estrés el que está boicoteando tu vida sexual quizá te interese pensar un poco si merece la pena o qué puedes hacer para reducirlo en la medida de lo posible.
Y es que el placer, como empecé diciendo en este punto, es algo de lo que debemos responsabilizarnos, algo que, si lo que queremos es que esté sano y estupendo, debe estar en nuestro Top 10 de prioridades. Merece la pena.
Y si es que tu deseo se fue para no volver, si te duele al tener relaciones, si te sientes mal con algo relacionado con el sexo, te recomiendo encarecidamente que acudas a un profesional y le cuentes tu caso, seguro que puede ayudarte.
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