El punto G es una de esas cosas que hasta hace no mucho tiempo parecía como una leyenda. La gente había oído hablar de él, sí, pero no todo el mundo lo había visto. Casi parecía algo de ciencia ficción.
Recibe su nombre del doctor Grafenberg, considerado el primer ginecólogo que habló de él en el año 1944 y es considerado uno de los múltiples puntos de placer que tenemos las mujeres, aunque no todos los científicos se ponen de acuerdo con su verdadera existencia.
Cómo encontrar y estimular el punto G
No es un botoncito ni nada por el estilo, más bien una zona más rugosa que se encuentra en la pared vaginal frontal situada entre 3 y 5 centímetros de la entrada vaginal. Se estimula haciendo un movimiento de flexión en la vagina con nuestros dedos, como si dijeran “ven aquí”. Podemos encontrar maravillas que nos facilitan su estimulación, como el Soraya 2 de Lelo que estimula el clítoris y el punto G a la vez.
Pero el Punto G no es el único en su especie. El cuerpo femenino está plagado de zonas potencialmente placenteras y aunque no todos los puntos se encuentran en todas las mujeres y que no todos ellos proporcionan el mismo placer, seguro que con autoexploración y paciencia encuentras alguno de ellos.
Al fin y al cabo la única forma que tienes de saber si en ti funcionan, es buscándolos y haciendo tu propio mapa del placer con tu cuerpo.
Encontrar y estimular el punto A femenino
El punto A, conocido científicamente Punto AFE (Anterior Fornix Erotic Zone) fue descubierto por el Dr. Chua Chee Ann en la década de los noventa. Lo hizo durante un estudio de la sequedad vaginal y ha demostrado a posteriori su eficacia en la disfunción orgásmica de las mujeres y también que su estimulación genera más lubricación.
Según los sexólogos de Platanomelón, el punto A se localiza a unos 7’5 centímetros de los labios vaginales, en el interior de la vagina y rozando el cérvix si colamos nuestros dedos mirando hacia el ombligo. La estimulación de este punto es complicada con los dedos, así que lo mejor es usar un juguete sexual si estás masturbándote (los que tienen una pequeña curva en la punta son los mejores para acceder al punto A, como el vibrado Lyo o el Moka de Lelo).
También hay posturas sexuales que pueden estimular más fácilmente esta zona al conseguir penetraciones más profundas y un ángulo más favorable a su estimulación. Por ejemplo la postura del 5, una variante del misionero en el que la mujer pone los tobillos sobre los hombros de su pareja (puedes poner una almohada bajo tus caderas para facilitar una penetración aún más profunda); o la clásica postura del perrito, que permite una mayor penetración.
El punto K, cómo buscarlo y estimularlo fácilmente
Este punto, ubicado en la parte final de la vagina, es el contrapunto al punto A. Se encuentra también tocando el cérvix, pero en la parte inferior, más alejado del ombligo. Es más complicado de alcanzar, pero con entrenamiento todo es posible. Trabajar nuestro suelo pélvico con ejercicios de Kegel es una opción maravillosa para fortalecer la zona y facilitar el acceso. Puedes ayudarte por ejemplo con unas bolas chinas como las Luna Beds de Lelo.
Es imprescindible para acceder a él que estemos excitadas, ya se encuentra en el límite que da al útero y durante la excitación, este sube y es más fácil dar con el famoso punto K. Una vez excitadas, podemos probar posturas como la amazona que te permiten controlar la dirección de la penetración y localizar así ese punto de placer de una forma más fácil.
El más sencillo de encontrar, el punto U. Así se estimula este punto de placer
Este punto es el que tiene un acceso más sencillo ya que se encuentra entre la uretra y el clítoris, en la vulva y no dentro de la vagina como sus compañeros. Lleno de terminaciones nerviosas, este punto se estimula de una forma muy sencilla con los dedos o con un vibrador cualquiera, como las pequeñas balas vibradoras como la Honi de Lelo.
Puedes aprovechar para estimularlo durante muchas posturas sexuales diferentes, como la cucharita o la amazona, y es una zona susceptible de estimularse por ejemplo con la lengua de tu pareja. Solo tienes que indicarle dónde se encuentra y advertirle que un exceso de presión en la zona puede ser molesto.
Fotos | Karina Tess, Charles Deluvio en Unsplash, Dainis Graveris en SexualAlpha