La Tumba de la Flagelación fue explorada en 1960 por Carlo Maurilio Lerici. El arqueólogo se adentró en esta tumba etrusca datada en el 490 a. C. de la antigua ciudad de Tarquinia en Italia y dentro descubrió muchos frescos, pero el más importante y que da le da nombre fue el de una mujer desnuda entre dos hombres que la azotaban en un contexto sexual. Es la primera representación de un spanking sexual que se conoce.
Qué es el spanking
El spanking es un término inglés que hace referencia a los “azotes” en las nalgas o la parte trasera de los muslos. En el pasado siglo, se entendía como un castigo que marcaba la dominación de los hombres sobre las mujeres y que se popularizó en escenas del cine clásico de los años 50 en Hollywood.
Actualmente, el spanking es el acto de azotar pero durante un encuentro sexual y con una finalidad placentera y completamente consentida por ambas partes. Es decir, es la práctica de golpear o azotar con la mano o con cualquier otra cosa, los glúteos de tu pareja en un contexto erótico.
Por qué nos gusta el spanking
Según esta investigación el 59,1% de los encuestados admitió haber recibido alguna vez palmadas leves durante el sexo. Esta práctica que como nos explican los expertos de Platanomelon se engloba dentro del BDSM y “juega con el límite del placer y el dolor”.
Que nos guste tiene que ver con la relación cerebral que existe entre el placer y el dolor. El dolor hace que el sistema nervioso central libere endorfinas para bloquear esa sensación, lo que también produce euforia de la misma forma que opiáceos como la morfina. El término “masoquismo benigno”, la búsqueda del dolor sabiendo que no tendrá consecuencias graves, busca justo eso.
Según explicaba la Dra. Rebecca Plante, profesora en el Departamento de Sociología de la Universidad de Ithaca, en su estudio sobre los azotes sexuales, no hay un único motivo para que nos guste el spanking, y para entender de forma precisa el porqué, primero habría que tener en cuenta todo el espectro del spanking, que va según la experta desde el movimiento más básico de azote con la mano en el culo durante el sexo hasta los azotes con una pala y no a todo el mundo le gusta todo.
Lo mejor es la conclusión que da Plante en su estudio: "deberíamos sentirnos cómodos con nuestra sexualidad y con que cambie a lo largo de nuestra vida, pero nunca sentirnos coaccionados u obligados a hacer nada".
Cómo practicar spanking
Como decíamos, y como bien explica el positivismo sexual, es imprescindible que exista un consentimiento sexual y un acuerdo entre las partes. No vale solo con que te apetezca dar una cachetada en el culo a tu novia o novio para dársela, igual que no podemos obligar a nuestra pareja a que nos la de si nos gusta, si la otra persona no se siente cómoda con ello. Al tratarse de una práctica de BDSM, debemos establecer límites y códigos de seguridad para garantizar que en todo momento se pueda parar.
Es una práctica sencilla para la que en realidad solo necesitamos una mano y un culo, pero es importante que ambos estemos de acuerdo y que, como siempre, empecemos poco a poco. Buscamos una postura con la que nos sintamos a gusto. A cuatro patas, tumbados boca abajo o como más nos guste, siempre pensando que la zona de la nalga debe quedar expuesta para el azote.
Puede practicarse en cualquier momento del coito, como un cachetazo durante la penetración o como una práctica sexual en sí misma, pero siempre empieza poco a poco.Puedes comenzar con la mano abierta y relajada (cuidado con la intensidad), e ir aumentando si a ambos os apetece, tanto el número como la fuerza del azote, e incluso introducir juguetes como látigos o palas. También puedes combinar los azotes con acariciar, agarres y cachetadas de diferentes intensidades.
Se trata de juego en el que las reglas las ponéis en pareja, pero es muy importante la comunicación antes, durante y después de estas prácticas. Y ahora si os apetece, toca ponerse manos a la obra. Nunca mejor dicho.
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