La inteligencia emocional es una cualidad subestimada en ocasiones y que sin embargo ahora está en boca de todos. Todos queremos ser emocionalmente inteligentes porque nos han dicho que es una cualidad buscada en las empresas, una habilidad deseada en las relaciones de pareja y algo que los padres y madres sueñan con que sus hijos desarrollen.
Pero en muchas ocasiones, querer ser inteligente emocionalmente no es conseguirlo. Puede trabajarse, es un tipo de inteligencia que con trabajo y esfuerzo puede llegar a desarrollarse por muy mayores que seamos, y una de las primeras cosas que podemos hacer para desarrollarla es evitar hacer ciertas preguntas a otras personas. Una persona con inteligencia emocional nunca las haría.
¿Cuándo tendrás un niño?
Si me hubieran dado un euro por cada una de las veces que alguien me ha preguntado cuándo tendría un hijo, sería millonaria. Y no exagero. Hay ciertas edades en la que se convierte en una constante. Tu madre diciéndote que a ver si le das un nieto. Los amigos que os preguntan a ti y a tu pareja que por qué no os animáis mientras ellos sostienen un bebé en brazos. Tus compañeros de trabajo afirmando que se te pasará el arroz si no te pones pronto.
Una persona con inteligencia emocional sabe perfectamente que su contexto, metas y objetivos vitales no tienen porqué ser los del resto, y asumen que las circunstancias de cada persona son diferentes. Por eso alguien con inteligencia emocional jamás preguntaría cuándo vas a tener hijos. ¿Y si a quien le preguntas lleva más de 3 años intentando ser madre? ¿Y si está decidiendo si quiere o no ser madre? O si ha pospuesto la maternidad porque no encuentra una pareja con la que desee compartir ese proyecto. Las posibilidades son muchas y ninguna es de tu incumbencia si no sale de la otra persona contártelo.
¿Has engordado/adelgazado?
La primera de las preguntas erróneas hace referencia al físico de otra persona. La mayoría de personas que preguntan esto piensan que están haciendo un cumplido y sin pensar que con esa pregunta que alguien hace “sin mala intención” podemos estar dañando la autoestima de otro ser humano. El peso de un ser humano puede cambiar hasta dos kilos de un día para otro y por diferentes factores como pueden ser la hidratación, una inflamación o simplemente que no has ido al baño de forma regular en los últimos días.
Pero más allá de eso es posible que la otra persona haya pasado por algo que ha hecho fluctuar su peso y que tú desconoces, como un estado de estrés, una pérdida de un ser querido, una ruptura de pareja que intenta superar o un sinfín de posibilidades que ni pensamos al preguntar. Elogiar a alguien por su pérdida de peso cuando está pasando por circunstancias difíciles puede ser muy hiriente, y preguntar por un aumento de peso cuando la otra persona está intentando aceptarse como es, también.
Más de la mitad de las mujeres piensa en el peso todos los días, varias veces al día y en diferentes momentos, y ninguna necesita que tú se lo recuerdes. Cualquier comentario relacionado con la apariencia de otra persona es completamente innecesario y no tiene en cuenta sus sentimientos, así que guárdate la pregunta para ti y en lugar de hacer alusión a su físico, hazlo a lo que les hace verdaderamente especiales. Si quieres decirle un cumplido olvídate de “¿has perdido peso?” y prueba con un “me encanta lo generosa que eres”.
¿Por qué no tienes pareja?
En líneas generales podríamos decir que alguien que tiene inteligencia emocional no hace preguntas que empiecen con un por qué no, porque da a entender que la otra persona no lo está haciendo bien. Con esta pregunta lo primero que emitimos es un juicio no pedido y quien recibe la pregunta puede llegar a sentirlo como un ataque.
Piénsalo, lo mismo esa persona es feliz soltera, no quiere buscar pareja o ha tenido unas relaciones tan malas en el pasado y que le han hecho tanto sufrir que ahora sus estándares para encontrar pareja son mucho más altos y prefiere estar sola que mal acompañada. Esta pregunta también tiene variantes que una persona con inteligencia emocional nunca preguntaría, como el clásico “¿para cuándo la boda?” si tenemos pareja.
¿Cuándo conseguirás un trabajo de verdad?
Cuando añadimos ese “de verdad” al final de la pregunta, estamos juzgando la vida laboral de otra persona y hasta sus decisiones. En lugar de dar por sentado que “debería” buscarse otro trabajo porque según tu criterio (y solo el tuyo) está en el lugar equivocado, podemos cambiar la fórmula y mostrar interés por sus proyectos, o simplemente interesarnos por ese trabajo que tiene con un “me encantaría saber más sobre lo que haces”.
Puede que no entendamos por qué trabaja donde trabaja, pero no sabemos si le apasiona su trabajo, si es feliz, si encaja con su estilo de vida o si no tiene la oportunidad de trabajar en otro sitio. De nuevo, desconocemos sus circunstancias y entrar en este tipo de preguntas es invasivo e innecesario.
¿Por qué os habéis separado?
Estás en el trabajo y alguien te comenta que está se ha divorciado o se ha separado. Cuando intentamos superar una ruptura de pareja estamos pasando por un momento muy doloroso y preguntar los motivos suena más a cotillear que a preocuparte por cómo está. Esta es una de esas preguntas que alguien con inteligencia emocional no haría. En su lugar, prueba a preguntar simplemente cómo está, en lugar de ponerse en plan detective a averiguar los motivos de su separación.
¿Cuánto dinero ganas?
Cuando me preguntan esto solo contesto: “lo suficiente para ser feliz”. No es solo que hacer preguntas de dinero sea algo incómodo, sino que de nuevo estamos lejos de saber las circunstancias de la otra persona. Si queremos mostrar interés por otra persona, por ejemplo cuando alguien te comenta que ha recibido un ascenso en el trabajo, podemos preguntar cómo le va con el cambio. Sin más. Mostramos interés evitando una pregunta incómoda más.
Fotos | Jarritos Mexican Soda en Unsplash, Jarritos Mexican Soda en Unsplash, Mimi Thian en Unsplash
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