Obviamente, lo de abrir los armarios es un decir (yo soy incapaz de meter mi nariz en intimidades ajenas). Sin embargo, la mesita de noche, el armario o el cajón del escritorio dice más de una persona que su gusto musical.
Cuando me entero de que alguna de mis amigas ha conocido a alguien y le pregunto cómo es su relación, que me explique algo, lo primero que me cuenta, más allá de “Se llama Juan, tiene 35 años y es bombero”, es “Coincidimos en gustos musicales y nos gusta el mismo cine”. Y yo me alegro, porque se supone que tener los mismos gustos es importante, pero luego analizo mi relación y me doy cuenta que lo que menos problemas me causa es un gusto musical opuesto.
Vale, de acuerdo, dudo que estaría con un hombre que escuche según qué música (aunque vete a saber). Pero no necesito escuchar exactamente lo mismo que mi pareja, ni ver las mismas películas. Lo que sí necesito es tener los mismos valores y… que nos entendamos a nivel doméstico.
Voy a intentar explicarme.
No hace mucho leí un artículo de Helen Ellis, en el que explica cómo Marie Kondo le ha ayudado a no amargarle la vida a su pareja: ella era una mujer muy desordenada, al contrario que su marido, y ahora ya no lo es. Por si no estás al tanto, te comento que Marie Kondo es la gurú japonesa del orden: ha creado una técnica para tener ordenada tu casa. De hecho, su libro, “La magia del orden” es un bestseller a nivel internacional y ya os han hablado en Trendencias de él.
Voy a hacer un pequeño inciso: yo nunca he sido una persona desordenada. Pero desde que descubrí a Marie Kondo, mi vida es un continuo TOC: necesito que todo esté en su sitio. Sí, lo sé, suena enfermizo, pero no me disgusta estar ”enferma”. Mi casa (nuestra casa) es un ejemplo de orden: abras el cajón que abras, todo está en su sitio. Ya me dirás tú qué hay de malo en ello.
Mientras estoy escribiendo este artículo, mi novio está viendo “Wonder Woman”. Se ha ido al cine con mi mejor amigo, porque a mí no me gustan nada ese tipo de películas. También le gusta el Rap y yo me deshago con Jazz. Pero soy feliz. Opinamos lo mismo de la vida, somos capaces de hablar horas, nos queremos (es lo primordial) y nos entendemos a la perfección en la convivencia. Nos complementamos. Mi novio es un obseso de la limpieza: el suelo tiene que estar impecable, las mesas brillan, los platos siempre están limpios, la terraza da gusto… Sin embargo yo soy la responsable de los cajones. Te lo prometo: abras lo que abras, todo está lleno de cajitas ordenadas. Vivir así es una maravilla.
Pero tengo una amiga que acaba de separarse de su chico, porque él era increíblemente sucio. No desordenado en plan "dejo unos calcetines en el suelo". No. Él era un desastre. Ella habló con él muchas veces e incluso tuvieron una persona que limpiaba en su casa. Pero nadie era capaz de mantener aquello mínimamente limpio y ordenado. Volver a vivir por separado no era una opción (él no quería que ella se fuera). Así que acabaron dejándolo.
También tengo otra amiga que es un desastre y convive con una pareja que es igual de desastre. Y todo bien. Yo no voy a su casa, pero la única vez que fui a cenar con ellos, me senté en el sofá... encima de un trozo de huevo frito.
Coincidir en el nivel de orden es primordial. Sé que me dirás que puede adaptarse, que todo el mundo es capaz de aprender, que todo es cuestión de ganas: si os amáis, encontraréis una formula. Pero la fórmula funciona mientras estéis consumidos por la pasión, no te engañes. Después, las cosas vuelven en su sitio.
¿Y por qué te cuento esto? Por compartir experiencias. Créeme: he salido con hombres interesantes; hombres que leían los mismos libros que yo y con los que compartíamos gustos musicales; hombres que me cuidaban; hombres a los que admiraba por su trabajo. Pero con ninguno de ellos podría convivir: algunos eran más maniáticos que yo, otros eran más descuidados que yo. Incluso me topé con tipejos que creían que limpiar era cosa de mujeres (me acuerdo de esto y tengo arcadas). Sólo he podido convivir bien con mi pareja, y eso que en muchos cosas somos la noche y el día. Pero nos respetamos.
Y limpiamos juntos. Una vez con Rap, y otra con Jazz.
En Trendencias|Si crees que todo te va mal tenemos una fórmula para cambiar tu sensación