Cuando llegué a la cafetería donde habíamos quedado estaba entusiasmada. Le había conocido una semana antes por Tinder y habíamos estado hablando durante horas. Todo encajaba. Era amable, divertido e inteligente. Nos gustaban las mismas películas, teníamos los mismos planes de vida y las mismas inquietudes políticas. Hasta era fan de Harry Potter y le gustaban las croquetas. Estaba hecho para mí.
Entré, y él, llamémosle Lucas, ya estaba sentado tomándose una cerveza. El bullicio del bar amortiguó el sonido de mis pasos y le sorprendí mirando a una chica que estaba sentada enfrente. Le miraba las tetas de una forma descarada. No pasa nada porque nos gusten otras personas, pensé. Nos saludamos, me senté y comenzamos a hablar.
Casi me parecía estar viendo a un unicornio mágico. Mis anteriores parejas no fueron… perfectas. Y desde luego no eran hombres feministas, y ya estaba cansada de dar con misóginos y narcisistas. Lucas era feminista. Mejor dicho: Lucas me había hecho creer que era feminista, porque cuando frunció el ceño con un gesto de desaprobación al saber que escribo de sexo y relaciones supe que algo no iba bien. El “bueno” de Lucas me había estado haciendo wokefishing.
Qué es el wokefishing
El término wokefishing nació de la periodista Serena Smith en la revista Vice. Inspirado en el catfishing (ligar por internet haciéndote pasar por otra persona), surge del término “woke” que implica ser consciente de temas sociales y políticos y que identifica a aquellas personas preocupadas por las minorías, el feminismo o las causas sociales.
El wokefishing es ligar fingiendo que sus ideas políticas y sociales son diferentes a las que realmente son para causar buena impresión, y es algo que cada vez vemos más en la generación Z. Es el misógino que se hace pasar por un aliado feminista, el votante de derechas que te convence de que es progre o el homófobo que te hace pensar que LGTBIQ+ es su segundo nombre por ponerte algunos ejemplos.
Puedes darte cuenta antes de paséis de amigos con derechos a pareja, o puede que finja tan bien que cuando llevéis un tiempo de relación te des cuenta de que cuando te decía que le flipaba cómo te quedaban esos shorts, era una mentira porque ahora le parecen demasiado cortos para que “salgas a la calle con ellos”. O eso de que le encantaba que salieras con tus amigas a divertirte ahora es un ataque de celos acompañado de un “¿vas a salir con tus amigas a zorrear otra vez?”.
Atenta a las señales amiga, porque una cosa es ser feminista y otra muy distinta es decir que lo eres.
Fotos | Karsten Winegeart y Mike Von en Unsplash
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