Desde hace un tiempo los estudios en el campo de la longevidad son cada vez más y es que la tendencia en alza de la esperanza de vida que, según los datos, promete llegar a una media de 78,1 años para 2050.
Más allá de los tratamientos imposibles de los multimillonarios que pretenden revertir su edad biológica como por ejemplo Bryan Johnson o Dave Pascoe, la ciencia lleva investigando cuáles son los factores que más influyen en nuestra salud a la hora de sumar años de vida.
Un caso reciente es el de María Branyas que ha sido revelador para saber un poco más acerca de cuáles habrían sido los motivos que habrían hecho a esta mujer vivir hasta los 117 años y libre de enfermedades. Y es que la anciana se habría prestado ser estudiada por la ciencia para investigar tanto su material genético, que influye en gran parte, pero también su estilo de vida, por el investigador experto en longevidad, Manel Esteller, catedrático de Genética de la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona.
Algo parecido ocurre con los estudios llevados a cabo por Dan Buettner, conocido por ser el creador de las llamadas Zonas Azules, es decir, aquellos puntos del planeta que reúnen a más centenarios por metro cuadrado. Después de varios libros y de numerosas entrevistas sobre su investigación de campo, este científico habría llegado a la conclusión de que algunos de los factores más importantes para aumentar la longevidad están en una dieta saludable, hacer ejercicio asiduamente y tener unas relaciones sociales activas.
Pero, más concretamente, Buettner dice que son cuatro las prácticas diarias de las personas con más años que todos podemos incluir en nuestra rutina y es que, según él, algunas de las comunidades más longevas del mundo las realizan todos los días:
Tener una vida activa
Participar en más actividades físicas de baja intensidad como cuidar un jardín o caminar hasta la casa de un amigo. Las personas en las Zonas Azules rara vez dependen de cosas como autobuses o automóviles para desplazarse.
Pausar con más frecuencia
Tener momentos de quietud como por ejemplo: rezar, tomar una siesta o hacer pausas durante el día. Buettner encontró que las personas en las Zonas Azules que suelen tomar descansos y detenerse un poco durante la jornada, lo que conlleva a tener un sentimiento de una mayor alegría y reduce los niveles de estrés.
Ser conscientes de los hábitos alimenticios
En Okinawa, Japón, los residentes siguen un lema llamado hara hachi bu, que significa que dejan de comer cuando su estómago está al 80% lleno. Buettner sugirió estrategias basadas en la evidencia para evitar comer en exceso, como son: eliminar las pantallas de la cocina, comer con la familia, decir una oración o practicar la gratitud antes de comer y consumir más calorías al inicio del día para tener comidas más pequeñas en la noche.
Priorizar los lazos sociales
Algunas Zonas Azules socializan con vino y otras participan en deportes grupales, pero una práctica común en estas comunidades es reunirse con sus seres queridos a diario.
“En las Zonas Azules, viven mucho tiempo porque cultivan su propia comida, viven cerca de la naturaleza, caminan hasta la casa de su amigo, comen con sus familias, van a la iglesia o al templo los domingos o se detienen, conocen su propósito”, dijo en una de sus entrevistas, según este artículo de la CNBC.
Fotos | Portada: Instagram @danbuettner y Nashua Volquez-Young de Pexels
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