Esta millonaria tiene 92 años, sigue al frente de su empresa y se niega a jubilarse. El truco: es una David entre Goliats

A sus 92 años Joan Payden ostenta el titulo de ser la segunda mujer millonaria más longeva del mundo por méritos propios, después de Alice Schwartz, de 97 años, que llegó a sumar en su cuenta bancaria hasta 2.100 millones de dólares con su marido David como socio, con su empresa Bio-Rad Laboratories. Según Forbes, con un patrimonio de 700 millones de dólares, y es que, Payden sin provenir de grandes fortunas ni familias adineradas, ha sabido moverse y gestionar a la perfección su empresa para crear su propio imperio en el sector financiero.

Su inspiradora historia comienza desde sus estudios que llevó a cabo en el prestigioso Trinity College de Washington D.C donde se graduó, en el año 1953, en matemáticas y física. Sin duda, todo un logro para la época, ya que debido a la discriminación de género las mujeres durante estos años todavía no asistían como hoy a la universidad, sino más bien, era poco frecuente que estudiaran.

Su primera experiencia en el mundo laboral fue en una constructora de refinerías de petróleo en Nueva Jersey, donde Joan era una de las, tan solo, cuatro mujeres que trabajaban en la empresa, entre los 600 ingenieros que la formaban. Al poco tiempo, fue despedida junto a 300 personas más en un despido general que realizó la compañía, lo que hizo reubicar su talento buscando trabajo relacionado con aquello en lo que había estudiado, las matemáticas.

Su nuevo puesto de trabajo fue en Merrill Lynch como asociada junior y, dos años más tarde, volvía a cambiar de empleo, esta vez en Los Ángeles para comenzar su trayectoria laboral en Scudder, Stevens & Clark, una importante gestoría de inversiones donde se especializó en renta fija.

Tras varios intentos fallidos, por fin logró meterse en la cúpula y convertirse en la primera socia mujer, eso sí un puesto que le traería algún que otro problema y es que Joan tuvo que sufrir bastentes feos por parte de sus compañeros masculinos, por motivos sexistas como, por ejemplo, ser excluida de reuniones que se llevan a cabo en exclusivos campos de golf para hombres. “Me enteré de algo interesante: no fui elegida en la primera votación. Fui elegida en la quinta votación y supongo que la razón fue que no jugaba golf”, dijo Payden a los estudiantes del Programa de Negocios de Mendoza de Notre Dame durante una charla en 2011, recoge Forbes en su articulo, "celebraban sus reuniones anuales de la empresa en un campo de golf muy grande y prestigioso y, por supuesto, no dejaban entrar a las mujeres. Así que me senté en el porche".

Años más tarde, en 1983, decidía bajarse de este barco, eso sí, con una buena compensación económica, y junto a Sandra Rygel fundó Paiden & Rygel, donde invirtió todos los ahorros de su jubilación. Desde entonces, su empresa se convirtió en una de las más poderosas de Estados Unidos y, desde hace cuatro décadas, la compañía ha llegado a facturar hasta 162 millones de dólares, abriendo sucursales en Boston y también en Europa, concretamente en Londres y en Milán.

Pero es que además, esta anciana también merece un reconocimiento por su labor benéfica y es que, ha donado cientos de millones a diversas causas y universidades llegando a fundar hasta su propio Centro que lleva por nombre Payden Academic Center, en Trinity Washington University. En alguna charla que ha ofrecido a jóvenes emprendedores, según recoge este artículo, la empresaria decía: "Cuando saltas al lago, no puedes pensar en ahogarte” y “el riesgo de ‘no hacer’", supera con creces al riesgo de "hacerlo". Sin duda, todo un ejemplo de inspiración y una mujer que, frente a todas las adversidades que ha sufrido a lo largo de su vida, ha sabido construir todo lo que tiene desde cero gracias a la perseverancia y al trabajo.

Fotos | Instagram @cnbcmakeit @forbes

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