Sabemos que una alimentación equilibrada, sana y variada es un factor clave para luchar contra el envejecimiento, o, mejor dicho, para envejecer de forma saludable. Por ello, la cantidad recomendable de nutrientes que nos aportan los alimentos es básico para nuestra salud, de ahí que los expertos recomienden dietas moderadas en carbohidratos simples y altas en proteínas y grasas saludables, como es el caso de la mediterránea.
Pero si vamos un paso más allá, dentro del mundo de la nutrición podemos ver de forma más específica lo que algunos componentes pueden hacer por nuestra salud como es el caso de las vitaminas D y K.
La vitamina D
Unos buenos niveles de vitamina D podrían ayudarnos a envejecer más lento y protegernos contra algunas enfermedades relacionadas con el paso de años. Los científicos del King’s College de Londres compartían estos resultados en uno de sus estudios. En la muestra que utilizaron para su investigación sobservaron cómo los telómeros (las longitudes de material genético que cubren los extremos del ADN en una célula) con niveles más altos de vitamina D eran más largos; con hasta cinco años de envejecimiento menos de los que tenían las cantidades más bajas. Otros estudios habrían comprobado que la falta de vitamina D provoca que el cerebro envejezca más rápido, así como un déficit de la memoria y deficiencias cognitivas en general.
¿Cómo conseguir alcanzar unos buenos niveles de vitamina D? Como decíamos, la alimentación es fundamental y un consumo en pescados ricos en grasas saludables como el atún, el salmón o la caballa son los que nos aportarán mayores cantidades de esta vitamina. El hígado, el queso, los huevos, los hongos y el aguacate también serán grandes aliados en nuestras comidas. Pero además de la alimentación, el sol también será una gran fuente de vitamina D ya que, la exposición solar moderada puede proporcionarnos altos niveles de esta vitamina. Y, por supuesto, la suplementación. Los valores necesarios en adultos de 19 a 70 años son 600UI, y en mayores de 71 años, 800 UI.
La vitamina K
Pero el déficit de la vitamina D no es el único que nos afecta negativamente con la edad, ya que hay diversos estudios que también han vinculado unos altos niveles de vitamina K con un envejecimiento saludable.
La vitamina K tiene un papel fundamenta en la coagulación, de hecho, en el momento del nacimiento es muy importante, y es que es la responsable de la formación de huesos y tejidos. Entonces, ¿por qué se relaciona la vitamina K con la edad? Porque parece ser que proporciona cierta defensa contra las afecciones que están relacionadas con el paso de los años como son la osteoporosis, las enfermedades cardiovasculares y el deterioro cognitivo. Concretamente, en uno de estos estudios se habla de la posibilidad de que esta vitamina proteja de enfermedades coronarias, de la rigidez arterial y que disminuya el riesgo de diabetes. En otra investigación se señala que unos buenos niveles de vitamina D y K se asocian a un menor riesgo cardiovascular y, en consecuencia, un déficit de estas, podría provocar un índice de hipertensión mucho más elevado a largo plazo. Y, por su parte, en cuanto a su influencia en el deterioro cognitivo se observó que unos altos niveles de vitamina K podrían proteger de enfermedades relacionadas con la demencia y el Alzhéimer, y preservar las capacidades mentales.
¿Donde podemos encontrar la vitamina K? Las verduras de hoja verde son las más ricas en niveles de vitamina K como, por ejemplo, las espinacas y las acelgas, pero también la contienen otros alimentos como el brócoli, el repollo, las endibias, la col, los espárragos o la remolacha. Las recomendaciones de ingesta diaria de esta vitamina, según los expertos, son de unos 70-80 microgramos al día, algo que no es difícil de conseguir si llevamos una alimentación variada y equilibrada.
Fotos | Dana Tentis Eva Bronzini Nicole Michalou Pexels
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