Se trabaja y se cotiza, pero no se cobra el día. O al menos no como siempre porque los franceses ayudan a ancianos y poblaciones vulnerables
La mayoría de los países que pertenecen a la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) tienen una jornada estándar de trabajo de 40 horas semanales. Francia no. Desde hace más de dos décadas tiene una semana laboral de 35 horas que, en palabras del Ministerio de Trabajo y Economía Social, “forma parte del patrimonio francés, siendo una “embajadora” de los principios fundamentales de la sociedad francesa”.
Bajo el gobierno del Primer Ministro Lionel Jospin se produjo la reforma que condujo a las famosas “leyes Aubry” y a la “semana laboral de 35 horas”, que hizo que el número máximo de horas trabajadas en un año fuera de 1 600. En 2005 la cifra aumentó a 1607, solo que esas siete horas extra al año no se pagan. Ese año la mitad de los franceses boicoteó el "día de solidaridad" nacional, una jornada de trabajo no remunerado decretada por el Gobierno francés. La llamada “jornada de solidaridad” en la que los trabajadores trabajan, pero gratis.
El motivo por el que se celebra esta jornada de solidaridad
En el verano de 2003 Francia vivió una catástrofe. Durante 15 días el país vivió una ola de calor en la que 14.802 personas murieron. Alrededor del 82% de las víctimas tenían 75 años o más y en París, el 92% de los que murieron en casa vivían solos. Más de 20 años después, los acontecimientos de ese verano todavía pesan porque quedaron al descubierto las carencias en los sistemas de asistencia a poblaciones vulnerables. Con el fin de que no se repitiera el desastre, el gobierno francés añadía la Ley nº 2004-626 el 30 de junio de 2004, relativa a la solidaridad para la autonomía de las personas de edad y de los minusválidos. En esa ley aparece la “jornada solidaria" que se destina a recaudar fondos para apoyar a las poblaciones más vulnerables del país. Ese día los trabajadores no cobran y el dinero “no pagado” se usa para financiar proyectos y recursos específicos que “mejoren la calidad de vida y el bienestar de estos colectivos”, según la ley.
Según Europa Press, en la tercera jornada de solidaridad menos de la mitad de los franceses trabajaron después de que en 2005 el lunes de Pentecostés perdiera su carácter exclusivo de fiesta nacional en Francia, convirtiéndose en una jornada de trabajo no remunerada o "día de solidaridad con las personas mayores y los discapacitados". Ahora, en 2024, el ministro de Economía, Finanzas e Industria de Francia, Antoine Armand quiere aumentar en un día más esta jornada en la que los empleados trabajan gratis.
Cómo llega el dinero y a quién se aplica la ley
La jornada de solidaridad funciona para el sector público y privado y se aplica a la mayoría de los trabajadores en Francia, aunque con diferencia tanto en cómo se realiza como en cómo se organiza según el contexto laboral y las normativas aplicables. Es decir, las condiciones de la jornada no son uniformes. En algunos casos se trabaja en un día festivo previamente no laborable, en otras se suprime un día de descanso otorgado por acuerdos de reducción del tiempo de trabajo, o se pueden hacer esas siete horas fuera de la semana laboral, por ejemplo un sábado. Se trabaja y se cotiza, pero no se cobra el día, y ese dinero generado pasa a la tasa de “Contribución de solidaridad para la autonomía” (CASA) que se utiliza para financiar la pérdida de autonomía de personas mayores y discapacitadas.
Fotos | Chevanon Photography y Lex Photography en Pexels
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