Existe una forma perfecta para preguntar. Si lo haces como este experto en comunicación, conseguirás más poder

El truco para influir en la gente está en cambiar tu forma de hablar según Matt Abrahams, de la Universidad de Stanford. Asegura que hacerlo “te coloca en una posición de poder”

Tenemos la tendencia a pensar que preguntar es mostrarnos débiles o a pensar que si lo hacemos, pensarán que somos estúpidos, especialmente en un ambiente laboral. Es algo que nos ocurre también a la hora de pedir consejo a otros y que termina perjudicando nuestras posibilidades de éxito. Por ejemplo, según una serie de estudios de la Escuela de Negocios de Harvard junto a Maurice E. Schweitzer, profesor de la Wharton School de la Universidad de Pensilvania, pedir consejo afecta las percepciones de competencia, pero para bien: nos hace parecer más competentes e inteligentes a ojos del resto.

Con las preguntas ocurre lo mismo. Cuando preguntamos, si sabemos cómo hacerlo correctamente, podemos convertirnos en personas más influyentes y conseguir que las personas que nos rodean cambien de opinión, según el experto en comunicación de la Universidad de Stanford Matt Abrahams. “Hacer una pregunta te pone en una posición de poder” como explicaba a CNBC Make It. “De hecho, puedo aumentar mi estatus y disminuir el tuyo cuando hago una pregunta desafiante”. Eso sí, tienen que ser buenas preguntas.

Cómo hacer buenas preguntas según un experto en comunicación

Para hacer buenas preguntas lo primero según el experto en comunicación es “saber cómo, cuándo y por qué estás haciendo la pregunta para que te ayude a ser más influyente”. Para ello, Abrahams afirma que deben contener tres elementos: ser concisas para evitar que quien te escucha se distraiga, girar en torno a la conversación o a su idea principal y por último, basarse en lo que ha dicho la otra persona, profundizando en la conversación.

Aunque una pregunta “puede tener múltiples propósitos”, como indicaba el experto, siempre hay que “ser rápido, claro y lo suficientemente centrado para que la gente entienda el punto que estoy tratando de transmitir”. Y algo que se nos olvida muchas veces al hablar: parar y pensar antes de hacer la pregunta. De esta forma tendremos clara nuestra intención u objetivo al formularla. No es lo mismo preguntar para demostrar a la otra persona que la escuchas y que la comprendes, que preguntar porque el tema te interesa o porque quieres que la conversación avance.

En el caso de un ambiente laboral, no se trata de ganar puntos por participar mucho. Las preguntas en el trabajo deben tener un objetivo claro y estar pensadas de antemano. En una reunión, por ejemplo, deben ayudar a que se avance o se aclare un objetivo porque de lo contrario lo único que percibirán tus compañeros y tus jefes es que les estás haciendo perder el tiempo.

Abrahams nos recuerda también la importancia de escuchar. “Siempre que escuchas, te estás haciendo un favor a ti mismo. Le estás demostrando a la otra persona que estás ahí”, lo cual es práctico no solo en el trabajo sino en cualquier relación que tengas. Usar frases como “cuéntame más” demuestra que eres buena conversadora y nos permite usar la curiosidad para profundizar en un tema. Si quieres aprovechar al máximo cualquier conversación lo primero y más importante de todo es escuchar activamente.

Un consejo práctico: no quieras correr. No vas a convertirte en un as de la persuasión de la noche a la mañana. Abrahams asegura que “hacer buenas preguntas, especialmente para persuadir, influenciar o cambiar la opinión de alguien, requiere práctica”. Es recomendable que practiquemos antes con conversaciones casuales. Si no sabemos como convertir preguntas largas y complejas en algo sencillo, el experto nos da un consejo tan sorprendente como efectivo y es acudir a la inteligencia artificial (IA). Herramientas como ChatGPT o Google Gémini nos puede dar formas más breves de formular preguntas específicas.

Hacer buenas preguntas “demuestra que te preocupas, que tienes empatía, que estás dispuesto a aprender y, en algunos casos, a admitir que no lo sabes todo”, explicaba. Este último punto es esencial porque admitir que no sabemos es esencial para conseguir tener humildad intelectual y con ella, fomentar nuestro propio aprendizaje y desarrollo personal.

Fotos | Mushvig Niftaliyev en Unsplash, Walls.io en Unsplash

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