Me ha ayudado a aprender a priorizar tareas y a seleccionar lo importante en cualquier momento de mi vida
Tal vez una de las cosas que más me cuesta cuando trabajo es distinguir lo importante de lo accesorio. El hecho de priorizar las tareas se convierte a menudo en una lucha conmigo misma y mi cerebro repleto de productivitis, que en ocasiones no es capaz de discernir entre qué debería estar en primera posición. Eso provoca que procrastine, que me desespere y que tengas días en que la sensación es de no haber conseguido ninguno de mis objetivos.
Tratando de terminar con esta situación me topé con la emprendedora Robyn Scott, cofundadora y directora ejecutiva de Apolitical y fundadora de organizaciones como OneLeap o Introsto, que afirmaba que había un truco que a ella le había servido a lo largo de su carrera y que hasta había cambiado su vida: la regla de los 30 segundos.
En qué consiste la regla de los 30 segundos
En su artículo publicado en Medium, explicaba que el truco no era suyo. Lo había adoptado de un consultor y escritor con el que coincidió en un proyecto en África. Él lo aprendió de su abuelo, nacido en el siglo XIX. La enseñanza que este abuelo dio a su nieto es simple: “Inmediatamente después de cada reunión, cada clase o experiencia significativa, utiliza 30 segundos (ni más, ni menos) para escribir las cosas más importantes. Si siempre haces esto e incluso si tú simplemente haces esto sin ningún otro tipo de corrección, te irá bien”. La emprendedora lo ha probado. Yo también. Y después de dos meses con ello, es ya un hábito que ha conseguido aumentar mi productividad.
No se trata de tomar notas, se trata más bien de un ejercicio de interpretación de lo ocurrido, priorización y también de toma de decisiones. Es importante que se haga justo después de aquello significativo. No es cuestión de posponerlo, sino de hacerlo inmediatamente después porque es en ese momento cuando tienes la información más fresca. Tómatelo como la regla de los dos minutos: es un acto pequeño y que apenas te lleva tiempo, así que quítatelo de encima. Y a ser posible, escríbelo a mano como harías con el brain dumping y usando por ejemplo un bullet journal. Piensa que la memoria actúa de diferente forma cuando escribimos a mano y hacerlo nos ayuda a memorizar mejor.
Lo primero y lo que más me costaba al principio era elegir qué era lo más importante. Te pongo un ejemplo. He tenido una reunión en la que se han tratado más de 10 temas. Algunos superfluos, otros complejos, otros urgentes. ¿Qué es lo que debería apuntar? No se trata de apuntar todos los detalles y es precisamente ahí donde entra el esfuerzo mayor: elegir. Y cuando elegimos no solo marcamos lo prioritario, sino que desechamos cosas por el camino, lo que la experta llama “el arte de la eliminación”.
En qué nos ayuda la regla de los 30 segundos
Scott asegura que a ella le ha ayudado a aprender a escuchar mejor y a hacer mejores preguntas. Explica que “una vez que adquieres el hábito comienza a cambiar la forma en que prestas atención, ya sea escuchando una charla o participando en una discusión”. Y lo haces porque consigues centrarte en lo importante.
En mi caso esta práctica me ayuda a varias cosas: ordenarme después de una tarea o de algo importante, centrarme y focalizarme en lo mejor y lo peor de lo vivido (y aprender así de ello) y también me ayuda a cerrar la tarea y empezar la nueva mucho más fresca, por lo que he visto cómo mi productividad teletrabajando también aumentaba. Además me ha enseñado a priorizar de verdad y eliminar aquello accesorio y separarlo de lo realmente importante con muchísimo menos esfuerzo.
Y lo mejor es que puedo usarlo para cualquier parte de mi vida, no solo para el trabajo. Por ejemplo, volví de unas vacaciones en la Alsacia francesa y al llegar a casa, me senté frente al cuaderno a escribir esos 30 segundos. ¿Qué había sido lo más importante del viaje? Qué era lo que más me había llenado, lo que había aprendido, lo que no merecía la pena recordar.
Ese trabajo de recopilación, como quien toma notas en una reunión o en una clase, no se limita solo a los sitios visitados. En mi texto aparece una risa en un callejón bajo la lluvia, un bocadillo en una plaza de un pueblo, el sabor de un croissant. Una luz que iluminaba la cocina del estudio donde me hospedaba. Un beso. Una pequeña tienda de flores en Estrasburgo. Lo importante está escrito.
Fotos | Dickinson (Apple TV+)
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