Desde que descubrí este sencillo método conseguí aumentar mi productividad y ser mucho más eficaz en el teletrabajo

Con este truco conseguiremos evitar la productividad tóxica y el burnout que lleva asociado, además de aumentar nuestra concentración y eficacia a la hora de hacer tareas

The New York Times, afirmaba en uno de sus reportajes que vivimos en la “cultura del ajetreo”, obsesionados con hacer más y con no parar aunque lo necesitemos. Hacemos una especie de comparación en la que pensamos que a más horas dedicadas al trabajo, más productivos seremos. Pero para sorpresa de aquellos que vivimos en esa rueda constante que nunca gira lo cierto es que no. La ciencia y las distintas técnicas de productividad recomiendan dedicar tiempo al descanso para que la productividad no caiga y sobre todo para evitar que suframos el síndrome de burnout.

Tony Schwartz, CEO de Energy Project y coautor del libro ‘The Way We're Working Isn't Working’, explicaba que tomarnos el trabajo como una maratón es un error de principiantes. Pensamos que para tener una productividad más alta necesitamos trabajar más horas y hacerlo más enfocados. Y lo único que estamos haciendo con esto es fomentar la llamada productividad tóxica. Priorizar la productividad por delante del descanso, las relaciones sociales o el ocio puede pasar factura a la salud física y mental, como ya vimos en este artículo en el que te hablábamos de hábitos tóxicos en el trabajo que no sabías que tenías. Aunque nos parezca que no tendrá efecto, necesitamos descansar, y ahí es donde entra el método de los sprints del propio Schwartz.

Qué es el método de sprints y cómo funciona

Para evitar que esa productividad extrema te lleve al burnout, Schwartz propone usar el método Sprint. A grandes rasgos, consiste en concentrar toda tu atención en la tarea que estás llevando a cabo durante no más de 90 minutos. Pasado ese tiempo te tomarás entre 5 y 15 minutos para descansar. El motivo, como explicaba el experto en esta conferencia, es que las maratones llevan el cuerpo al límite, pero en realidad no son nada productivas.

Para Schwartz, la jornada laboral debería ser más parecida a una competición de 100 metros lisos en la que se gasta la energía durante un tiempo concreto pero luego se recupera, y no tanto una maratón. El motivo es que cuando trabajamos sin dar descanso a nuestro cerebro surge la fatiga. Esta fatiga en el entorno laboral tiene numerosos efectos negativos en nuestro cerebro, empezando porque consigue que disminuya nuestra productividad y siguiendo por una disminución de la creatividad y una reducción de la capacidad de tomar buenas decisiones.

En este artículo del Harvard Business Review, Schwartz aseguraba “el principal problema de trabajar más horas es que el tiempo es un recurso finito. La energía es otra historia”. Por eso manejar correctamente nuestra energía es una mejor idea y es lo que utiliza el experto en su método de sprints. Durante ese sprint de 90 minutos es importante que la tarea se realice usando toda nuestra atención en ella, como haríamos con el deep work. Lo que explica Schwartz es que usamos esos períodos por los ritmos ultradianos, un estado físico que implica que el cuerpo puede dar una gran cantidad de energía que se agota en 90 minutos y tras ella, el cuerpo (y concretamente el cerebro) necesita un periodo de descanso para recuperarse. Tan fácil como eso.

Para conseguir esa concentración es imprescindible evitar las distracciones a toda costa. Y con distracciones nos referimos a reuniones (sí, te hacen perder más tiempo del que crees), pero también a cualquier otra cosa que te pueda hacer perder el foco como emails, notificaciones de redes sociales y hasta llamadas. Si quieres poner en marcha los sprints es importante que esos 90 minutos sean de concentración absoluta. Y créeme que funcionan, así que vale la pena esa pequeña desconexión. En mi caso lo que mejor me funciona es hacer un combo del método de los sprints con el modo monje.

Una vez se cumple el tiempo (te recomiendo cronometrar y que te salte una alarma), toca descansar. Obligatoriamente. No vale que digamos “un poquito más”. Puedes parar solo 5 minutos y seguir después, pero esos cinco minutos son innegociables. Levántate a beber agua, a comer algo, tomarte un café o dar un paseo. Lo que sea pero sin seguir trabajando. Tiene que ser un descanso real para que sea efectivo.

Este método funciona hasta teletrabajando, doy fe. Y lo mejor es que como se trata de periodos definidos de tiempo la procrastinación también nos la quitamos de encima porque trabajamos con la idea del posterior descanso, lo que consigue que los días no se hagan cuesta arriba por mucho que tengamos por delante. En mi caso he notado que aumenta la proactividad y mejora considerablemente la concentración, porque en ese corto período de tiempo lo doy todo y luego dejo a mi mente y mi cuerpo descansar.

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Fotos | Vitaly Gariev en Unsplash, Swello en Unsplash

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