Optimismo. Del fr. optimisme, y este del lat. optĭmus 'óptimo' y el fr. -isme '-ismo'. Propensión a ver y juzgar las cosas en su aspecto más favorable. No hablamos de Mr. Wonderful y su positivismo exacerbado que nos obliga a ser felices siempre, sino de ver la vida (y el trabajo) con las gafas del optimismo puestas.
El optimismo está muy presente por ejemplo en las personas con resiliencia, una habilidad blanda o soft skill que las empresas buscan ahora en sus trabajadores. Según una psicóloga de Harvard, las personas resilientes tienen en su diálogo interno muchas frases que abogan por el optimismo, como “puedo superar esto”, o “tengo cosas por las que estar agradecido”.
¿Puede ser el optimismo la clave del éxito en el trabajo?
Según la Universidad Complutense de Madrid, sí. De hecho, esta investigación publicada por María Dolores Merino, profesora del Departamento de Psicología Social, del Trabajo y Diferencial de la Universidad Complutense de Madrid, indagaba sobre la importancia del optimismo, la resiliencia, la confianza en uno mismo o el dominio del entorno en la búsqueda de trabajo para los jóvenes graduados.
La experta asegura que “el optimismo es un recurso bastante poderoso, porque te dice que tú puedes, que es posible y te pone en acción, en disposición de actuar. Si nada más acabar la carrera tu actitud es, “para qué me voy a mover si luego no voy a conseguir nada”, esta percepción te paraliza, y entonces parto del pesimismo y no del optimismo y, en consecuencia, no actúo.”
Según este estudio publicado por la Canadian Medical Association Journal, aquellas personas con un menor optimismo tienen una propensión tres veces mayor de desarrollar enfermedades. La investigación afirma así, que tener percepción positiva de nosotras mismas y de nuestro entorno se relaciona con un mejor estado físico y un envejecimiento más saludable. Además, este otro estudio encontró que el optimismo se relaciona con una menor incidencia de síntomas de depresión, ansiedad y estrés.
Este otro estudio de la Universidad de Stanford publicado en Psychological Science afirma que tener la actitud adecuada puede hacer que tu mente sea más eficiente y por lo tanto, más productiva. De hecho el autor principal, Lang Chen afirmaba que el impacto de la positividad fue mayor de lo que los investigadores habían previsto. “La actitud es realmente importante. Según nuestros datos, la contribución única de la actitud positiva al rendimiento en matemáticas es tan grande como la contribución del coeficiente intelectual”.
Si hacemos caso a los estudios anteriores, las personas optimistas están menos estresadas, son más eficientes y tienen una mayor capacidad para resolver problemas, lo que se traduce en una mayor productividad y un mayor éxito.
El investigador Óscar Sánchez es firme defensor de desarrollar rasgos como el optimismo y la inteligencia emocional, que nos acerquen a un auténtico desarrollo, florecimiento y bienestar personal y social, y así lo explica en esta charla TED.
La escritora Hellen Keller decía que “El optimismo es la fe que conduce al logro. Nada puede hacerse sin esperanza y confianza”. Así, en el trabajo el optimismo puede ser una manifestación de que podemos superar los obstáculos y alcanzar nuestras metas, con perseverancia y esfuerzo.
El equilibrio que nuestro optimismo necesita
“El optimismo no consiste en ignorar los retos. Se trata de abrazar la creencia de que podemos moldear nuestro futuro y convertir los retos en oportunidades", afirma Tim Cook, CEO de Apple. Es decir, se trata de afrontar el trabajo y la vida con la firme creencia de que podemos con ello.
Pero ojo porque la clave, como decíamos al principio, no es ver todo de color de rosa, sino encontrar un equilibrio entre la necesidad constante de ser positivos y la negatividad en la que podemos caer. Aceptar todo el rango de emociones porque como bien nos explica Iria Reguera, psicóloga y redactora jefa de Trendencias, “no hay ninguna emoción que sea intrínsecamente sana o insana”.
Ella nos cuenta “existe un optimismo adaptativo o "sano" y otro que puede no serlo. No depende de la emoción en sí si no de qué hacemos con ella. El optimismo puede ser genial. Es más, lo es. Lo que habría que cuidar es que no lo estemos usando para tapar emociones que nos molestan más o que nos hacen sentir incómodos o que percibimos como negativas. Y que no lo usemos para culpabilizar a otros o a nosotros mismos por las cosas que nos pasan o por tener esas otras emociones que no nos gustan tanto.”
Cómo conseguir ser más optimistas de manera saludable
Iria Reguera nos explica que hay varias cosas que podemos hacer para ser más optimistas de una forma sana, empezando por diferenciar lo que podemos controlar y lo que no para evitar que el fracaso controle nuestra vida, y cambiar la forma en que nos quejamos porque “lo recomendable es que las quejas vayan acompañadas de actos que tengan como fin cambiar aquello que nos molesta”.
A nivel laboral, tener una comunicación efectiva y establecer objetivos claros y realistas con los que sentirnos desafiados, es importante según LinkdIn. Además para fomentar el optimismo en los equipos de trabajo, las personas al mando deben tener empatía y comprensión hacia las preocupaciones y necesidades de las personas y proporcionar oportunidades de capacitación y desarrollo profesional.
Y si no eres optimista, te dejo por aquí este otro estudio publicado en el Journal of Organizational Behavior que explica que los equipos de trabajo necesitan a los pesimistas para triunfar, así que tampoco te tortures si eso del optimismo no es lo tuyo.
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