Una formación continua es imprescindible para crecer profesionalmente hablando, pero igual que lo es la curiosidad si buscamos éxito laboral, tal y como nos explicaba el empresario Mark Cuban al hablar de la cultura del esfuerzo.
Pero hay dos tipos de competencias o habilidades de las que es posible que hayas oído: habilidades duras y habilidades blandas. Y dominar ambas podría desatar tu potencial en el trabajo.
Qué son las habilidades duras
Las habilidades duras o hard skills, son un conjunto de destrezas técnicas y específicas de un área o disciplina. Por ejemplo, saber idiomas, tener conocimientos de programación o saber mecánica serían habilidades duras, y normalmente se aprenden estudiando o especializándonos en un trabajo determinado. Este tipo de competencias nos sirve para desenvolvernos en un sector concreto.
Qué son las habilidades blandas
En cambio las habilidades blandas, en inglés soft skills, son una serie de competencias sociales que nos facilitan las interacciones con otras personas. No están asociadas a una carrera o una formación (aunque pueden mejorarse y desarrollarse), y se vinculan con aspectos más relacionados con la personalidad. Por ejemplo, la creatividad, la resiliencia, la escucha activa, la adaptabilidad, la empatía, la inteligencia emocional o el pensamiento crítico entre otras.
La primera vez que apareció el término fue en los años 70, cuando el ejército estadounidense detectó que sus mejores soldados no eran los más diestros con la maquinaria, sino aquellos con habilidades transversales como la resolución de conflictos o el trabajo en equipo.
Las habilidades blandas, también llamadas “habilidades de las personas” o “habilidades interpersonales” pueden aplicarse a diferentes situaciones que van más allá del ámbito laboral, y ser útiles por ejemplo en las relaciones de pareja. No están asociadas a un tipo de trabajo ni un sector, sino más bien a la persona, y nacieron como contraposición al conocimiento puramente técnico.
La relación entre habilidades blandas y habilidades duras
Aunque tu trabajo exige que domines una serie de competencias duras exclusivas de ese sector, tus habilidades blandas son aplicables a muchos otros contextos y situaciones más allá de tu trabajo, y resultan beneficiosas para todas las personas, tengamos el trabajo que tengamos.
Las habilidades blandas son competencias intangibles y subjetivas. De hecho, según este estudio de la Universidad del Sur de Georgia, aspectos como la comunicación interpersonal, el trabajo en equipo y el manejo de conflictos no pueden evaluarse de manera sencilla. En cambio las habilidades duras son las habilidades técnicas que adquirimos a nivel profesional o tras una formación académica específica y son objetivas, medibles y demostrables. Pero ambas se relacionan de una manera natural y son necesarias para encontrar trabajo y desarrollarlo.
Según este artículo de SN Business & Economics, cuantas más habilidades blandas adquieras más potenciarás tus competencias duras y ambas te permitirán no solo adaptarte a tu trabajo, sino progresar en él. Aunque eso sí, las habilidades duras y blandas no se aprenden de la misma manera.
El experto en gestión del talento Josh Bersin afirmaba que “más del 45 % de los directores de recursos humanos aseguran que los universitarios salen con las habilidades digitales necesarias, pero sin aquellas enfocadas a la resolución de problemas, el trabajo en equipo o el liderazgo". Es decir, salen con habilidades duras pero no con habilidades blandas.
Las habilidades blandas, aunque estén relacionadas con la personalidad de cada uno, podemos entrenarlas. Algo que podemos hacer para comenzar es leer algunos de estos libros sobre desarrollo personal con los que comenzar a entrenar nuestras habilidades blandas.
Aunque existen cursos de capacitación de habilidades blandas con los que podemos trabajar el liderazgo o el trabajo en equipo, un buen comienzo para comenzar a desarrollar todo nuestro potencial puede ser entrenar la creatividad, por ejemplo, con algo tan sencillo como el aburrimiento, y por ponerte otro ejemplo, aquí te dejamos algunos trucos para entrenar la resiliencia. Entrenar la escucha activa es muy fácil y comienza por escuchar mirando a los ojos, así que con estas tres habilidades ya tenemos por dónde empezar.
Fotos | KOBU Agency y Lauren Mancke en Unsplash
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