Si quieres cumplir tus sueños y ser más feliz deja de hablar así. Estarás más cerca de conseguirlos

El castellano tiene tantas palabras que a veces lo que parece un sinónimo no lo es tanto. Te pongo un ejemplo, ¿es lo mismo tener una ocupación, que una función o una tarea? A priori sí, pero hay sutiles diferencias. No es lo mismo ser enérgico que estar motivado. Ni es lo mismo un objetivo que un sueño. Cada palabra ofrece un matiz diferente y fascinante, y es lo mismo que nos ocurre con meta y búsqueda. Las palabras que elegimos en lo que a éxito se refiere importan. Y mucho.

La forma en que hablas de tus objetivos

El autor y empresario Tim Ferriss, por ejemplo, explicaba en Inc. hace unos años cómo aprendió a usar la palabra "meta" en lugar de "sueño", del entrenador del campeón de boxeo Evander Holyfield. "Un sueño es algo con lo que fantaseas y que probablemente nunca se hará realidad. Una meta es algo para lo que estableces un plan, trabajas para lograrlo y lo logras", explicaba el entrenador. Es una cuestión de elegir bien las palabras.

Una lleva implícito un proceso, la otra no. En el libro ‘Hábitos Atómicos’ de James Clear, el autor afirma que llegarás mucho más lejos en cualquier objetivo que estés intentando alcanzar si no te centras en el punto final sino que te concentras en el proceso que utilizarás para llegar allí. “Lo importante no es el rendimiento, sino la práctica continua. El objetivo es llevar a cabo la acción, no alcanzar la meta X en una fecha determinada", asegura. Y la ciencia sabe que la forma en que planteamos nuestros objetivos en la vida también importa. La forma en que construimos estas historias personales tiene un impacto enorme en el significado que le damos a nuestras vidas y, como efecto secundario, en lo satisfechos y felices que estamos día a día. Un cambio en la forma en que hablaron tuvo efectos significativos, concretos y reales. Les generó un mayor bienestar.

David Cain aseguraba en Raptitude que si realmente quieres lograr algo grande y difícil, debes pensar en tus esfuerzos como una búsqueda, no como una meta. Es decir, como una misión. El motivo según Cain es que la palabra metas “introduce inmediatamente algunos problemas que hacen que sea menos probable que se hagan realidad”, empezando por ser algo que “esperas hacer más adelante”. Además, la palabra meta fuera del ámbito deportivo es poco inspiradora. "Mientras que 'meta' se ha convertido en una descripción cansada y desapasionada de la (supuesta) intención de hacer algo grande, la palabra 'búsqueda' inculca la mentalidad correcta para alcanzar una victoria personal en la vida real", afirmaba. Lo mismo ocurre con la palabra objetivos, que suena a lo que te pondría tu jefe en el trabajo.

Piensa en un videojuego y en las misiones que tienes que ir haciendo para avanzar, con las que creces como personaje y que son divertidas y estimulantes. Esa búsqueda o misión es más divertida y por lo tanto, más motivadora. Un objetivo parece un check a completar. Una misión es una aventura por descubrir que te cambia a ti, no solo a tu situación. Las metas son aburridas y obligatorias. Las misiones son divertidas y transformadoras.

No necesitas que sea una misión como encontrar la cura del cáncer. Tal vez tu misión sea hacerte una camper, aprender a tocar la guitarra, escribir una novela o hacer 20.000 pasos diarios. Pueden ser misiones a la altura de cualquiera, porque lo realmente importante no es eso. “Lo que hace que algo sea una misión no es el peligro ni los eventos extravagantes. Es cómo piensas sobre lo que estás tratando de hacer”. Si lo ves como una aventura, es una misión. Será más divertido que un objetivo y tú, estarás más cerca de completarlo.

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Fotos | Dariusz Sankowski en Unsplash, Peter Conlan en Unsplash

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