Para la generación Z y los millennials es tan importante como el sueldo porque hasta afecta a la productividad y a nuestra salud mental
Si vivo en un continuo estrés y ansiedad, al final aunque sea el trabajo de mis sueños lo voy a odiar, me decía el otro día una amiga. De hecho, haciendo una encuesta rápida en mi entorno, muchas personas renunciarían a parte del sueldo por una mejor salud mental en el trabajo. Digo más, según el informe "El salario emocional: Cómo reforzar tu propuesta retributiva", elaborado por Sodexo, el 40% de los españoles renunciaría a una subida de salario en favor de medidas sin impacto salarial, es decir, preferimos que nos suban el salario emocional al real.
Según el informe InfoJobs-Esade sobre el Estado del mercado laboral en España 2022, un 27 % de los trabajadores españoles se planteaba dejar su empleo durante el año 2022. Para un 32 % de ellos, el motivo era la salud mental. Es más, la mitad de los problemas de salud mental de la población ocupada están vinculados al trabajo según el Informe sobre la salud mental y los beneficios laborales.
En este contexto es donde entra en juego el salario emocional, un concepto que está poniéndose de moda y que, aunque no sustituye en ningún caso al sueldo real, es un gran complemento para cuidar de nuestra salud mental.
Qué es el salario emocional
El término “salario emocional”, hace referencia a todos los beneficios no económicos entregados por la empresa a sus trabajadores para mejorar su calidad de vida. Su uso es clave para que empresa y trabajador creen vínculos emocionales, que benefician a ambos. Según ENAE, la función del salario emocional es “facilitar a los empleados beneficios no económicos que les hagan sentirse cómodos dentro de la empresa”. Es decir, el sueldo o salario emocional es una manera de mejorar la calidad de vida, el desarrollo profesional y la conciliación familiar para los trabajadores dentro de la empresa, gracias a recompensas no económicas que contribuyen a impulsar el bienestar y por lo tanto, a cuidar de la salud mental de los empleados.
Te pongo algunos ejemplos de salario emocional. La sede de Google en Silicon Valley tiene diferentes restaurantes donde los empleados pueden comer de forma gratuita. Mercadona cuenta con una guardería propia para que sus empleados puedan conciliar, y en IKEA sus empleados tienen café gratis, descuentos de hasta el 15 % en sus restaurantes, seguro médico, plan de pensiones, plan de ahorro y sala de juegos y de descanso como explican desde Infojobs.
El salario emocional abarca desde beneficios sociales como becas para la educación de los hijos, servicios de guardería o ayudas al transporte, como medidas para el desarrollo profesional (cursos por ejemplo que te permiten formarte), medidas de conciliación como horarios flexibles o reducciones de jornada, iniciativas para fomentar el bienestar físico y mental (gimnasio en las oficinas, comedores, clases deportivas…) y hasta actividades de voluntariado.
Los beneficios de un buen salario emocional
Según explicaba la psicóloga María Teresa Farías de la consultora laboral Human Touch a Comunidad Empresas de Entel, “el salario emocional incrementa la satisfacción laboral de los colaboradores, y en consecuencia, aumenta la productividad. Generas un nivel de compromiso importante y una reciprocidad. Es un círculo virtuoso, una sinergia. Si no está pasando eso, hay que seguir buscando hasta que los negocios puedan generar esa dinámica”.
El salario emocional es mucho más que una de las tendencias más sólidas en el ámbito de los recursos humanos, y es completamente diferente según la generación a la que preguntes. Medidas como el trabajo en remoto, la flexibilidad horaria o la conciliación laboral y personal trabajan por el bienestar de los trabajadores y son parte de ese salario emocional del que te hablamos que surge de un enfoque centrado en las personas. Ya no solo nos preocupa cobrar bien, ahora nos preocupa no contar con un contrato psicológico o que nuestra vida personal no sea compatible con el trabajo.
Cristina Gabriel, responsable de Talento y Cultura para el área de Ingeniería de BBVA, explicaba que “cuando te gusta tu trabajo, te sientes valorada y sabes que lo que haces contribuye a un fin mayor, tienes autonomía, creces a nivel personal y profesional, además de poder conciliar con tu vida familiar, inevitablemente creas un vínculo emocional, te implicas más y produces más”.
Para la empresa es altamente beneficioso, de hecho según este estudio de Gallup, State of the Global Workplace, un mayor compromiso de los trabajadores aumenta un 21% la rentabilidad y un 17% la productividad de la empresa. Pero también es beneficioso para el propio empleado porque reduce los niveles de ansiedad y evita el burnout.
Un salario emocional no puede usarse para encubrir la precariedad laboral
No es solo una palmadita en la espalda, ni debe sustituir a un sueldo digno y acorde al trabajo que realizamos. Que la empresa no se confunda. El salario emocional en ningún caso sustituye al salario real. De nada sirve tener un salario emocional si el salario real no está a la altura. Es decir, un salario emocional no compensa un mal salario porque la hipoteca, el alquiler y la comida no se pagan con buenos gestos sino con dinero.
No se trata de blanquear la precariedad laboral tapando los malos sueldos con sueldos emocionales, sino que se trata de que ambos convivan. Un sueldo emocional, como decíamos, no cubre la falta de ese sueldo justo económicamente hablando. Pero puestos a pedir lo queremos todo: un buen sueldo y un buen salario emocional porque sí, lo segundo también depende de lo primero.
Iria Reguera, psicóloga y redactora jerga de Trendencias, lo explica muy bien. “El salario emocional también depende del sueldo. Mucha parte de la salud mental asociada al trabajo está relacionada con el sueldo. Gran parte del estrés viene de que curras ocho horas al día, lo das todo, tienes niveles de estrés más o menos alto, pero aún así el estrés aumenta porque no llegas a fin de mes, no ves que puedas mejorar tu vida o conseguir un mejor sueldo”, afirma. Y añade que ese sueldo también ayuda a nuestra salud mental porque nos permite tener hobbies con los que “poder liberar estrés en tu tiempo libre, ahorrar (y soñar con un futuro mejor) y no vivir agobiada con el dinero”. Tanto que en ocasiones no importa que el lugar de trabajo sea maravilloso a nivel de salud mental si el sueldo no acompaña.
Si hacemos caso a los premios Nobel de Economía Daniel Kahemann y Angus Deaton la falta de salud o la soledad pesan más si hablamos de felicidad, que una mejora en sus ingresos. Pero ojo, porque ellos hablan de casos en los que “un determinado nivel de ingresos que garantiza una seguridad financiera”, es decir, si hay un sueldo justo que nos permita vivir tranquilas.
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