Cuando hablamos de autónomos y freelance, normalmente los usamos como sinónimos, pero no siempre lo son. Un freelance es un trabajador autónomo que trabaja para sí mismo y que ofrece servicios o productos a terceros a cambio de una compensación económica. Podríamos decir que los freelance son “sus propios jefes”.
Cualquier profesión es susceptible de ser contratada como freelance, desde un trabajo de arquitectura a uno de diseño, pasando por trabajos del hogar, fotográficos o incluso de la salud, como un fisioterapeuta. El único requisito es realizar servicios a terceros y recibir una retribución sin tener que estar sujeto a un contrato de trabajo.
Este tipo de trabajo te permite tener diferentes “clientes”, trabajar en diferentes proyectos y poder gestionar por ti mismo tu propio trabajo. Podrás teletrabajar y decidir tus horarios, pero te adelanto algo: ser freelance no es un camino de rosas.
Es probable que si te planteas ser freelance, lo hagas trabajando en algo que te apasiona, pero también tienes que pensar que la vida del freelance no siempre es sencilla y ser consciente de ello antes de embarcarte en esta aventura.
Qué tengo que hacer para ser freelance
Debes estar dado de alta como autónomo, así que lo primero será hacerte autónomo si aún no lo eres (en la web de la Seguridad Social te explican los pasos a seguir). Después, solo necesitas un currículum y comenzar a ofrecer tus servicios bien en páginas web especializadas según al sector que pertenezcas, buscando clientes o tirando de contactos para ofrecer tus servicios.
Saca tu lado comercial y véndete
No te diré que necesitas una página web, unas tarjetas de visita preciosas y unas redes sociales a la última para triunfar como freelance, porque si estás empezando no es lo primero en lo que tienes que enfocarte. Tu prioridad ahora son los clientes.
El freelance tiene un lado comercial que debes sacar, porque ahora que el trabajo no llega a ti de manos de tu jefe, debes buscarlo tú y venderte como el mejor para hacerlo. Para conseguir trabajos es genial el networking y el conocer a cuanta más gente, mejor.
La planificación es clave
Comienzas como freelance. Tiras de contactos y de repente, sin saber cómo, te ves con cinco trabajos a la vez, a entregar en fechas similares y muy diferentes. Necesitas planificación. No solo a la hora de trabajar el día a día (marcándote un horario), sino a la hora de establecer con tus clientes fechas de entregas, reuniones y demás tareas que irán surgiendo.
Lo mejor es que te hagas con una agenda o tires de tu smartphone para que te avise de las citas que tendrás. Además, es conveniente que establezcas un horario diario, sobre todo cuando trabajes para varios clientes a la vez. Es la manera de no dejar colgado un trabajo para dar prioridad a otro. Y sobre todo de no perder la cabeza.
Aprende a decir no
La asertividad es una de las cualidades que desde que soy autónoma (y freelance) más he tenido que trabajar. La otra es la de aprender a decir que no. No es malo negarse a un plazo que consideras corto, a un precio que consideras bajo o a un trabajo en el que no terminas de estar cómodo. Incluso di no si consideras que no vas a poder cumplir con el proyecto. Hay más proyectos y un no a tiempo puede salvarte.
Prepara un buen presupuesto
Puedes hacerlo de dos maneras diferentes, con tarifas fijas o según el proyecto. Si tienes tarifas fijas, independientemente del servicio que sea, piensa como una empresa y haz tu propia cuenta de los costes que supondrán. Con costes hablamos no solo de los materiales (si es que los utilizas) o de los recursos (internet, ordenador, luz) para realizarlo, sino de tus horas. Piensa en cuánto tiempo aproximado tardarás y calcula el presupuesto o las tarifas fijas en base a ello.
En el presupuesto es importante que incluyas el trabajo a realizar (detallado), la fecha de entrega y la fecha de cobro, a parte de los datos de cualquier factura (datos fiscales del cliente, tuyos, y número y fecha de factura).
No trabajes gratis (ni menosprecies tu propio trabajo)
Una de las cosas que más cuestan cuando eres freelance es hacer un presupuesto real que no tenga un precio por debajo de lo que vale tu trabajo. Habrá ocasiones que por intentar conseguir el cliente no te des cuenta de que estás rebajando el precio de tu servicio a algo por lo que en una empresa no habrías trabajado.
Sé consciente e infórmate del trabajo de mercado, y sobre todo, no trabajes gratis, por mucho que creas que será un futuro cliente. Hay ocasiones en que quizá te pidan una muestra de lo que harías en ese proyecto, empleas horas en preparar un gran dossier o un briefing que les impresiones y el trabajo termina siendo para otro, con la idea que tú les propusiste.
La facturación, al día y en orden
Si controlas a tope la contabilidad, no tendrás problemas con la parte fiscal de tu empresa. Si no es así, será mejor que te plantees contratar los servicios de una gestoría que lleve por ti todos los temas de hacienda, Seguridad Social, licencias y trámites que muchas veces desconocemos. Sea como sea, es importante que la facturación la tengas al día y ordenada.
Aunque otra persona se encargue de la parte difícil, serás tú quien debe entrégale facturas, gastos y cualquier otro documento. Aunque no seas Marie Kondo, ponte las pilas con este tema y trata de que “orden” sea tu segundo nombre. Te quitarás de quebraderos de cabeza cuando llegue el final del trimestre y tu gestoría te llene de correos la bandeja de entrada.
No me han pagado, ¿qué hago?
Cobrar por adelantado es una de las tareas más complicadas de conseguir siendo freelance. No siempre es posible, ni es fácil llegar a un acuerdo llegados al punto de hablar no solo de lo que cobrarás, si no de cuándo lo cobrarás. Puedes tratar de negociar con tus clientes que una parte del pago se realice antes. Un 50% antes de la realización del trabajo y un 50% tras la entrega, por ejemplo.
Aún así, muchas veces tenemos dificultades para recibir los pagos, a pesar de que lo normal cuando se trabaja es cobrar. Si llegas a este punto, no pierdas la paciencia y sobre todo, no lo dejes pasar. Reclama tu dinero con educación y si la morosidad (que sigue siendo el gran problema de los autónomos) continúa, puedes enviar un requerimiento fehaciente a través de un burofax estableciendo un plazo para que se liquide la deuda. Si tras eso, sigue la cosa igual, no te quedará más remedio que presentar una demanda.
No creas que es todo truenos y relámpagos en el mundo de los freelance. Para mí serlo es sinónimo de libertad y de poder hacer lo que más me gusta. Todo un reto, sí, pero también un privilegio.
Fotos | Unsplash
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