Los ritmos binaurales consiguen hasta reducir mi ansiedad, y son el truco de productividad que no sabía que necesitaba
Soy editora experta en trabajo y llevo años tratando de averiguar cómo hacer que mi rendimiento esté al máximo nivel mientras teletrabajo en casa. Evidentemente hay unos básicos que sigo desde hace años y que incluyen prácticas como mantener mi espacio de trabajo ordenado, marcarme un horario que siempre cumplo o hacer deporte, pero hasta ahora no había probado algo llamado “música productiva”.
Siendo sincera, cuando la probé mi confianza en que funcionase estaba bajo mínimos. Escuchar música no es algo que me funcione porque tengo un trabajo creativo y necesito cierto estado de concentración constante que se dispersa si escucho una canción con letra. Me pongo a cantar y se me olvida lo que en realidad estaba haciendo. Cuando necesito entrar en el modo monje, hasta ahora me ponía los cascos con cancelación de ruido y rezaba para que no hubiera demasiadas distracciones. Y digo “hasta ahora” porque he encontrado el santo grial de mi productividad: los ritmos binaurales.
Qué son los ritmos binaurales y cómo afectan a mi productividad
Según Science Daily, los ritmos binaurales ayudan a las personas a concentrarse al sincronizar la actividad cerebral. Cuando a las personas se les presentan por separado dos señales acústicas de frecuencias ligeramente diferentes en cada oído, surge la percepción de un tercer tono que oscila en la diferencia de las dos frecuencias. La percepción de este tercer tono (que realmente no existe y se trata de una ilusión) se describe como localizada en la cabeza o entre los oídos como una especie de ritmo. Este fenómeno psicoacústico se llama latido binaural.
Para que funcione y ese efecto ilusorio se dé, es importante que se haga a través de auriculares para garantizar que la exposición a cada una de las dos frecuencias se restrinja a un solo oído. Así recibiremos dos frecuencias ligeramente diferentes en cada oído. Por ejemplo, el oído izquierdo recibe una frecuencia de 440 Hz (pulsaciones por segundo) y el derecho una 5Hz mayor, de 445 Hz. Cuando esto ocurre, nuestro cerebro percibe la diferencia entre las dos frecuencias como una tercera frecuencia de 5 Hz. Se trata de una ilusión, ya que su base perceptiva no es la interferencia de dos ondas sonoras, sino el resultado de una actividad neuronal combinada provocada en la vía auditiva. Es decir, escuchamos dos cosas diferentes por cada oído y nuestro cerebro percibe una tercera que no existe.
¿Esto para qué sirve? Pues para poder explicártelo tengo que hablarte de las ondas cerebrales. La actividad eléctrica de las neuronas forma ondas cerebrales que pueden escucharse mediante un encefalograma como un zumbido con un ritmo concreto de entre 0,5 y 42 pulsaciones por segundo. Si te preguntas si puede cambiarse ese ritmo, la respuesta es compleja pero podríamos decir que sí según la teoría de la respuesta de seguimiento de frecuencia (RSF) que defiende la idea de que el cerebro tiende a sincronizarse con la frecuencia de un estímulo interno, algo que se ha comprobado con música, con el ritmo del habla y con luces parpadeantes. En el caso de los ritmos binaurales, se ha demostrado a nivel científico que no es más eficaz que otros sonidos, según una investigación realizada en adultos publicada en eNeuro, pero el efecto que se ha descrito en otros estudios podría podría tener efectos beneficiosos para algunas personas.
Aunque el fenómeno de los ritmos binaurales ha ganado popularidad como una terapia potencial para la ansiedad, el insomnio o las dificultades para la concentración, la evidencia de su eficacia sigue siendo escasa, preliminar y basada en estudios pequeños. En mi caso funciona, pero eso no significa que le vaya a funcionar a todo el mundo.
Las investigaciones más recientes se han centrado principalmente en los efectos psicológicos de la estimulación binaural y en la hipótesis de arrastre de ondas cerebrales que sugiere que la estimulación auditiva o visual a una frecuencia específica hará que la actividad electrocortical del cerebro oscile a la frecuencia de la señal externa. Es decir, que la frecuencia percibida y la de nuestro cerebro, se sincronicen, teniendo esto un efecto sobre nuestro estado de ánimo y nuestra ansiedad.
Me ayuda a centrarme en lo que estoy haciendo y hace que me aísle del ruido que siempre hay en mi casa y que en muchas ocasiones, impide que me concentre. ¿Podría conseguirlo con otro tipo de música? Es posible que con el ruido blanco que se usa para que los bebés duerman consiga el mismo efecto porque lo que hace es eliminar las distracciones auditivas típicas de una casa, como el telefonillo, el sonido de las puertas al cerrarse, la lluvia en la ventana y hasta el ruido del teclado al escribir. Por si quieres probarlo, aquí te dejo el que uso yo:
Con la música productiva que reproduce ritmos binaurales reduzco las distracciones, aumenta mi concentración y por ende, mi productividad. Eso no significa, como ya hemos visto, que usar música productiva nos haga más productivos de una forma directa, pero sí que nos ayuda a crear un entorno más calmado que tiene un efecto en nuestro estado de ánimo y nuestro rendimiento.
Las investigaciones continúan para ver hasta qué punto se produce o no una sincronización de las ondas cerebrales que ayude a nuestra concentración. Mientras se hace ese trabajo científico yo me quedo con que a mí me ha ido de maravilla. Ahora lo importante es saber si a ti también te funciona.
Fotos | Kelly Sikkema en Unsplash, Bhautik Patel en Unsplash
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