Se estima que en España hay un total de unos 20.000 castillos. Se lo debemos a la riqueza de nuestro pasado histórico y, sobre todo, a Castilla; Aragón y Cataluña, que concentran la mayor parte de fortificaciones, torres y murallas. No obstante, en otras partes de España también se esconden joyas arquitectónicas de este tipo. Un buen ejemplo es el Castillo o el Palacio de los Reyes de Navarra de Olite.
En la Zona Media de Navarra se encuentra Olite, un pueblo de calles empedradas; nobles caserones; galerías medievales y espléndidas iglesias. Tanto es así que puedes imaginar a sus habitantes de antaño conversando, a los comerciantes anunciando sus mercancías o a los labradores trabajando el campo y los viñedos más allá de las murallas.
Lo que no hace falta que te imagines es un hermoso castillo dominando la villa. Con impresionantes torres, lujosas estancias y los jardines más frondosos que se puedan cultivar. Y es que casi seguro que asocias esta pequeña ciudad, de poco más de 3.000 habitantes, a su Palacio Real. Es normal que una joya así sea tan reconocida.
La antigua corte de los Reyes navarros se estableció en este lugar, en uno de los castillos más majestuosos que pueden encontrarse en todo el país. Monumento Nacional desde 1925, es uno de los castillos medievales más lujosos de toda Europa. Su construcción se llevó a cabo sobre una fortaleza del S.XIII, que a su vez se erigió sobre unos restos arquitectónicos romanos.
En su peculiar configuración se palpa la influencia de la arquitectura francesa y de la decoración mudéjar. Esta huella la dejó en el S.XV el rey Carlos III "el Noble", quien hizo que los maestros artesanos encargados de la obra viajaran con él a Francia y a Castilla para ver de primera mano los palacios más espléndidos del momento.
Esta abundancia económica resultó en un castillo extravagante, de estilo gótico, a base de torres, estancias, galerías, jardines y patios construidos con los más nobles materiales y acabados con una exuberante decoración.
Fue un palacio en el que se celebraron grandes fiestas, torneos de caballería, espectáculos artísticos y corridas de toros. Tuvo mucha vida en sus buenos tiempos, incluido un jardín colgante que se llegó a cultivar en sus murallas. Mientras que en sus patios habitaban aves, cisnes, jaurías de perros, leones, un camello, un lobo cerval, papagayos, búfalos y hasta una jirafa.
Foto de portada | Esteban Salinas
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