A Scarlett Johansson ya la conocen en todo el mundo, desde el niño que juega en la playa con un balón, hasta la señora mayor que cuando la ve en la tele dice: mira que es guapa esa chica (nada que ver con la de Aquí No Hay Quien Viva). Sus dotes como actriz se han dejado presenciar en Lost In Traslation o en La Joven de la Perla, y tras Sofia Coppola, otro genio, Woody Allen, se la llevó con él para que hiciese de protagonista en varios de sus últimos largometrajes (el más destacable: Match Point). Durante todo este tiempo la chica rubia iba con modelos exuberantes, luciendo tipo, luciendo su belleza fuera de los estereotipos marcados.
Ahora en cambio modifica su imagen para posar para el fotógrafo Brea Souders, quien la inmortaliza en una sesión de fotos promocionales del nuevo proyecto de la actriz donde canta versiones de Tom Waits. Aquí Scarlett Johansson abandona los trajes de lujo, abandona cualquier atisbo de Hollywood para preferir una moda más vintage, donde lo importante es la pose y no la marca que está detrás de la prenda elegida. Se la ve con un abrigo alemán anodino y un gorro de lana gorda en una fotografía, además de en otras con un vestido estampado naranja, un jersey de la misma lana que el gorro y un interior con rallas negras y rojas (prenda tan habitual en estos lares, en especial con figuras como Kurt Cobain).
Quizás con el intento de ser cantante, la actriz tiene que dejar de lado el glamour de su figura para apostar por un look sencillo con la intención de convencer al público que no es una mera chica guapa cantando, aunque eso lo dejamos más para Hipersonica, aquí mejor sólo hablamos de su estilo.
Hace unos días la hemos visto enfundada en Dolce & Gabanna como nos tiene acostumbrados en la Gala del Costume Institute, y ahora la vemos en el otro extremo. Puede que la actriz juegue en su vida real también a probar diferentes papeles.
