John Galliano en la Semana de la moda de París primavera-verano 2009

John Galliano en la Semana de la moda de París primavera-verano 2009
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Siempre impacta. Siempre sorprende. Lo de menos es la ropa, si es ponible o no, que siempre lo es, si innova, si se repite, si se pasa de la raya o si desvía la atención con tanto circo y tanto atrezzo. A pesar de todos los peros y por encima de todo John Galliano, crea y regala espectáculo. Y no hablo del show por el show, de la parafernalia para tapar su falta de sentido de común con la ropa, porque si construyendo looks es todo extravagancia, es a la vez la persona más lúcida de la industria de la moda. Rezuma creatividad y lógica a partes iguales.

Es capaz de inspirarse en una piedra y crear algo mágico. Lo mismo le da la corte del rey Arturo, que Maria Antonieta que el arte del toro. Es capaz se sacarle punta a todo de manera tan absurda como creíble y majestuosa. Y esa es la diferencia no solamente entre el cuerdo y el loco sino entre un buen diseñador y un genio. El buen diseñador ejecuta con solvencia pero el genio, concibe e inventa mundos paralelos y maravillosos.

Esta vez le ha tocado el turno al imperio Británico.

Las modelos de John se convertían ayer en estudidas guardias reales que poco a poco fueron derivando en damas de la corte napoleónica cambiando los inmensos cucuruchos de plumas por pelucas y tocados a medio camino entre los sombreros y pamelas de la Reina madre y un aire un poco Ágatha Ruiz de la Prada.

Los colores base, como suele ser habitual en él, una combinación de fúscias, naranjas y rojos, en trajes de chaqueta, blusones y faldas bastante cortas y muy vaporosas.

También vestidos camiseros de flores, y abrigos tipo trench de lo más bucólicos.

De hecho los vestidos son la piedra angular de la colección: con volantes, mangas gigantes, transparencias, asimétricos, o todo a la vez.

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