Es una constante que en los desfiles de Alta Costura uno de los elementos recurrentes, sean los vestidos de novia, y no es por casualidad. Muchas de las potenciales compradoras miembros del exclusivo club de la HC solamente están dispuestas a desembolsar un dineral con la excusa de una ocasión especial, y qué momento más único e irrepetible que una boda.
De hecho, los vestidos de novia ya son de por sí, tradicionalmente, piezas de artesanía, y están mucho más cerca de la Costura que del prêt-à-porter, así que no es de extrañar que se aproveche esta plataforma para hacerle un guiño al mundo nupcial.
Elie Saab es uno de los que mejor sabe aprovechar el filón, y es que sus clientas suelen ser de esas que pasan por el altar y lo hacen a lo grande, sin la más mínima intención de pasar desapercibidas, y sino, atentas al prototipo de novia que perfila…pomposa, voluptuosa, radiante y en color champán.
Jean Paul-Gaultier se sitúa justo en el extremo contrario: nada de formalismos ni romanticismos, él pinta a una novia a imagen y semejanza de su mujer ideal: canalla, provocativa y transgresora.
Lacroix es otro de los que no deja pasar la ocasión de mostrarnos a su novia ideal, de nuevo, un fiel reflejo del espíritu barroco y regio de sus colecciones.
Lo mismo que Chanel, que esta vez, ha centrado la práctica totalidad de sus propuestas en un universo blanco e impoluto.
O el maravilloso Josep Font.
Anne Valérie Hash, sin embargo, es de las que deja abierta la puerta a la dualidad, y si bien sus vestidos no son explícitamente de boda, pueden hacer perfectamente el papel, y es que muchas mujeres, en lugar de comprarse creaciones exclusivamente de novia, se hacen con modelos en colores claros que luego puedan reutilizar. Sin ir más lejos, Jennifer Morrison, nuestro look de la semana, se ponía un vestido de la anterior colección de Alta Costura de Hash, muy similar a este que ha vuelto a presentar, y con el que por lo menos yo, no dudaría en casarme.
Givenchy es otra de las firmas que no repara en la novia propiamente dicha, pero de sus excelsos modelos bien puede surgir una idea que llevarse a la iglesia. ¿Por qué no hacer uso por ejemplo de este diseño? Es diferente y algo futurista, pero me parece ideal.
Lo mismo que estos otros dos vestidos en color malva, muy en la onda Nina Ricci y también de Givenchy.
A John Galliano para Dior no le hace ninguna falta jugar la carta nupcial, pero entre sus maravillosas creaciones se vislumbran posibles candidatas a pasar por el aro…
Lo mismo que en el caso de Valentino, si bien de manera mucho más austera y a lo Carrie Bradshaw en Sexo en Nueva York, cuando cambia la Public Librery y a Vivienne Westwood por el ayuntamiento, y un sencillo traje de chaqueta como estos.
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