El pintalabios, un clásico en cualquier maquillaje que se precie, forma parte de nuestra vida desde tiempos inmemoriables. De hecho, ¿cuántos pintalabios llevas en el bolso? Hace unas semanas que se inauguró una exposición en las Galerías Lafayette de Berlín, y con la excusa, se reunieron casi 100 barras de labios del maquillador René Koch como homenaje a uno de los productos más femeninos.
Desde una barra de labios de 1883 (proviene de la Exposición Universal de Amsterdam y está considerada como el primer pintalabios moderno). Sus ingredientes, se obtenián de grasa de venado y estaba envuelto en un fino papiro de seda, a un pintalabios de lujo que perteneció a Eva Perón.
La actriz Sarah Bernhardt calificó el invento como el "bolígrafo del amor". La reina Victoria de Inglaterra declaró en 1860 que el maquillaje era símbolo de la vulgaridad propia de las clases bajas, del espectáculo y de la prostitución. ¿Podéis creerlo?
Sin embargo, los orígenes de la barra de labios se remontan a 5.000 años antes en la antigua Mesopotamia, cuando joyas semi-preciosas eran trituradas y aplicadas a los labios y ocasionalmente alrededor de los ojos. Las mujeres en el antiguo Valle del Indo también aplicaban el pintalabios a sus labios para decorar su cara.
Los Antiguos egipcios extrajeron tinte rojo-amoratado de fucus-algin, 0.01% yodo, y algo de bromo mannite, aunque eran más las enfermades derivadas que cualquier otra virtud. Cleopatra tuvo su pintalabios hecho de escarabajos triturados, que tenian un pigmento rojo profundo, y hormigas para la base. Los pintalabios con efectos brillosos fueron hechos inicialmente usando una sustancia encontrada en las escamas de peces llamada esencia de perlas.
Los pintalabios empezaron a ganar popularidad en el siglo XVI, durante el reinado de la Reina Elizabeth I, quien puso de moda los rostros pálidos y los labios intensamente rojos, una moda que ha vuelto. Entonces los pinta labios eran hechos con una mezcla de cera de abejas y pigmentos rojos de las plantas.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el uso del lápiz labial se masificó gracias a su uso en la industria del cine, algo de lo que nos hemos beneficado todas. Paradójicamente, el color rojo vinculado al pintalabios se convirtió a comienzos del siglo pasado en uno de los símbolos del movimiento feminista. Durante la Segunda Guerra Mundial, la Sociedad se cuestionaba si era "patriótico" dedicar la atención a "la imagen" mientras la mayoría de los hombres luchaba en el frente de batalla, y la barra de labios volvió a estar en el punto de mira de los más puritanos.
Pasado el conflicto bélico, la respuesta no tardaría en llegar cuando el ministerio estadounidense de Economía determinó que las mujeres que trabajaran para la industria armamentística lucirían carmín para incrementar la productividad.
Koch, maquillador de Claudia Schiffer y Jodie Foster, e impulsor de esta inusual exposición, tiene previsto abrir el primer museo dedicado al pintalabios para seguir rindiendo tributo a uno de sus más valiosos utensilios de trabajo.