Seguro que os ha pasado eso de abrir un cajón, empezar a mirar los esmaltes de uñas y descubrir algunos que llevan allí desde la prehistoria. Ya sea que los uséis mucho o muy poco, siempre llega un momento en que se resecan tanto que son una pasta en vez de líquido, que no se puede aplicar de ningún modo. ¿Es este el momento de deshacerse de ellos?
La verdad es que no. Aunque es de conocimiento común el truco MacGyver de echarles unas gotitas de quitaesmaltes, la manera correcta de rescatarlos sin arruinarlos es usando un diluyente de esmaltes de uñas. La marca Mavala tiene uno que es muy famoso, aunque también Mercadona tiene uno.
Afortunadamente también podemos prevenir el desastre, manteniendo las botellitas de esmalte en un lugar fresco al que no le dé la luz del sol. Una recomendación muy popular es guardarlos en el refrigerador (no en la nevera), lo que parece hacer más lenta la evaporación de los solventes que hacen líquidos los esmaltes y también enlentecer el apelmazamiento y asentamiento de los colores, pero veréis que no existe consenso acerca de su utilidad. Yo suelo guardarlos en una caja, fuera del alcance del sol, pero no a oscuras ni en frío.
Aunque es posible encontrar sitios en la red donde recomiendan cambiar los esmaltes de uñas cada año, la verdad es que yo he llegado a usar mi color favorito durante más de 5 años, sin grandes problemas. De los esmaltes que tengo ahora, la mayoría no indica fecha de expiración (el símbolo del tarrito abierto), pero el brillo UltraStrong de Essence, el envase gris que veis en la foto, indica 36 meses. Por eso me siento autorizada a usarlos más tiempo, siempre y cuando vea que se conservan adecuadamente.
Como veis, con mínimos cuidados es fácil usar nuestros colores favoritos durante años. ¿Hacéis vosotras algo especial para cuidarlos?
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